'Los impacientes', el 'pelotazo' al que la pandemia robó muchos aplausos: "Sólo quiero una actuación más"

Antonio Domínguez cantó junto a su chirigota en Madrid días antes del estado de alarma, y le esperaban muchas decenas de contratos que han quedado en nada. "No estoy motivado para escribir, no sé si el año que viene habrá concurso".

Antonio Domínguez, a la izquierda, durante una actuación en el Falla el pasado concurso con Los Impacientes. FOTO: Ayto Cádiz-Manuel Fernández
Antonio Domínguez, a la izquierda, durante una actuación en el Falla el pasado concurso con Los Impacientes. FOTO: Ayto Cádiz-Manuel Fernández

La chirigota de Los Impacientes no se llevó el primer premio del Falla en el pasado concurso de carnaval en Cádiz, pero aunque los puntos dijeran otra cosa, las risas del público en la llegada a la élite del carnaval para un grupo de chavales jóvenes de la vecina Puerto Real les convirtieron en la sorpresa, o como se dice en el argot carnavalesco, en el pelotazo. Será cuestión de tiempo saber si tendrán otra ocasión, aunque el talento que desprenden invita a pensar que sí. Sólo que la pandemia ha robado miles de aplausos a una chirigota a la que la gloria le duró poco tiempo.

Antonio Domínguez (Puerto Real, 1990) es conocido ya como Antoñito, uno de los dos autores de letras e ideas de esta agrupación, junto a Fermín Coto, y la música de Sergio Guillén. Como cada fin de semana, el próximo le tocaría estar en cualquier punto de Andalucía o de España con un contrato. Al fin y al cabo, las agrupaciones pertenecen al sector cultural, y la suya es una actividad económica que desde hace años se tributa incluso con CIF propio -esto es, como sociedad-. Pero la profesionalización de esta fiesta aún es cosa de algunos y, quizás, no está bien visto del todo. Sea como fuera, Antoñito se sigue quedando con los aplausos. "Jamás hemos hecho esto por una cuestión económica", explica a lavozdelsur.es.

La chirigota está llevando "bien" el confinamiento. Domínguez trabaja en el sector de la aeronáutica en Puerto Real. Allí pasa ahora 8 horas con mascarilla y un mono de trabajo. Tuvo dos semanas de confinamiento total, cuando se suspendió toda actividad no esencial, en los que llegó a pensar una idea para el año que viene. "Tomate (Sergio Guillén) ya tiene el pasodoble, tenemos la idea estructurada... La chirigota se llamará Tó me pasa a mí, jugando con lo que nos ha pasado, porque el año ya está perdido, pero estoy desmotivado, no me sale escribir... No sé si habrá concurso el año que viene, y si lo hay, ¿cómo nos metemos quince a ensayar antes de haya una vacuna? En el grupo hay dos sanitarios, sería estar con mascarilla, ahora coges el pito, ahora no... Y esto es para disfrutar, no para pasarlo mal".

Lo que les ha pasado es que gran parte del carnaval que se ganaron a pulso sobre las tablas, con el cariño del público, lo ha roto la pandemia. El año pasado ya tuvieron mucho cariño entre el público y firmaron unos 30 o 40 contratos, aunque no recuerda exactamente. Además, muchas actuaciones benéficas. Este año, calculaba Antonio, serían unas ochenta. De esos, unos 15 ya se pudieron realizar en las semanas previas al confinamiento, menos de un mes después de acabar el concurso.

Las primeras semanas después de bajar el telón fueron de carnaval en la calle, con momentos inolvidables ("me quedo con la plaza Fragela, al final de la tarde el domingo, que desde las escaleras de Medicina sólo se veían cabezas, y pensábamos que cómo iba a ser esa gente para vernos a nosotros, una cosa que yo solo había visto cuando cantaba Martínez Ares") y algunas actuaciones cobrando. Unas 15. Cerca de Cádiz durante las fiestas de carnaval en la calle, hasta llegar a Madrid el puente de Andalucía.

https://www.youtube.com/watch?v=DbW3QNvp9tI

Tras ello, una vez que comenzaron a ver lo que estaba ocurriendo, lo que se venía encima, llegaron a preocuparse. En su actuación había miles de personas, y pensaron en "las fotos que nos hacíamos, los abrazos... Además de la gente que había venido a Cádiz por carnaval, que no quedaban trenes vacíos desde Madrid". Y todo ello porque, como ya se sabía, los síntomas tardaban dos semanas en aparecer, pero el tiempo pasó y la suerte estuvo del lado de ellos, cosas, quizás, de Dios Momo.

La última actuación que realizaron fue un fin de semana más tarde, el famoso fin de semana del 8-M, justo el momento en el que la situación se fue de control en España. En Jimena, recuerda Antonio, cantaron por última vez Los Impacientes. Ese mismo fin de semana, al menos, también lo hicieron en su Puerto Real. A los pocos días llegaron las cancelaciones. Valencia, Almería, Barcelona, Valladolid... "Sabíamos que seríamos la chirigota de moda por lo que sentimos en la calle, en el Fallla, en la final, cuando cantamos a las siete y media de la mañana y la gente nos estaba esperando". De hecho, ocurrió algo que no tiembla en considerar indefendible, los abucheos que recibió el jurado de parte del público. "No me gustaron nada, Vera Luque (primer premio) dio con los cuplés y muy buenos pasodobles. Eso no significa que tenga que estar de acuerdo, pero es el gusto de cinco. Lo que significó aquello, que no me gustó nada, era que le había gustado nuestra chirigota a la gente. No es como eso de que canten campeones en Preliminares. Lo que sentíamos era el cariño de la gente". Quien lo desee, tiene una amplia hemeroteca de debates sobre si debieron ser primer premio o no.

Sobre la pérdida de los contratos, cuenta con sinceridad que "nunca hemos vivido de esto, cantamos pero no por un dineral, y siembre hemos ido a benéficos, a hacer favores. Pero claro, este año, por oídas, pensábamos que íbamos a llegar a esas cantidades, que Selu y Vera las tienen más veces, pero nosotros somos una chirigota joven y, en ese aspecto, en parte, sí significaba verle algo de dinerillo". Lo que consiguieron en los primeros días de contratos ha ido para "la inversión, el tipo (disfraces), la puesta en escena, los forillos ignífugos, el artesano...". Eso cuesta mucho dinero. Hay grandes agrupaciones que sobrepasan los 30.000, 40.000 euros para cuatro noches de teatro, para convertir la media hora de cada una de las cuatro actuaciones en un espectáculo más allá de las voces y compases. Quizás, la de Antoñito sí era más modesta, dentro del tipo de las chirigotas que suele tirar más de ingenio que el de comparsas o coros. "Hemos ganado lo justo para pagar".

Lo que más le duele a Antonio y a su chirigota es "los viajes, los aplausos, cantar...". Y, con todo, ya se siente "superpagado. No estamos afectados por lo económico, sino por no ir al País Vasco, Valencia, Almería, todo ese cariño". Y es pesimista respecto a volver a ponerse el disfraz. Porque "se rumorea que para el próximo febrero, si hay una vacuna, el carnaval puede ser lo primero que se libere, pero nosotros ensayamos mucho, desde septiembre. Otros grupos desde octubre o noviembre, que yo digo que no sé cómo lo hacen, pero nosotros sí lo hacemos así". Desde que tienes una idea hasta que vas a cantar va evolucionando. Sin ensayos, con las distancias sociales, es difícil. "El año yo creo que está perdido. Sólo espero que podamos cantar por lo menos alguna vez más, un poco más el repertorio, porque nos gusta disfrutar, disfrutar el personaje, contar chistes...". Y este año, apunta, tiene en mente una nueva idea "compleja", como el de los dos últimos concursos. "En noviembre no podemos empezar". Quizás, ante un carnaval raro, puedan recuperarla, quitarse la espina de la crueldad de que el año que les tocara la gloria fuera el año 2020, indica, con alguna actuación que pueda sacar a pasear su nueva idea y la de Los Impacientes.

https://www.youtube.com/watch?v=jNGivChaLt0&t=740s

Además, después del pasado concurso, dejando el listón alto, asume "el nivel que nos van a pedir. Si vas al teatro, después la gente no entiende lo que ha pasado, del coronavirus se olvidan, porque quieren calidad. Para pasarlo mal, hablo por mí, no por el grupo, quizás preferiría una chirigota callejera". Eso significaría menos meses de ensayo, comenzar a ofrecer el repertorio un mes más tarde que en el concurso y poder adaptar mejor todo a un público diferente, quizás menos juzgador.

Preguntado sobre si asumiría un concurso del Falla sin público, al estilo de lo que plantean para espectáculos deportivos, vuelve a hablar por él, "no por su grupo", para indicar que "si hay que ir al teatro sin público, se va, pero cuando vas a cantar allí, vas a cantarle a tu gente, a disfrutar con la gente. Estaría la tele, pero creo que para mí no sería una bonita experiencia, con un teatro vacío. Cuando vamos al concurso, vamos a quedar lo mejor posible, pero del carnaval, el 80% es el cariño de la gente". Gran parte de ese cariño se lo ha llevado, también, el coronavirus. 2020 fue oscureciéndose para todos. Las risas, los ratos de carnaval, por ahora, también se están apagando.

 

Sobre el autor:

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Pablo Fdez. Quintanilla

Licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria periodística en cabeceras de Grupo Joly y he trabajado como responsable de contenidos y redes sociales en un departamento de marketing antes de volver a la prensa digital en lavozdelsur.es.

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