Joaquín Sabina y Miguel Ríos ya forman parte del callejero de Rota

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Los artistas dan nombre a dos avenidas de la zona de Punta Candor, un acto con el que el Ayuntamiento quiere agradecerles que pasen parte de sus vacaciones en el municipio.

Joaquín Sabina y Miguel Ríos dan nombre a dos avenidas situadas en la zona de Punta Candor, en la localidad de Rota, un gesto que el actual equipo de gobierno entiende como un reconocimiento y muestra de agradecimiento a que ambos pasen parte de sus vacaciones en el municipio e incluso que en alguna ocasión haya servido de lugar de inspiración para sus obras. "Cádiz y Rota en particular son sinónimos de amistad y felicidad", apunta Sabina, reconociendo que pasa parte del mes de agosto cada año en la localidad disfrutando sobre todo, de la compañía de amigos que también veranean en la villa y sintiéndose como un roteño más.

Acompañados por amigos ilustres como la escritora Almudena Grandes, Luis García Montero y Felipe Benítez Reyes, este último gran culpable de que el grupo de literatos eligiera la localidad como estancia temporal y vacacional, Miguel Ríos y Joaquín Sabina muestran su agradecimiento y satisfacción por dar nombre a dos avenidas que además están muy cerca de las que ya se rotularan hace unos años a nombre de Almudena Grandes y Luis García Montero. Y es que las calles elegidas no han sido al azar. Como explica el alcalde de Rota, Javier Ruiz, la idea es que esa manzana se cerrara con estas rotulaciones dedicadas a personas vinculadas a la música y cultura del país que cada verano se reúnen en Rota.

Para Sabina, todo empezó queriendo vivir cerca de Felipe Benítez Reyes, poeta roteño al que se le debe que Rota cuente en verano con un elenco de escritores importantes del que puede presumir a nivel nacional, con Almudena Grandes, Luis García Montero o Benjamín Prado. Miguel Ríos, por su parte, reconoce que lo más importante en la vida es que te quieran y que pongan una calle con su nombre es señal de ello. Agradecido, recuerda que su vinculación con Rota comenzó hace décadas, cuando venía en septiembre cada año a cantar a la desaparecida discoteca April. Eran buenos veranos en los que sus visitas las motivaba el trabajo. Hoy lo hace viniendo a su casa y disfrutándolo con amigos a los que ha destacado como "gente de valía incalculable".