El hermano Pablo, eterno ‘monaguillo’ del último cardenal de Sevilla, se ordena diácono a los 63 años

“No es pronto ni tarde, sino el tiempo de Dios”, asegura Pablo Noguera, miembro de la Congregación de Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca y que ahora espera convertirse en sacerdote junto a otros cinco compañeros que ayer recibieron la estola en la Catedral de Sevilla

Hermano Pablo Noguera Aledo.
21 de septiembre de 2025 a las 16:04h

La del hermano Pablo, como es conocido tan cariñosamente en Sevilla, es una auténtica lección de humildad, de esas que ni siquiera se estilan en un ámbito como el eclesiástico, donde tampoco faltan los egos y las idolatrías a pesar del Evangelio. Todo el mundo conoce en Sevilla, capital y provincia, al hermano Pablo Noguera Aledo, aunque casi nadie supiera de sus apellidos ni a él le hayan hecho falta nunca título o don. Ayer, a los 63 años de edad y después de haberse llevado más de tres décadas al servicio del Arzobispo de Sevilla Carlos Amigo Vallejo –luego cardenal-, como su secretario personal, fue ordenado diácono en una misa solemne presidida por el actual arzobispo hispalense, José Ángel Saiz Meneses.

En la celebración de ayer, en el trascoro de la Catedral, se ordenó a cinco diáconos más: Cristian Rodríguez, Erson Rosario da Cruz, José Manuel Ruiz, Pablo Bernal y Alberto Torres. El arzobispo les ha encomendado a los seis “vivir con un estilo de sencillez evangélica” y les ha recordado que “el diácono no se busca a sí mismo, sino que busca a Cristo y a los hermanos”, algo de lo que precisamente puede dar testimonio el hermano Pablo después de haberse consagrado durante toda su vida a los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca, volcados en los enfermos incurables, en los pobres y en los ancianos y que el propio Amigo Vallejo erigió canónicamente como instituto religioso de derecho diocesano en 1989, después de haberse llevado con él al hermano Pablo, que ejerció desde entonces como su secretario personal, como un adelantado monaguillo que se movía en los altares de toda la provincia como pez en el agua, como experto en las formas de la liturgia en el que confiaban veteranos sacerdotes cuando lo veían aparcar, tan diligente y amable y con un par de maletines en los que traía, por delante de don Carlos, su ropa, su mitra y su báculo desmontable.

Eucaristía de ordenación de hermanos en la Catedral de Sevilla.

En una publicación reciente de la revista Archidiócesis de Sevilla, el hermano Pablo ha insistido en que “de niño era monaguillo y desde entonces siempre he pertenecido a movimientos parroquiales, y he sentido el buen ánimo compartiendo con los sacerdotes y su estilo de vida abnegado y de gran entrega a los demás con la liturgia, la vida de fe y el acompañamiento a tantas personas necesitadas de cualquier índole y no siempre creyentes”.

Su ordenación ahora como diácono, en un contexto para la Iglesia en general y de Sevilla en particular tan falto de vocaciones, podría interpretarse como un gesto a destiempo, pero él mismo ha insistido en que “Dios condujo mi vida en una larga conversación que duró años” y en que “Dios siempre llega puntual, como solía decir Fray Carlos, y sentí su voz: ¡Ahora!”. El flamante diácono Pablo asegura ahora que el recordado cardenal de Sevilla al que tanto sirvió “intercedió y me dio el empujón”, y ha añadido: “Siempre estuve convencido de que no es ni pronto ni tarde. Es el tiempo de Dios”. El propio arzobispo Saiz recordó ayer que “la vocación es una iniciativa gratuita de Dios que precede, acompaña y sostiene y no el resultado de un proyecto humano o de una estrategia organizativa”.

Seguidor de San Francisco y de Santa Ángela de la Cruz

El ya diácono Pablo, que nació en Cavaillón (Francia), que pasó su infancia en Murcia y que después de toda una vida en Sevilla espera ordenarse sacerdote –junto con sus cinco compañeros- el próximo año, ha ejercido su pastoral en las parroquias de Santa María Magdalena de Arahal, en la de las Santas Justa y Rufina de Triana e incluso en la de San Martín de Tours de Bollullos de la Mitación. También estuvo vinculado a la Pastoral de Enfermos y a la Pastoral Penitenciaria como voluntario de las cárceles sevillanas.

La Eucaristía de ayer en la Santa Iglesia Catedral estuvo concelebrada por el obispo de Mindelo (Cabo Verde), monseñor Augusto dos Santos Lopes; por los obispos auxiliares de Sevilla Teodoro León y Ramón Valdivia; por el deán del Cabildo, Francisco J. Ortiz; por el rector del Seminario, Andrés Ybarra; y por el nuevo rector del Seminario Redemptoris Mater, Antonio Escribano Curado, además de una numerosa representación del clero de la Archidiócesis y de la vida consagrada entre los que se encontraban algunos de los compañeros franciscanos de Cruz Blanca del propio Pablo.

El hermano Pablo, ya diácono y pronto sacerdote, ha confesado desde siempre su devoción por San Francisco de Asís, evidentemente, y también por San Juan de Ávila y Santa Ángela de la Cruz como “verdaderos modelos cristianos e hijos de la Iglesia”

Sobre el autor

Álvaro Romero

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