Las últimas sombrillas en Chipiona, donde hay 9 turistas por cada vecino: incluso el sevillano asume que es demasiado

En este rincón de turismo familiar no emerge el turismo de borrachera más nocivo, pero el verano de 2025 apunta a ser el más masivo. Una playa amenazada, una calle que algunos llaman Sierpes... la pregunta es si la histórica hospitalidad del chipionero se ha alcanzado el exceso

Una familia se dirige a la playa de la Cruz del Mar por la calle Isaac Peral.
30 de agosto de 2025 a las 08:50h

Tiene Chipiona un aire a final de las cosas porque por primera vez en meses llegan a dar ganas de echarse algo por encima al mediodía. Nada exagerado, porque uno al sol puede seguir tostándose vuelta y vuelta. Pero ya el aire llega cargado de septiembre. No ha acabado el verano, claro, pero se intuye el entretiempo, que es un periodo del clima pero también mental. Ayuda, eso sí, que este año el 1 de septiembre cae en lunes, lo cual otorga una cierta paz y sensación de orden para quien se fija en detalles intrascendentes. Por eso, este viernes era lo más normal que aún hubiera una amplia presencia de público por las calles, por el paseo y por las arenas.

La Cruz del Mar es la playa en la que desemboca la céntrica calle Isaac Peral, a la que algunos, sin que sea un alarde de originalidad, la llama Sierpes a modo de sevillanización. Por la localidad hay cerámicas de imágenes sevillanas como la Esperanza de Triana, la Macarena o el Cachorro. Pero no es menos cierto que aquí veranean también madrileños, jerezanos o gentes de la Sierra. Por lo que sea, preguntando al azar a un grupo, resultan que son sevillanos. Al azar de entre los muchos que toman moscatel o cerveza sobre la piedra del paseo tras pedir en el Proamar o en el Potalazo

El paseo que baja a la playa de la Cruz del Mar.  MANU GARCÍA
La escalera, consumida por el mar de fondo.  MANU GARCÍA

La Junta dio a conocer esta semana un estudio en el que advierte de que hay playas que se van a perder a lo largo de este siglo por culpa del cambio climático, y entre ellas está la Cruz del Mar. Manuela lo pone "en duda". María, en cambio, pertenece a la otra España que sí ve que existe un riesgo. Los argumentos son que llevan años advirtiéndose de un cambio climático que adelantaba sus consecuencias a años que ya han pasado, y por otro lado, que lo que es evidente es que cada vez ocurren más cosas que antes no pasaban. 

Ambas señalan a la playa de la Cruz del Mar y la balaustrada de acceso, la escalerita, que en su último tramo ha quedado sepultada por el episodio de mar de fondo de esta semana: las olas han empujado la arena y sepultado la instalación, quedando la sombrilla en algunos puntos muy cerca de la altura del paseo. José Manuel, que toma algo con ellas, sí pertenece a los que temen un futuro de un planeta cada vez más hostil al ser humano: "En lo que puedo, cuido el medio ambiente".

Manuela, María y José Manuel, sevillanos ya chipioneros. MANU GARCÍA

Y Chipiona, en general, necesita que la cuiden. No solo en lo medioambiental. Necesita que la cuiden en todos los aspectos. Hace unos años, poco antes del covid, la tasa de paro era de alrededor del 30%. El turismo trae empleo al menos temporal, veraniego. Un pueblo que ha vivido, como otros de la costa gaditana, con una doble identidad, la marinera y la agraria, que en Chipiona tiene la particularidad de la flor cortada.

Para este grupo de sevillanos, la cuestión es que Chipiona parece rondar el punto de saturación. Hasta ellos, sevillanos, así lo perciben. Pero es que este grupo tiene esa doble identidad de chipioneros y sevillanos, porque después de 30 años veraneando, en realidad, en lo que pueden, cogen el coche y pasan buena parte de los fines de semana del resto del año aquí. Y eso hace que les duela cuando hay cosas que no van bien. A diferencia de lo que viene sucediendo con la queja vecinal de El Puerto o Conil, en Chipiona el problema no está en el turismo de borrachera, sino en la enorme cantidad. 

"Normalmente, en verano no solemos llegar hasta el centro, nos quedamos por la parte de la Laguna, que es más tranquila y es donde vivimos". Hacen la vida del pueblo, realmente. Por los años que llevan, seguramente no están en la diana de ese exceso cuando los chipioneros se desahogan con el tema. Aquí a los sevillanos despectivamente antes se les llamaba 'miarma', por la conocida expresión cariñosa que en Sevilla se emplea -que en realidad es ya un reducto lingüístico de algunos sevillanos, y en algunos casos de sevillanos y sevillanas de adopción que lo hacen suyo-. La cosa es que esto es Cádiz y la guasa que a lo mejor llevaba más maldad en los 80 y los 90 ha derivado casi en mote cariñoso. En ese debate lingüístico hay un debate social: si va con maldad, es que el exceso turístico ha alcanzado el máximo; si es carga con cariño, es que se aprecia la presencia sevillana como parte del pueblo de Chipiona. "Aquí hacen falta los miarma", te va a decir un chipionero que vive del turismo, y que hasta los primeros besos en un portal con 15 años se los dio con un hijo o hija de Híspalis.

La Peña Bética, rincón gastronómico y emocional.  MANU GARCÍA

Antonio es otro sevillano encontrado al azar, en la cola de la administración número 1 de Chipiona comprando la lotería. Explica medio en serio medio en broma que ha venido a Chipiona según iba la economía. En Torremolinos cuando ha habido mayor holgura, y en Chipiona cuando iba más apretado. Este año ha ido a ambos. "No me voy, donde vaya, sin mi lotería de Navidad". De esta administración salieron los segundos premios que se vendieron en el chiringuito La Manuela. Es parte del rito para mucho visitante. Por eso, por más décimos que se vendieran por el pueblo, a saber dónde residen los ganadores.

Los negocios, hacer el agosto solo en julio y agosto

Pablo se mantiene de pie en la puerta del bar Paquito, ubicado en plena calle Isaac Peral. Pendiente en el mediodía de este viernes de las mesas. "Desde julio no levantamos la cabeza", dice, porque es que no ha habido tiempo, porque este año ha habido muchísima afluencia. "El pueblo chipionero vive de esto". En su caso, ha estudiado Nutrición y sigue formándose. Ya trabaja en un gimnasio aunque en verano está en la hostelería. Su plan es vivir en Chipiona el día de mañana. "Quizás irme un tiempecillo a Sevilla, por ejemplo". Pero hacer vida aquí significará comprarse una casa, con el mercado siempre al alza y las dificultades que eso reporta. Este año, ha habido alegría en el consumo, quizás más que otro año. "Aquí la especialidad es el atún rojo de almadradaba, pero han salido muchos langostinos y gambitas también".

En esta calle, algunos comercios advierten de que ha habido algún robo. Hay un grupo de whatsapp donde se dan aviso de si tal o cual está actuando o está volviendo a actuar. Hay cierto hartazgo. En uno de esos negocios entraron de madrugada pero el dueño no quiere darle más importancia: "No, porque le va a dar mala fama a Chipiona y no es verdad". Por lo general, donde hay multiplicación de personas, hay también quien va a hacer su agosto -nunca mejor dicho-. Pero Chipiona mantiene el ambiente familiar sobre todas las cosas. Ni tiene discotecas masivas ni otros espacios que multipliquen al turismo nocivo. Simplemente es que hay mucha gente y entre ella llega también quien quiere liarla.

Colas para el sorteo de Navidad, rito para muchos de final del verano.  MANU GARCÍA
Pablo, a las puertas del restaurante donde trabaja.  MANU GARCÍA

De las calles chipioneras sabe mucho José Luis, cuponero sanluqueño que trabaja aquí todo el año. "Hay gente que se queja de que lleguen los miarmas, como tú dices, pero son de buen trato. En invierno aquí no hay ambiente. Sanlúcar sí lo mantiene todo el año, pero Chipiona no". Por lo general, explica, al de fuera aquí se le da la bienvenida. 

Aparcero: más apoyo de las administraciones y desestacionalizarse

Luis Mario Aparcero, alcalde chipionero por un partido localista, explica que la gente aquí "acepta el turismo, porque es una fórmula de la economía de la que vive la ciudad todo el año. No hay que escuchar a las voces que están en contra". Este verano que va acabando ha sido "especial", reconoce, porque parece ser el más masivo. Se han unido varios fenómenos, como que haya localidades de costa con 43 grados en la pasada ola de calor

Lo que requiere esta masificación, que no es solo de Chipiona sino de "toda la costa", insiste, es más medios de parte del resto de las administraciones: movilidad por carretera, por tren, para el vehículo privado y para el transporte público... "Hacen falta inversiones en todos los aspectos, también en la lucha contra el cambio climático, en infraestructuras, espigones, regeneración de playas...". Y en eso, dice, "está enfocado el alcalde de Chipiona". En eso, y en que la temporalidad del turismo pase a desestacionalizarse, una palabra que es larga pero habitual porque se escucha y lee cada verano y cada vez que llega Fitur.

Las cifras de incremento de habitantes resultan brutales. Chipiona, dice, se acerca a ser el municipio con más habitantes durante algunos días de pico de agosto. Los dos grandes núcleos son Chiclana y El Puerto, pero quizás ni en estos hay una proporción como la de Chipiona. Porque si en otros sitios la población de invierno se multiplica por dos o por tres o por cuatro, lo cual es muchísimo, en Chipiona tienen calculado que se multiplica por 9 o por 10. Es decir, de los 20.000 censados, "pasamos a unos 180.000 o 200.000 en algunos días", relata el alcalde, según las cargas de basura y el consumo de agua, indicadores habituales para medir la población estacional. Eso significa que se multiplica por diez, o que por cada habitante, en verano llega a haber nueve visitantes. 

Un alojamiento en primera línea de playa recientemente inaugurado.  MANU GARCÍA

Y eso genera retos en la gestión: mantener limpia una localidad nunca es fácil, pero cuando hay tanta gente en la calle, mucho menos. Y en esas también pide inversiones directas en servicios públicos cono la sanidad o la seguridad. El objetivo es múltiple: ofrecer un turismo de mayor calidad, "frente a la cantidad", y que la convivencia con el turista sea mejor para el chipionero. Pero eso no hace olvidar que la primera industria en España es el turismo, así que "cuanta más gente venga, mejor. Pero ya esto se ha acabado, hay que hacer un esfuerzo si queremos que España sea referente". La clave es política. Pone el ejemplo del famoso Plan Romero para El Rocío, con un millón de personas alrededor de la Aldea, y que viene acompañada de seguridad, sanidad y hasta aparcamiento. "Tenemos que tomarnos en serio estas reivindicaciones". 

El paseo, la playa y los corrales.  MANU GARCÍA

En cualquier caso, el balance es bueno. Y saca a colación un estudio que dijo que Chipiona es el pueblo "más feliz de España". Algo que se analizó desde Inglaterra, "que no es algo que diga este ayuntamiento". Por su forma de vivir, por el clima, por la diversidad, la gastronomía... Si quiere seguir siendo, "todas las administraciones tienen que ponerse las pilas". No vale solo con la histórica hospitalidad chipionera. Que nadie pone en duda. Ni el sevillano. Cuando el propio visitante ya intuye que esto, si no ha tocado techo por masividad, está cerca de hacerlo después de este verano.

Sobre el autor

Pablo Fdez. Quintanilla

Ver biografía