El Faro de Chipiona, con sus 69 metros de altura —62 metros de torre más los 7 del edificio que lo sustenta—, se alza como el más alto de España y uno de los más imponentes del mundo. Desde su construcción en 1863, esta monumental obra ha sido uno de los elementos más reconocibles de este municipio de la provincia de Cádiz, además de un referente para la navegación en la costa andaluza.
Desde 1993, el faro está bajo la gestión de la Autoridad Portuaria de Sevilla, y su importancia no solo es histórica y marítima, sino también turística. Son cientos de visitantes los que, cada año, suben sus interminables escalones gracias a las visitas guiadas que organiza la Oficina de Turismo local. En el acceso, una exposición permanente da cuenta de la señalización marítima, la vía navegable del Guadalquivir y el papel estratégico del puerto sevillano.
Indignación por actos incívicos reiterados
Pese a su relevancia patrimonial y simbólica, el Faro de Chipiona no escapa a la falta de civismo. Hace unos días, la puerta de entrada apareció manchada con excrementos humanos, en lo que parece haber sido una acción deliberada. Según han denunciado desde Chipiona en Red, el responsable habría elegido ese lugar como improvisado baño. Un hecho que ha generado malestar entre los vecinos, quienes no dudan en calificar lo sucedido como "de vergüenza".
Desde la misma fuente han advertido que no se trata de un incidente aislado, lo que agrava la preocupación de la comunidad. "Es de vergüenza que se utilice un símbolo de nuestro pueblo como baño público", lamentan ciudadanos sobre este tipo de comportamientos que atentan contra uno de los mayores atractivos del municipio.
El edificio no solo representa una obra de ingeniería del siglo XIX, sino también un punto de encuentro entre la historia, la cultura y el presente de Chipiona. Su uso como atracción turística, educativa y punto estratégico en la navegación marítima hacen del faro un espacio que exige respeto y conservación.


