Crónica en el Mercado de Feria en Sevilla, entre los 'mandaos' diarios y lo gastro

Esta plaza de abastos, considerada una de las construcciones más antiguas de la ciudad, es todo un símbolo de barrio y lugar de encuentro para todo tipo de gente

El Mercado de la calle Feria y algunos de los alimentos que ofre

Escoltado por la iglesia Omnium Sanctorum y el Palacio de los Marqueses de la Algaba —actual Centro Mudéjar—, se encuentra el Mercado de la Feria, una de las construcciones más antiguas de Sevilla, que data de 1719. Arropado por la plaza Calderón de la Barca y por la calle que da nombre a este mercado de abastos, Feria, destacan sus colores blanco, rojo almagro y albero.

Un lugar de presente y pasado que se ha ido adaptando a los tiempos, sin perder su idiosincrasia del todo, a pesar de la inminente gentrificación. El mercado solo descansa unas horas desde que cierran los bares y los puestos comienzan a reponer y preparar su género, desde bien entrada la madrugada. 

En él se pueden encontrar puestos de fruta, verdura, carnes y pescados, además de recova y ultramarinos. Disfrutar de comida tradicional, pastelería y panadería de calidad, comprar unas flores, especias e infusiones, y hasta adquirir una lámpara. El mercado cuenta con una parte que se aleja de lo eminentemente tradicional, con la incorporación de bares donde degustar productos del mar, hamburguesas, comida de diferentes lugares, entre otras opciones. Y en La Cantina se desayuna, para luego saborear su exquisito pescaito frito.

El mercado consta de dos zonas rectangulares separadas por un callejón.    MANU GARCÍA
Uno de los puestos de pescado que resisten en el mercado. Producto fresco y de calidad.   MANU GARCÍA

Un callejón separa los dos cuerpos que conforman el mercado. A un lado, la zona de pescadería, donde cada vez hay menos puestos y ha ido ganando presencia la hostelería. También están las flores de Conchi, Cuida-té, entre otros establecimientos, que se completan con fruterías. Al otro, una zona predominante de fruta y verdura, recova, carnicerías, pastelería y ultramarinos. Pegado a la iglesia se encuentra el puesto con más luz de la plaza: Lámparas Santana.

Uno de los pasillos dedicado a la fruta y la verdura del Mercado de la Feria.   MANU GARCÍA
Rafa, que regenta junto a María Ángeles el puesto de Frutas Durán.   MANU GARCÍA

Cuando María Ángeles conoció a su marido, la familia de él llevaba toda la vida en el mercado de abastos de Feria. Esta vecina del barrio, nacida en calle Calatrava y criada en Amargura, se dedicaba al sector de la belleza hasta que en 2008, su marido Rafa le propuso coger el puesto desde el que hoy despachan fruta y verdura. 

El padre de Rafa, Don José Durán, fue quien regentó durante muchos años el puesto 98 con fruta y verdura, donde actualmente se encuentra el Condedé. La familia Durán siempre estuvo vinculada a la frutería. "Eran ocho hermanos y prácticamente todos estaban implicados, pero después del fallecimiento del padre, solo tres hermanos continuaron con el negocio", relata María Ángeles, quien reconoce que la vida del mercado es "muy sacrificada".

Su horario es de 3 de la madrugada a 3 de la tarde "con suerte". Habla de unos principios duros con el puesto, ya que sus inicios coincidieron con la última obra de la plaza para meter los conductos de frío y calor. "Nos destinaban al pescado y a puestos diferentes mientras arreglaban las cuarteladas". A pesar de todo, cuentan con una clientela "fija y fiel que es un encanto", afirma con orgullo.

María Ángeles es consciente de que "hoy día compramos lo que nos parece o lo que la situación nos lo permite. Los meses duros son enero y febrero y con la llegada de la fruta de hueso, a finales de abril primeros de mayo, viene la mejor de las temporadas. "Aunque dura muy poquito", apunta. Luego llega junio y con este, las vacaciones. "La gente se va, por eso julio y agosto vuelven a ser meses malos", añade.

"El mercado ni es muy muy malo ni es muy muy bueno nunca", admite, realmente lo que hace que resista es "el picoteíllo constante: eso es lo importante", asegura. La frutera considera que los bares han dado vida a la plaza, pero piensa que el mercado se terminará perdiendo, ya que "siempre ha sido de fruta y de verdura, de pescado y carne, de chacina, pero nunca de bares".

Y aunque entiende que la evolución "viene bien", insiste en la idea de que "el mercado siempre debería ser mercado", por eso "terminaremos perdiendo un mercado que fue maravilloso", y del que guarda gratos recuerdos de niñez: "Era una mina, siempre tenía gente". Sin embargo, "cada vez está más triste, más vacío y más desolado", lamenta.

Conchi lleva 26 años en su puesto de flores del mercado de calle Feria.   MANU GARCÍA

Conchi, 'la de las flores', es de Chipiona y lleva 26 años en este mercado. "Mi marido repartía flores con una empresa y cuando se independizó, cogimos una nave y me montó la floristería", explica mientras prepara manojos de claveles rojos. 

La Semana Santa y la Feria son fechas señaladas para Conchi, quien conserva clientas desde hace muchos años. Justo ha preparado un ramo por encargo para llevárselo a la Macarena. "Fíjate, nos han llamado desde Tenerife", comenta sin parar de bregar con sus claveles.

"A los extranjeros les llama mucho la atención el puesto, pero no compran ná", afirma riéndose esta floristera, que asegura que lo que más vende son las margaritas. De todos colores. Las macetas, las plantas, con flores y sin ellas. Sin duda, la alegría del mercado de la calle Feria.

Magaly Vasquéz regenta Lyla Limón, la pastelería recientemente abierta en el mercado de abastos de calle Feria.   MANU GARCÍA

La pastelería de Magaly Vásquez entra por vista y olfato. Llegó a Sevilla hace 14 años desde Perú y acabó haciéndose pastelera por circunstancias personales. Su obrador lo define como variado y de sabores globales. Mientras atiende a lavozdelsur.es, Margarita, una clienta, le pide un par de trozos de cake de plátano, una de las especialidades de la casa. Tras agradecerle amablemente su compra, la clienta le responde: "Muchas gracias a ti, que todo está siempre riquísimo".

No hay mejor carta de presentación que una clienta satisfecha. Magaly asegura que intenta reducir lo máximo que puede el azúcar de sus productos. "Es una pastelería que alimenta, por intento que se rebaje el azúcar y se aumente el sabor con ingredientes naturales y frescos", explica. Entre su género destacan las cookies, el cake de plátano y chocolate y el de manzana, las tartas y tartaletas con frutas de temporada. "Todo de elaboración 100%", aclara con una sonrisa esta pastelera, que solo lleva siete meses en su puesto del mercado, pero asegura estar teniendo muy buena acogida.

Antes de despedirse Magaly quiere acercar el sentido del nombre de su pastelería, Lila Limón: "Lila en honor a mi abuela y Limón porque soy una chica de sabores ácidos". 

Andrea y su compañera en el despacho de Cuida-té del mercado de la calle Feria.   MANU GARCÍA

Andrea lleva ocho años con Cuida-té y cuatro en el mercado. "El concepto es todo ecológico y sin trazas de gluten, ya que resulta muy difícil encontrar productos sin contaminación cruzada", es decir, encontrar productos molidos donde no hayan molido trigo previamente, explica. Su venta es a granel y promueven, en la medida de lo posible, que la gente lleve sus propios botes.

En Cuida-té ofrecen especies, infusiones de diferentes países y complementos nutricionales. "Todo ecológico", apunta Andrea, quien asegura que lo que mejor se vende son las especias e infusiones. "Ah, y tenemos los mejores precios de Sevilla", destaca mientras su compañera asiente con una sonrisa. 

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