Las viviendas del barrio Los Tollos, en Lebrija, provincia de Sevilla, datan de hace 20 años, de cuando —aunque estuviera a la vuelta de la esquina— nadie sospechaba aún de la crisis económica de 2008. Sus residentes se fueron acostumbrando a aquel descampado triangular que siempre tuvieron enfrente, pero que en realidad era suelo terciario destinado a uso comercial.
Algunos incluso llegaron a imaginar que el día de mañana se convertiría en zona verde, pero el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de entonces y las actualizaciones de luego fueron taxativos con su destino, aunque no llegara, como les ocurrió en aquellos años a tantos solares que, de un tiempo a esta parte, se están colmatando y que están cambiando ahora la estampa mantenida durante todos esos años en que las obras de cierta envergadura lo tenían bastante cuesta arriba.
En realidad, el descampado —un triángulo de 743 metros cuadrados y 1.054 de edificabilidad— contaba hasta con un cartel de grandes dimensiones en el que se anunció durante años el uso para el que estaba destinado aquel suelo, pero la costumbre de que allí no se construía nada fue aclimatando la mirada de todos, y sobre todo “el sentido común”, dice una de las vecinas, Rocío, “de que, cuando se construyera, serían unos locales comerciales o algo parecido, pero no una nave que, si no es industrial, tiene toda la pinta de serlo”. De momento, y según se aprecia por los postes de la estructura, ya alcanzan los diez metros de altura.
Hace solo un par de semanas, cuando se levantaron estos postes gigantes sobre los que se han ido colocando las vigas –ahora faltan los muros de hormigón-, los vecinos han visualizado de súbito lo que les espera y han montado en cólera, a pesar de que la concesión de licencia al empresario para que construya ahí su nave es totalmente legal.
“Unos más cabreados que otros, pero lo cierto es que nadie se esperaba esto aquí”, asegura Arantxa, otra vecina que dice “no levantar ni el toldo de su porche para no ver lo que están construyendo delante de mi casa”. “Soy originaria del País Vasco, aunque luego viví en Cantabria, pero me casé con un jerezano y me vine precisamente aquí porque nos gustaba la zona”, dice ahora, señalando la nave en construcción delante de su misma puerta y de la de todos sus vecinos.
“Los cimientos los fueron haciendo lentamente, pero la estructura va a tal velocidad, que ni el día que llovió pararon”, dice, sorprendido, David, otro de los vecinos que apela “al sentido común” a pesar de que la construcción sea legal y ya con esperanzas solamente de que la nave, al menos estéticamente, no cause un impacto tan negativo”.
Eso es lo que les garantizó el alcalde, Pepe Barroso (PSOE), a los vecinos afectados el día que los recibió y “les entregamos toda la documentación que pidieron”, dice el primer edil de Lebrija, al tiempo que recuerda que, si el Ayuntamiento se negara a conceder licencia a una obra que cumple todos los requisitos, estaríamos cometiendo una ilegalidad”.
A la venta desde hace 20 años
El concejal delegado de Obras y Urbanismo, Antonio Marchal, por su parte, recuerda que el planeamiento de aquel terreno data del año 2000; que el PGOU que reguló el uso comercial en ese suelo terciario data del año 2003; y que la revisión de ese plan urbanístico se hizo en 2015, y que desde el principio ha habido en el solar “carteles que anunciaban su consideración”.
En cualquier caso, también él se ha reunido no solo con los vecinos, sino con el empresario propietario de la parcela que está construyendo la nave, Vicente Vázquez, y “hemos llegado al acuerdo con él hasta donde podíamos llegar, es decir, a pedirle que flexibilice la estética de la nave, haciéndola cuadrada para que ni siquiera tenga el aspecto de una nave industrial, que coloque unos escaparates, etc.”.
El solar estaba a la venta desde hace dos décadas, porque primero era de un propietario, luego lo compró La Caixa y más tarde lo adquirió el empresario Vicente Vázquez, que tiene en la cabeza este proyecto desde hace cuatro años.
Habla el propietario de la nave
El empresario, un gallego que lleva visitando Lebrija muchos años por amistades y que se instaló como vecino del municipio hace ocho, dice “entender hasta cierto punto las protestas vecinales”, pero también se pregunta “qué dirán cuando se les construya en la parcela que todavía es un solar otro comercio, una discoteca por ejemplo, o cualquier establecimiento”, apunta él, sorprendido porque no protesten “por el Mercadona que les han instalado a 150 metros de allí o por el edificio de la Protección Civil” o simplemente “porque pensaran que aquel solar no se iba a construir nunca”.
“¿Qué esperaban, que el solar se iba a quedar así eternamente?”. También Vázquez se ha reunido con el vecindario, "pero piden cosas que no son posibles, como que yo abandone mi proyecto o que a ellos les siga dando el sol", afirma.
La nave de Vázquez albergará hasta siete barcos que él suele comprar en Europa -principalmente en Francia- para arreglarlos, exponerlos y revenderlos. En la nave también se repararán motores y otras piezas de embarcaciones, pero se necesita esa altura para el velamen. La mayoría de las piezas se venden por internet, pero muchos clientes o empresas náuticas vendrán a Lebrija para cerrar los tratos en estas nuevas instalaciones. Además, será una empresa lebrijana la que reparará la tapicería de estas embarcaciones, “porque otras cuestiones más técnicas las arreglarán empresas de Sanlúcar de Barrameda o de Cádiz”, apunta el empresario.
Más allá de lo que permite la ley, los vecinos de estas viviendas ahora tapadas por la nave consideran que “la edificación supondrá un grave impacto negativo para nuestro entorno” porque rompe la armonía y la estética del barrio, caracterizado por viviendas bajas, zonas ajardinadas y espacios pensados para el disfrute vecinal”, para que paseen las personas mayores y que jueguen los niños, según han expresado en una octavilla que han distribuido por todo el pueblo para que los lebrijanos firmen “y proteger así nuestro barrio, nuestras familias y nuestro entorno”, dicen.
Más allá de lo estético
Al margen de lo puramente estético, lo que teme el vecindario es que el impacto de esa gran nave que tapa la visibilidad de las viviendas desde determinadas perspectivas afecte también al valor de las viviendas, “provocando una clara devaluación del entorno urbano y residencial”, comenta David, quien insiste en que, “aunque sea legal porque esa parte del PGOU no se corrigiera, deberíamos contar con el Ayuntamiento para la paralización inmediata de ese proyecto y la revisión del PGOU”, dice. “Es que si yo ahora quiero vender mi casa e irme a otro lado, voy a perder veinte o veinticinco mil euros seguro”.
“Y las casas costaron muy caras, porque además se suponía que mucha gente de Lebrija se quería venir a esta zona a vivir”, insiste Arantxa, mientras señala la otra parcela que tiene la barriada a la derecha, también suelo de uso terciario de uso comercial que, según tienen entendido los vecinos, “también está ya vendido”, aunque el solar en cuestión en el que se está haciendo la nave “se lo compraron a La Caixa muy barato”, asegura Arantxa, “y supongo que por eso no se habrán ido a un polígono industrial”, insiste David.
El coordinador de Vox en Lebrija, Antonio Jiménez, ha sido el único político —sin representación municipal— que se ha solidarizado con los vecinos afectados al ofrecer una rueda de prensa la semana pasada en la que denunciaba “la inacción total y la falta de previsión del gobierno local al no prever una construcción de este tipo en una zona residencial como esta”. “No solo es ya el impacto visual brutal, sino que los vecinos se verán perjudicados en el ámbito del ruido y del tráfico pesado. Es una auténtica barbaridad, un sinsentido”, apuntilla Jiménez.
