Como quien va con la L por carretera, hay cosas que distinguen a lo lejos sin necesidad de distintivos según cómo se coloque la sombrilla en la playa. No es una ciencia exacta. Nadie es ajeno a que se le vuele. En las costas andaluzas, eso de ver rodar una sombrilla a lo lejos no es poco habitual. Porque el viento a veces llega, aparece un momento y no se deja ver en varias horas. La magia del levante, señoras y señores.
Durante muchos años, ya no, hubo quien no se quería complicar y se dedicó a colocar sombrillas en Rota cada mañana. Desde las 8 de la mañana. Sombrillas de particulares en la Costilla, la principal playa urbana de Rota. El plan es el siguiente: al comienzo del verano, le dejas a Juan tus sombrillas y tus sillas y en lugar de tener que subirlas a tu casa o apartamento tras la jornada de playa, las dejas allí, en un local. Antiguamente, Juan no solo las guardaba, sino que la clavaba en la arena para que cuando llegaras ya tuvieras tu sitio. "Eso ya no", cuenta. "Era mucho trabajo". Hubo quien se quejó porque al final eso era guardar el sitio.
Juan lleva casi 40 años dedicado a la sombrilla y la butaca cada verano. "Desde que tenía 24 años y tengo 62", cuenta. Comenzó en lo que era el hotel balneario Nuestra Señora del Rosario, donde hoy está el restaurante Jumbo, apenas a unos metros del local de Juan. "Había un hombre que hacía lo mismo que yo". Por entonces, no existía el actual paseo marítimo y la playa (incluido el oleaje) llegaban hasta donde está hoy la bajada que proviene del centro de Rota, plazas importantes, iglesias y castillo. Cuando esto era poblado de pescadores.
Arrancó allí y se acabó dando a conocer. Pero el local cerraría con una obra y Juan se fue a buscar la vida. En un local primeramente que no estaba en primera línea de playa. A los siete años, en un local que sí está directamente a pie de playa.
Son en total 38 años. Calcula Juan de que de media cada mañana desde las ocho clavaba cada día de verano unas 60 sombrillas, a las que acompañaba de su respectiva hamaca. Aquellas sombrillas de hace más de 30 años que eran, por cierto, purito hierro, que tenían consistencia para ponerle en lo alto un rascacielos, a diferencia de las de ahora, que son de aluminio por no llamarlas de papel.
Entonces, hay que hacer los cálculos. A una media de 75 días de verano (desde finales de junio hasta la primera semana de septiembre), unos 34 veranos en ejercicio, según el cálculo de unas 60 sombrillas diarias, salen 153.000 sombrillas en total, unas 4.500 cada verano. Y tiene un truco: ponerla sobre tierra mojada en una zona que va a acabar secándose.
En esto, Juan ha conocido a todo tipo de personas. En Rota, de siempre se ha sabido de presencia mayoritaria desde Sevilla y desde Jerez, casi tantos como propios roteños en verano. "Hay buenos y malos en todos lados". Da igual la procedencia, le vas a caer bien o mal por quien seas. E insiste: "Los sevillanos se creen que por decirles 'miarma'...". Con cierta carga lo dice quien tan bien con todos los visitantes se lleva.
Una computadora mental
Y de todos los que le conocen, nada más que ve llegar ya sabe qué sombrilla y qué silla es de cada quién. Tiene un pequeño libro, un registro. Pero casi todo lo hace ya de cabeza. Fernández, Pérez, Gómez. Estrella, Pepe, Luis. Hasta cuando es el niño o la niña el que pregunta. "Yo no sé usar ordenador". No da ni un tiquet ni nada. "Yo de ordenadores no tengo ni puta idea, pero lo tengo todo controlado. Cada familia va en un sitio", dice dentro de su almacén.
Surge una pregunta aventurada: ¿hay quien tiene cara de tener un tipo de sombrilla o un tipo de hamaca? ¿Puede conocerse a una persona por lo que lleva a la playa? "Tampoco es eso", ríe. Quizás por el tamaño de uno podría tener una de las grandes o de las pequeñas. Pero es que, lamentablemente, hoy todas las sillas se parecen muchísimo. "A ti te pega esta", dice al entrevistador señalando una de colores rosas. Una grande. Y sombrilla grande, viene a decir. Pero es que tantas se parecen. Quizás como la gente. Que cada vez todos nos parecemos.
Pero nadie, seguramente, se parezca a Juan. Es único. Lo dice una placa que le regalaron unas familias a las que le hacía este favor. "El único sombrillero y el mejor que habrá nunca". En 2022, Juan el Sombrillero fue invitado a realizar la izada de la bandera de inicio de la temporada de playas. Allí que fue Juan y le dieron sus aplausos y hasta una nota de prensa publicada por el Ayuntamiento. No le hace falta el reconocimiento para quien lo hace por amor al arte, sin retribución. Se lo agradecen cada día. Los que se ahorran el viaje por Rota cargados. Y los amigos que muchas veces le acompañan tomándose una cervecita con él. Juan es más de Rota que las calabazas. Y que las sombrillas.
