Daniel, el niño con autismo que no tiene quien lo lleve al colegio en Sevilla, a 30 kilómetros de su casa

Junto con otro compañero, este chico de Villaverde del Río fue expulsado de la especial ruta de transporte escolar de la Junta a comienzo de curso mientras su madre suplica una solución

Daniel, el chico con autismo expulsado de la ruta de transporte desde Villaverde del Río hasta Sevilla, lleva tres semanas en casa.
Daniel, el chico con autismo expulsado de la ruta de transporte desde Villaverde del Río hasta Sevilla, lleva tres semanas en casa.
06 de octubre de 2025 a las 16:24h

Daniel, un chico de 12 años de Villaverde del Río, en la provincia de Sevilla, y con autismo, fue apartado al segundo día de clases del curso que acaba de empezar de la especial ruta de transporte que dispensa la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía para estos casos en los que, además de vivir lejos de la capital, se precisa de un tipo combinado de centro, pues Daniel acude los lunes al colegio de educación especial Ángel Riviere y el resto de la semana, al colegio concertado La Arboleda.

El motivo, según cuenta su madre, Mari Trini López, incluso en una reclamación interpuesta ante la delegación territorial de Desarrollo Educativo y Formación Profesional de Sevilla, se desencadenó al segundo día de clases, el pasado 18 de septiembre, “por decisión unilateral del conductor y de la acompañante”.

Al parecer, uno de los cuatro chicos con trastorno del espectro autista que transportaba el vehículo contratado por la Junta, Raúl Alvarado (17 años), “se desregularizó” por algún motivo relacionado con la emisora de radio musical que escuchaban y se contaminaron los otros compañeros. Daniel, como ya era habitual en él hasta el punto de que suele llevar unos guantes, comenzó a dar golpecitos en el cristal de la ventanilla, aunque sin causar destrozos. El chófer se puso nervioso y la monitora acompañante no supo cómo solventar la situación. A media mañana, esta informó a la madre de que se negaban a traer de vuelta a Daniel. Y a mediodía, el propio conductor informó a la madre de que le retiraban al chico el servicio de transporte.

En principio, los padres de Daniel no creyeron que la cosa fuera para tanto, pues hasta el psicólogo del colegio les ha señalado en más de una ocasión que este tipo de comportamientos son comunes en estos chicos y que tienen solución.

“Por un día que ocurrió eso, estábamos dispuestos a recogerlos nosotros”, dice la madre de Daniel, “pero lo que no esperábamos es que la negativa a llevarlo al colegio por parte del conductor y la monitora iba a durar tanto”. Los padres de Daniel sugirieron que colocaran a su hijo en el centro del vehículo, desde donde no podía llegar a las ventanillas, pero, según cuentan ambos, ya no quisieron escucharlos.

Varios después, ante este panorama, los padres de Daniel interpusieron una reclamación en la Consejería en la que insisten en que “esta interrupción del transporte escolar está vulnerando el derecho fundamental a la educación del menor, tal y como se recoge en la Constitución Española, la Ley Orgánica de Educación y la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad”.

Además, los progenitores recuerdan en el escrito que “las personas con necesidades especiales, y más aún en el contexto de la Educación Especial, pueden presentar conductas disruptivas que deben ser abordadas mediante los protocolos establecidos, pero nunca servir como excusa para denegarles el acceso al centro escolar”.

"La acompañante debe disponer de la cualificación laboral necesaria"

La desesperación de los padres de Daniel llega hasta el punto de recordar en el mismo escrito que el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) establece que la duración de estos viajes diarios y financiados por el Gobierno andaluz “deben ser de una hora como máximo por trayecto, mientras que nuestro hijo Daniel tarda en cada trayecto como mínimo una hora y media, perdiendo tiempo lectivo todos los días”. La ruta a la que se refieren, que es la que lleva Daniel haciendo cinco años, es la SE0215-Guillena, que cubre el trayecto desde Villaverde del Río hasta los colegios Ángel Riviere y La Arboleda pero pasando entretanto por La Algaba y por La Rinconada y San José de la Rinconada.

En el escrito de queja interpuesto por los padres de Daniel, se señala además que “la acompañante debe disponer de la cualificación laboral necesaria para la adecuada atención a este alumnado de necesidades educativas especiales”, que el colegio Ángel Riviere incluso ha ofrecido a este respecto formación gratuita y “pautas que no han sido llevadas a cabo por la acompañante”, quien “ha ignorado asimismo las recomendaciones ofrecidas por su propia coordinadora y por la madre del menor”. “Es que esto es el origen de todo el problema”, se queja Mari Trini, que ha señalado que el otro compañero, de San José de la Rinconada, ha empezado a acudir a clases ya porque su padre lo lleva antes de ir al trabajo, pero que en su caso es imposible.

"Se habla mucho de empatía, pero en realidad poco se practica"

Así las cosas, la familia de Daniel ha estado en contacto permanente con ambos colegios y ha intentado contactar con la delegación de Educación. Mientras tanto, también el transportista ha enviado un escrito a la delegación contando su versión de los hechos, y sigue a la espera de una respuesta. Tres semanas después, la realidad es que nadie ha obtenido una respuesta satisfactoria aún y Daniel permanece en su casa “con problemas de salud mental que se le están agravando porque echa de menos su colegio y no quiere permanecer aquí encerrado todos los días”, asegura su madre, quien añade que el chico también tiene “otros problemas físicos y respiratorios”.

Según les ha informado en más de una ocasión la directora del colegio Ángel Riviere, Ana Molina, la jefa del servicio de Planificación de la Delegación Territorial de Educación está al corriente de lo sucedido y de la situación actual, y al parecer se tiene voluntad de cambiar de empresa de transporte o de sacar un contrato menor para agilizar la situación, pero de momento nadie sabe cuándo.

En sus redes sociales, Mari Trini ha escrito un mensaje que ya se ha virilizado: “Se habla mucho de empatía, pero en realidad poco se practica. Mi hijo no puede ir al colegio porque así lo han decidido el chófer del transporte, que ve inviable la ruta (es muy larga y poco segura según él) y una monitora sin formación en necesidades especiales. De esta situación están informados los organismos competentes pero nadie hace nada”.

Mari Trini recuerda que su hijo lleva cinco años hace esta ruta y que, cuando alguna vez ha sufrido alguna crisis como esta de los golpecitos en el cristal, siempre se ha solucionado con los profesionales que lo han atendido pero nunca “se ha llegado al extremo de dejarlo sin clases sin saber hasta cuándo”.

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Álvaro Romero Bernal.

Álvaro Romero

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