Viaje a la semilla en el Día de las Librerías: las que sobreviven en el pueblo del padre andaluz de la primera Gramática castellana

Media docena de librerías quedan en Lebrija, la patria chica de Elio Antonio, el autor que publicó la primera gramática de una lengua romance el año del descubrimiento de América y que murió cuando se concluyó la primera circunnavegación del mundo

Rocío Bellido, librera en Lebrija.
11 de noviembre de 2025 a las 08:44h
Actualizado a 12 de noviembre de 2025 a las 12:29h

En Lebrija quedan seis de las 386 librerías que hay abiertas en toda Andalucía, según el Mapa de Librerías 2024-2025 que elabora la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros en colaboración con la Dirección General del Libro, del Cómic y de la Lectura del Ministerio de Cultura, un informe que también da cuenta de las 2.754 librerías independientes que hay en todo el país.

Rocío Bellido regenta la librería Atenea de Lebrija, una de las más céntricas de la localidad. JUAN CARLOS TORO

Hoy se celebra la 15ª edición del Día de las Librerías y lavozdelsur.es viaja a la semilla de esa Andalucía que fue cuna del humanista que publicó la primera gramática de una lengua romance, es decir, el primer manual de uso de un idioma surgido, como tantos otros alrededor de todo el Mediterráneo, de las entrañas de aquella lengua latina que tan bien conocía Elio Antonio de Nebrija, nacido en la localidad sevillana de Lebrija en 1444.

Antonio de Lebrija, como firmaba él, fue el autor del libro de texto sobre el latín que se estudió no solo en España, sino en buena parte de Europa y de toda América hasta una época relativamente reciente: las Introductiones latinae. Además, editó a varios autores latinos, escribió un diccionario español-latino y unas Reglas de ortografía en la lengua castellana, estudió la versión latina de la Biblia y fue un excelente profesor de latín que versificó en la lengua de los romanos y que conocía a la perfección, además, el griego y el hebreo.

Hoy nadie lo imaginaría contemplando algunos de los monumentos y estatuas que se le dedican en su localidad natal, pero basta con darse una vuelta sin prisas por el pueblo para empezar a pensarlo dadas las referencias, nomenclaturas y azulejos con que uno se encuentra aquí cinco siglos después.

Uno de los monumentos con que la ciudad de Lebrija rinde homenaje a Elio Antonio de Nebrija, padre de la primera Gramática castellana.  JUAN CARLOS TORO

El célebre autor de aquella primera Gramática castellana publicada y dedicada en 1492 nada menos que a Isabel la Católica no se llamó nunca Elio Antonio de Nebrija, como hoy suele citarse, sino Antonio Martínez de Cala, y se había criado en el seno de una familia lebrijana de propietarios agrícolas que, sin ser ricos, pudieron permitirse mandar a su hijo a la Universidad de Salamanca (todavía faltaba medio siglo para que se fundara la Hispalense).

Con 14 años, Antoñito abandonó Lebrija y marchó por la Vía de la Plata hasta la única universidad que había entonces en su reino. De Salamanca dio el salto luego a Bolonia (Italia) –donde probablemente vio por primera vez un libro impreso- y, desde allí, regresa a Sevilla para que su arzobispo, Alfonso de Fonseca, lo contrate como maestro de su sobrino…

La imagen del insigne humanista y gramático del Renacimiento es omnipresente en Lebrija. JUAN CARLOS TORO

Sin embargo será de nuevo en Salamanca donde enseñará durante 12 años, primero en la cátedra de Poesía y Oratoria y luego en la de Gramática, y será allí, como docente, cuando publique en 1481 aquel libro didáctico titulado Introductiones latinae que él firma, como un capricho de erudito, de una forma que pasará a la Historia: Aelius Antonius Nebrissensis, que en castellano significa Elio Antonio de Nebrija. En rigor, el lebrijano Antonio quiso imitar así la costumbre de los romanos, que tenían un praenomen (en su caso Elio), un nomen (era verdad que se llamaba Antonio) y un cognomen (y ahí se colocó su pueblo de procedencia, Lebrixa, que en época latina había sido Nabrissa pero que él escribió con e).

"Salve, casita mía"

El renacentista Antonio de Lebrija sublima su niñez en su famoso poema Salutatio ad patriam, en el que recuerda a sus padres, Juan y Catalina, y expresa su deseo –finalmente no cumplido- de ser enterrado en su pueblo, donde en 1522 no había ni librerías ni hombres tan cultos como él. En su poema “Salve parva domus”, dice: “Salve, casita mía”, en referencia a su casa natal. “Aquí respiré por primera vez las auras vitales, y abrí los ojos a la hermosa luz. Aquí me dio el pecho la nodriza la primera vez. Aquí recibí, al nacer, las primeras caricias de mis padres, y este lugar oyó mis primeros vagidos. Aquí estaba la cuna donde me acostaban; aquí me cantaba mi madre para que me durmiera. Aquí me colgaba del cuello de mi padre, y era peso dulcísimo para él, y carga agradable para el regazo de mi padre. Aquí me arrastré por el suelo; en esta pequeña era comencé a andar a gatas sostenido en mis tiernas manos; aquí comencé a hacer pinitos y, agitando el sonajero, le decía con mi media lengua ternezas a mi madre… (…) Aquí jugué a la guerra montado en una caña larga que hacía de caballo; pero mi juego predilecto era la peonza”.

Sorprende y enternece a la vez pasear por estas mismas calles por las que anduvo el niño Antonio Martínez de Cala que no usó nunca en su vida esa versión más solemne de su nombre, Elio Antonio de Nebrija, pero que sí empezaron a hacerlo algunos de sus descendientes directos, y, teniendo en cuenta que tuvo nueve hijos, no es de extrañar el empuje que tuvo el apelativo libresco de quien bien podría haber sido conocido para la posteridad como Antonio de Lebrija a secas.

Otro de los monumentos dedicados a Elio Antonio de Nebrija en un parque de su localidad natal, junto a un enorme libro abierto. JUAN CARLOS TORO

No deja de enternecer asimismo que la mayoría de las librerías que hoy quedan en Lebrija, lejos de focalizar asuntos demasiado cultos, apuesten precisamente por la literatura infantil. En la barriada Blas Infante se encuentra, por ejemplo, la librería Arco Iris, especializada en publicaciones para el primer público lector. La librería Isama, por su parte, no solo tiene libros infantiles, sino que es más bien una tienda de regalos. En De liberis educandis, Antonio de Lebrija dejó escrito, tan adelantado a su época que, “castigar con azotes a los niños es algo deforme y servil. Y ciertamente una ofensa si se tratara de personas mayores. Finalmente, si alguno fuera de espíritu díscolo, que no se corrige con la represión, se enderazará con los golpes, como el asnillo de dura cerviz cuando recibe un peso mayor en su lomo. Hay que dominar al niño más por el pudor que por el miedo, si lo queremos conducir hacia las buenas obras”. En otras, palabras, que la letra no con sangre entra.

Una librería con 133 años de historia

La librería más antigua de Lebrija data del siglo XIX, concretamente de 1893, y por lo tanto tiene ya 132 años, una cifra que asombra para un negocio que hoy por hoy no lo es tanto y que en este caso ha atravesado, en el mismo sitio, junto a la Plaza del Ayuntamiento, nada menos que tres centurias. Se trata de la Librería Marchena, que precisamente estos días espera licencia del Ayuntamiento para trasladarse por primera vez en su historia más que centenaria de local, apenas 50 metros en la misma calle.

Bartolomé y Yolanda, dos hermanos lebrijanos que regentan la librería más antigua del municipio, con 132 años de historia. JUAN CARLOS TORO

Lo de Marchena viene del apellido del hijo de la primera dueña de la librería. Aquel señor se llamaba Jerónimo Marchena Guerrero, y la librería está hoy en día en manos de la cuarta generación. “Esto era una casa en la que mi padre regentó durante toda su vida la librería. Se entraba por ese lado”, dice Bartolomé Vidal Aragón, quien junto a su hermana Yolanda lleva cuatro décadas al frente de este establecimiento que, como todas las librerías lebrijanas, no tiene más remedio que sobrevivir vendiendo además todo lo que puede ofrecer una papelería e incluso algunos refrescos y bebidas para ese tipo de clientela que frecuenta tanto el local no porque busque libros sino porque anda por la plaza más céntrica de la localidad.

“Cuando nos traslademos podremos tener más libros, y exponerlos en condiciones, porque aquí ya apenas tenemos espacio”, explica Bartolomé, mientras enseña el último Premio Planeta y asegura que novelas así, con tanta publicidad, se venden con cierta facilidad.

Ateneas, librerías inteligentes

En Lebrija, por otro lado, también existen dos librerías con el nombre de la diosa griega de la inteligencia: Atenea I y Atenea II, una en la céntrica calle Arcos y la otra en la Avenida de Andalucía. Desde hace 22 años son propiedad de Rocío Bellido y su hermano, “pero llegamos a tener cuatro”, asegura ella, que tomó las riendas del establecimiento que actualmente regenta cuando ya llevaba funcionando una década.

Las librerías de Lebrija, como casi todas, sobreviven gracias a la venta de best sellers. JUAN CARLOS TORO

“Quienes leen de verdad, siguen prefiriendo el papel, a pesar del boom que tuvieron los libros electrónicos”, asegura esta experimentada librera que, en un día tan especial como el de hoy, no descarta “hacer algún tipo de descuento, al menos hasta el 5%, que es el que nos permite la ley”, aclara. Rocío recuerda que, en varias ocasiones al año, los descuentos son más notables aún, como cuando “vamos a los coles o institutos y allí puede sumarse nuestro 5% con el 10% que aporta el propio centro o con otro descuento que aporte el Ayuntamiento”.

La librera lebrijana, que también reconoce ayudarse de los productos de papelería porque “si no, esto no sería rentable”, asegura que, al margen de la novela histórica, que lleva muchos años de moda, también se vende mucha literatura juvenil, que ahora tiene un nuevo tirón con esas primeras ediciones en las que se decora la parte externa de las páginas y vale “un poquito más”. “A estos lectores no les importa pagar más”, asegura Rocío, a pesar de que, por otro lado, no hay más lectores porque a la gente le duele el bolsillo a la hora de pagar 22 o 24 euros por un libro”.

La librera lebrijana Rocío Bellido enseña algunos de los cajones con libros más antiguos que suele ofertar en la puerta de su negocio, a solo tres euros. JUAN CARLOS TORO

Actividades en Huelva, Sevilla y Cádiz hasta el jueves

Para conmemorar la efeméride de este 11 de noviembre, la Consejería de Cultura y Deporte ha organizado una serie de actividades que incluyen debates en torno a estos espacios culturales y encuentros con autores. Esta programación forma parte de la estrecha colaboración que mantiene el Centro Andaluz de las Letras (CAL), dependiente de la Consejería de Cultura y Deporte, con la Federación Andaluza de Librerías, poniendo de relieve el papel de las librerías como uno de los agentes esenciales en la cadena del valor del libro.

Ya el pasado sábado 9 se celebró en la Librería Rayuela de Málaga un club de lectura en torno a Tiburón blanco, el último título de Genie Espinosa. Ese mismo día presentó y firmó ejemplares de sus últimos trabajos la ilustradora Candela Sierra, Premio Nacional del Cómic 2025, en la librería Cómic Stores de la capital malagueña.

La librería Saltés de Huelva acogerá mañana, 12 de noviembre a las 19.00 horas, un encuentro con Luis Díaz, que conversará con Estrella Villalba. También en Sevilla, a la misma hora, se celebrará una mesa redonda, titulada ‘Librerías de Sevilla, espacios de confianza’, en Casa Tomada. La Biblioteca Pública Provincial ‘Infanta Elena’, también en la capital hispalense, ha preparado ya para el jueves día 13, a las 19.00 horas, una conversación sobre letras y deportes entre el futbolista del Betis Héctor Bellerín y la escritora ganadora del Premio Tusquets de Novela 2024, Silvia Hidalgo, sobre sus experiencias en librerías y bibliotecas.

Sobre el autor

Álvaro Romero

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