Calabazas a 100 kilos, sandías de película y uvas que pesan como melones en el pueblo del tomate

La familia de Aurora Rodríguez Caballero lleva una década llevándose los grandes premios de un concurso en Los Palacios en el que hoy han triunfado una calabaza de 107 kilos, una sandía de 50 y un racimo de uvas de seis

Foto de familia con los ganadores del concurso de frutas de Los Palacios.
25 de julio de 2025 a las 18:39h

En Los Palacios y Villafranca, el pueblo del Bajo Guadalquivir en el que cada año se roza una producción de 16 millones de kilos de tomates, no llega verdaderamente el verano hasta que el tradicional concurso de las frutas estivales no da su porrazo en la balanza.

El célebre certamen hunde sus raíces -en este municipio que tiene el récord de invernaderos de toda la provincia de Sevilla- en aquella época dorada en la que los manchoneros se miraban de reojo los espléndidos cajones de uvas que llevaba cada cual al Palenque municipal, las gigantescas sandías, negras o rayadas.

‘Manchonero’ es como se llama aquí al típico agricultor dueño de un manchón, es decir, de un humilde trozo de tierra que, aunque dista tanto de las grandes parcelas de la marisma –que se miden por hectáreas-, da para sustentar un hogar. Los manchoneros palaciegos fundaron luego, hace ya más de medio siglo, la cooperativa Las Nieves, y más recientemente, otros colectivos como Frupal o Parque Norte.

Aurora Rodríguez Caballero recibe el premio a su mayor calabaza (107 kilos) de manos del alcalde, Juan Manuel Valle.

Y aunque ya es el mercado, incluso el internacional, el que mide, pone y quita precio a los productos del campo, la propaganda municipal sigue agarrada, con cierta dosis de nostalgia poética, al regusto de estas joyas del campo que no hacen tanto se pesaban en romanas, se ponían al fresco del pozo y se despachaban en papel de estraza. 

Todo eso se lo ha ido llevando el viento del progreso. El empuje del tomate –con su enorme variedad y una demanda continua para el gazpacho industrial- ha ido arrinconando a otros frutos del clásico manchón. Ya apenas existe la dulce uva mollar, que no soportaba el transporte, por ejemplo, y el agricultor local no es que se haya volcado con las calabazas… 

Ni siquiera hay vacas en un pueblo cuyo gentilicio más popular sigue siendo el de moñiguero –de moñiga, es decir, boñiga, el excremento de la vaca-. Las pocas que quedan dan para pintorescos reportajes.

Joaquín Rodríguez recibe su galardón de manos del alcalde.

De hecho, fue un agricultor que se llama como el patrón local, Sebastián (Gómez Falcón), el que abrió el melón para incluir, hace tres lustros, la calabaza como modalidad en este histórico concurso que ponía a competir sobre la romana a sandías y racimos de uvas. Aquella primera calabaza de Sebastián, un agricultor que se ha convertido en valor seguro en cada concurso anual -y que incluso consiguió en 2019 el Récord Guiness por un racimo de uvas que le pesó 10 kilos y 120 gramos-, arrojó 82 kilos de peso, y sobrecogió tanto a los organizadores, que decidieron incluir la calabaza para esta cita que no deja de ser un escaparate para “la huerta de Sevilla”, que es como al alcalde palaciego, Juan Manuel Valle (IP-IU), le gusta llamar a su pueblo. 

Valle, en el certamen que este año se ha celebrado por primera vez en el restaurante Casa Moral, ha destacado hoy el valor del evento no solo como competición, “sino como reconocimiento al trabajo diario del agricultor”.

Y ha añadido: “Este concurso posiciona a Los Palacios y Villafranca como referente agrícola en toda España. Cada producto presentado es fruto del esfuerzo y la tradición, y pone de manifestó el altísimo nivel de nuestra agricultura”. 

Triunfa una calabaza de ‘solo’ 107 kilos

Hace una década, fue la joven agricultora Aurora Rodríguez Caballero, del barrio del Furraque, la que se impuso en el concurso estival con una calabaza que dejó en pañales a la de Sebastián. En 2017, por ejemplo, su calabaza superó por primera vez los 100 kilos. Y a partir de entonces no ha hecho sino crecer cada año, es decir, que Aurora –con la ayuda de su padre y su hermana Rosa- no ha hecho sino superarse a sí misma cada año con un ejemplar paulatinamente mayor.

Sebastián Gómez Falcón, un clásico del concurso, se muestra triunfante tras ganar el premio al mayor racimo de uva layrén.

En 2018, la calabaza le pesó 113 kilos. Y en 2020, el verano de la pandemia del Covid, la calabaza de Aurora marcó un récord que no ha podido superarse aún: 180 kilos de peso. En 2021, Aurora volvió a ganar el certamen con una calabaza de 116 kilos. En 2022, su calabaza pesó 112,5 kilos. Y el año pasado, 122 kilos. De modo que la calabaza ganadora de este año, con solo 107 kilos, ha llamado menos la atención, aunque no pudieran con ella entre varias personas. 

Premios para otros gigantes de las sandías

La familia de Aurora se ha convertido un año más en el gran referente del concurso. El padre, Joaquín Rodríguez, se ha llevado los 300 euros del primer premio concedido al mayor racimo de uva emparrada, que ha pesado 5,840 kilos.

En sandía negra, ha sido la propia Aurora la que se ha llevado palma (y otros 300 euros), con un ejemplar de 36,5 kilos, mientras que el segundo premio (150 euros) ha sido para su hermana Rosa, con otro ejemplar de 33,5 kilos. La mayor sandía rayada, con 49,5 kilos, también lo ha presentado Aurora, mientras que el segundo premio, con 45,5 kilos, lo ha presentado su hermana Rosa, quien también se ha llevado el segundo premio de calabaza por un ejemplar de 84,5 kilos. 

En el resto de premios sí han podido meter cabeza agricultores de otros hogares, porque Sebastián Gómez Falcón se ha llevado el premio al mayor racimo de uva layren, con un peso de 3,450, mientras que el segundo y tercer premio de esta modalidad se los han llevado Francisco Amuedo y Encarnación Amuedo.

En la modalidad de uva emparrada, el segundo premio ha sido para Francisco Algarín, mientras que el tercero (50 euros) se lo ha llevado Pablo Roldán. Álvaro Domínguez, otro joven agricultor que suele participar cada año, ha conseguido tres terceros premios: el de sandía negra (32 kilos), el de sandía rayada (36,5 kilos) e incluso el de calabaza (84 kilos). Ahora la incógnita es qué restaurantes del pueblo se harán en las próximas horas con los ejemplares más hermosos para convertirlos en sabor.     

Sobre el autor

Álvaro Romero

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