Hay una caseta de la Feria de Sevilla donde no se bailan sevillanas, pero se brinda protección y compañía. En el 126 de la calle Gitanillo de Triana hay cuentos, voluntad y cariño; y su nombre es conocido por todas las familias.
La caseta de los 'Niños Perdidos' lleva 30 años en el Real gracias a Cruz Roja, que organiza esta actividad con el fin de dar cobertura a las familias ante posibles pérdidas de sus criaturas y para informar a estas sobre qué deben hacer en caso de despistarse, entre la primera y la segunda que estén bailando su madre o su padre.
Marta Chaves Rodríguez es directora provincial de Cruz Roja Juventud Sevilla y coordina desde hace unos años este voluntariado. "La experiencia es muy bonita y siempre se obtienen muy buenos resultados por parte de las personas que participan y de las que se acercan durante la semana".
La caseta de los 'Niños Perdidos' es el punto de referencia en el caso de que algún niño o niña se extravíe de su familia. Las funciones del dispositivo las explica su coordinadora a lavozdelsur.es. "Lo primero que hacemos es colocar una pulsera de identificación a cada niño o niña con su nombre y el teléfono de contacto de sus familiares, para que en caso de despiste entre tanta gente, sea más fácil localizar a la familia", comienza.
Esta pulsera resulta un recurso muy útil en un espacio tan multitudinario como la Feria de Abril. "El dispositivo está disponible de 11 de la mañana a 11 de la noche, facilitamos información y ponemos a disposición nuestros recursos para solventar cuanto antes la pérdida", explica su coordinadora, quien asegura que los niños "siempre aparecen".
El protocolo de búsqueda está en coordinación con Protección Civil, Policía y el Cecop. "Rara vez llegan niños solos a la caseta... Suelen llegar acompañados de personas que los han encontrado o son las propias familias quienes llegan avisando de que su hijo se ha perdido", continúa Chaves. "Los voluntarios van a buscar al menor perdido en pareja y en todo momento estamos coordinados con el resto de dispositivos", comenta.
Si alguna criatura tiene que permanecer en la caseta hasta que llegue su familia, el módulo-caseta está equipado con cuentos, juegos y voluntarios que los acompañan para que la espera sea más distendida, asegura la coordinadora, que insiste en que la caseta es un punto de referencia "muy conocido, donde asisten muchas personas durante todo el día". "Se disfruta mucho viendo a los niños y las niñas poniéndose su pulsera y yéndose felices a disfrutar con sus familias", concluye.
Guille es uno de los 100 voluntarios inscritos este año en la caseta de los 'Niños Perdidos'. "Es el tercer año que formo parte del equipo y para mí es un proyecto muy especial, ya que convivimos muchos voluntarios y se crea muy buen rollo". No obstante, también es una responsabilidad: "Sobre todo a la hora de buscar a los niños o cuando llegan a la caseta".
Para este joven, el voluntariado le resulta una labor "muy bonita" con la que aprende "tanto de las familias como de los niños". Asimismo, cuando una criatura se pierde, "la confianza que pone la familia en nosotros para encontrarlo o cuidarlo mientras llegan es muy importante y se establece un vínculo especial", admite Guille, quien destaca que "el momento cuando el niño se reencuentra con su familia es muy emocionante".
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