Este viernes se ha organizado mejor, porque se han llevado las papas a la caseta municipal del recinto ferial de Lebrija y desde allí se está realizando el reparto, coordinado por voluntarios de la Protección Civil. Llueve sobre mojado, porque la semana pasada también se vio obligado un agricultor de Lebrija, David Beato, a regalar lo que le quedaba de cosecha de papas, casi tres hectáreas de las cuatro que había sembrado, después de que en Merca Sevilla le pagasen el kilo a 13 céntimos de euro, una cantidad tan ridícula que no le hubiera cubierto ni el gasto de recogerlas de la tierra. Por eso las dejó allí, en su parcela del marismeño sector B-XII, para que la gente las cogiese.
Otro agricultor de la misma localidad, Antonio Sánchez, 56 años y del campo de toda la vida, se ha visto obligado ahora a la misma operación porque “ni siquiera me han dado precio, ni un céntimo”, asegura. Posibles compradores de Jerez de la Frontera y de Sevilla han visto las papas “y ni siquiera me han ofrecido algo, nada”. Es lo que tiene el mercado: que el precio de un producto es cero si nadie está dispuesto a pagar nada por él. “Y eso que son papas muy buenas, de muy buena calidad, se pueden ver”, advierte el agricultor. “Si no fueran buenas, no vendría la gente a por ellas”.
Sánchez contó ayer con la colaboración de un vecino y colega que tiene camiones, Francisco García, y de un solo porte llevaron la cosecha desde la parcela hasta la caseta municipal del recinto ferial, nada menos que 26.000 kilos de papas en sacas de grandes dimensiones. “Le he hecho el favor para que por lo menos la gente de Lebrija se harte de papas”, comenta el dueño del tráiler.
En realidad, no fueron solamente lebrijanos los que acudieron ayer al recinto ferial para llevarse papas, sino incluso familias de pueblos vecinos, con sus bolsas, sus sacos o sus cajones.
“Ayer tarde vinieron unas 350 familias”, asegura José María Caro, uno de los voluntarios de Protección Civil que están coordinando el reparto “para que esto no se desmadre”. Tantas papas quedan aún, que hoy se ha anunciado, incluso por redes sociales, que seguirá el reparto de papas en horario de mañana y tarde.
“Aquí queda más de la mitad”, asegura Caro, quien ha señalado que cada cual se lleva lo que le cabe en la bolsa o en el saco que traiga “y lo que estamos evitando es que nadie venga aquí con un remolque y se ponga luego a vender”.
Ayer se surtió de papas para varias semanas a la residencia de ancianos San Andrés, de Lebrija. “A las residencias y otros centros benéficos que han acudido sí les dejamos que se lleven más, en función de las personas que tienen a su cargo”, ha informado Caro. Hoy está previsto que lleguen responsables de residencias de ancianos de Utrera, Osuna y Castilblanco de los Arroyos para llevarse papas, hasta que se acaben.
"Las sembré porque había sequía"
Antonio Sánchez está arrepentido ahora de haber sembrado las papas, pero el campo es así de imprevisible. “Veníamos de unos años de sequía y las sembré por eso”, dice este agricultor, dueño de 12 hectáreas en el sector B-XII, tan cercano al río Guadalquivir. “Cualquier año sale bien y cualquiera se hacer rico sembrando papas, pero este no ha sido el año”.
Las abundantes lluvias de este invierno no han beneficiado precisamente al cultivo y luego, “aunque las papas se han criado bien”, asegura él, “tenemos el problema añadido de que compran las papas fuera y no podemos con esa competencia”, se queja Sánchez.
La desastrosa situación, después de tanto esfuerzo, ha desembocado al menos en una corriente de solidaridad “porque siempre es mejor esto que arar las papas en el campo”, dice José, un padre de familia que había llegado de los primeros esta mañana al recinto ferial lebrijano para llevarse su saco. Sánchez, por su parte, ha dedicado la mañana a arar la misma tierra donde estaban las papas para sembrar ahora maíz.
“Este cultivo parece que irá mejor, porque ya tenemos el contrato con quienes nos lo van a comprar y está cerrado el precio”, asegura mientras se baja del tractor.
