La 'magia' de descubrir la naturaleza

La granja escuela Buenavista, situada en la Junta de los Ríos, cumple 30 años formando a menores que entran en contacto con animales y plantas en un entorno único

Alumnos se dirigen al taller de apicultura. FOTO: MANU GARCÍA.
Alumnos se dirigen al taller de apicultura. FOTO: MANU GARCÍA.

“¡Despacio! Niños jugando”, avisa un llamativo cartel, de colores, en la entrada de las instalaciones, a las que se accede tras cruzar una verja automática que supone la entrada a la diversión. De pequeños y no tanto. La granja escuela Buenavista se asienta sobre una extensión de terreno de unas nueve hectáreas, localizada en la Junta de los Ríos —entre el Majaceite y el Guadalete—, que está repleta de choperas, cipreses, naranjos, praderas y una gran variedad de especies vegetales, ya que ahí se encontraba un antiguo vivero antes de que un grupo de amigos, la mayoría profesores, decidiera inaugurarla. Eso fue a finales de 1987. En un principio se iban a instalar en una finca que se llamaba Buenavista, de la que cogió su nombre la cooperativa que formaron los fundadores, que se mantienen hasta hoy. “Pero un día vimos este espacio, que estaba abandonado”, cuenta Luis Rodríguez, responsable comercial de la cooperativa, que entró como monitor de actividades teatrales. “Venía para tres meses y llevo 30 años”, cuenta.

La vaca Luci es una de las históricas de la granja escuela. FOTO: MANU GARCÍA.

Él fue uno de los que, recién salido de la carrera, pidió un préstamo para poder costear su sueño, que no era otro que exportar el modelo de granja escuela que habían visto en Guadalajara. Por aquel entonces, en la comunidad andaluza solo había tres, dos en Granada y una en Málaga. “Fuimos la primera de Andalucía occidental”, cuenta orgulloso Luis. A los impulsores del proyecto “les gustó la idea de enseñar fuera de las clases”. Y desde entonces no han parado de hacerlo. Cuando lavozdelsur.es visita las instalaciones, están alojados en ellas un centenar de alumnos del CEIP Felipe Neri de Cádiz. “Es un acto de superación para ellos”, cuenta una de las profesoras que los acompaña. Para muchos es la primera vez que pasan unos días fuera de sus casas, por lo que aprenden a ser autónomos. “Es un reto”, insiste la docente, quien asegura que “algunos de los que la lían en clase no te enteras de que están aquí”, por lo que se muestra encantada con la experiencia.

Los alumnos del colegio gaditano están repartidos en grupos por todo el recinto. Unos conocen el entorno del río Guadalete, mientras otros están en el huerto, al mismo tiempo que algunos se turnan para montar a caballo o para asistir a un taller de apicultura y aprender in situ el proceso de extracción de la miel. Otros tantos corren alrededor del establo, donde hay toda clase de animales. Allí están la potra Carmela, las yeguas Castañuela y Sombra, la vaca Luci y el más veterano, el mulo Carbonero, que tiene más de 40 años. Además, también hay gallinas, cerdos, conejos, cabras, ovejas… “Somos amantes de las experiencias en directo”, cuenta Luis, quien señala que en la granja escuela apuestan por “la naturaleza y el mundo de la expresión”, ya que durante su existencia han realizado talleres de radio, fotografía, imprenta, teatro… “El nivel de convivencia que hay aquí no se adquiere en otras excursiones, tiene algo de magia”, expresa Luis. Eso lo saben los miles de alumnos que han pasado por la granja escuela durante sus tres décadas de existencia, a los que no se les olvida la experiencia. “Ahora estamos abarcando el mundo familiar, por lo que los que venían de pequeños ahora traen a sus niños”, explica el responsable comercial de la cooperativa, quien asegura que es “señal de que les ha marcado”.

La granja escuela también cuenta con un huerto escolar. FOTO: MANU GARCÍA.

En la granja escuela, a las ocho y media de la mañana empieza a sonar música por los altavoces del recinto, señal inequívoca de que hay que levantarse y prepararse para el desayuno, que se sirve media hora más tarde. “Somos como una gran familia, en los comedores todos echan una mano a la hora de recoger”, explica Luis, quien señala que los pequeños también arreglan las habitaciones en las que duermen, cada una de las cuales lleva el nombre de alguno de los animales de la granja. “Aquí aprendemos a convivir”, señala. Después de desayunar llegan los talleres y las actividades. Se puede, desde, elaborar pan a practicar deportes de cuerda, montar a caballo o hacer piragüismo por el Guadalete. No hay lugar para el aburrimiento. Unos cuantos escolares trabajan el huerto, acompañados de una monitora. Hoy toca plantar tomateras. “Nuestra idea es recuperar el mundo tradicional”, dice Luis. Por eso también enseñan a los pequeños a hacer figuras de barro, cestas de mimbre o tapices.

Un monitor ayuda a un alumno a trepar por el rocódromo. FOTO: MANU GARCÍA.

La sociedad cooperativa andaluza Buenavista nació a mediados de la década de los 80 impulsada por un grupo de amantes de la naturaleza, entre los que hay ingenieros agrícolas, profesores, biólogos… “Llevamos 30 años con el mismo personal”, expresa Luis, al mismo tiempo que reseña que en verano, cuando se celebran campamentos, llegan a ser 40 trabajadores entre la granja escuela y el aula de la naturaleza Higuerón de Tavizna, situado en el Parque Natural Sierra de Grazalema, la otra pata de la cooperativa. “No imaginábamos que íbamos a llegar hasta aquí”, dice Rodríguez.

“Cuando empezamos no había un duro, se hizo el proyecto y se presentó a Diputación de Cádiz”, rememora, una institución que apostó por la granja escuela en sus inicios y ayudó a ejecutar la permuta de los terrenos, que eran del antiguo Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (Mopu), que se los traspasó a la institución provincial para así cedérselos a la cooperativa a través de una concesión administrativa. Precisamente la Diputación estuvo presente en la celebración del 30º aniversario de la granja escuela, una institución que “seguirá apostando por líneas de actuación como ésta, que consoliden nuestra apuesta por el desarrollo sostenible que tan necesario se hace en estos tiempos de continuas emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, de cambio climático y de potenciación del producto local”, en palabras de su vicepresidenta, Maribel Peinado, responsable del área de Desarrollo Sostenible.

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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