Vivir en una vía pecuaria en El Puerto: "Solo nos queda llamar a los Reyes Católicos, que hicieron las cañadas"

Los vecinos de La Cañada del Verdugo denuncian problemas de accesibilidad, falta de mantenimiento y carencia de señalización vial suficiente en esta área atravesada por una vía pecuaria

Vecinos del entorno de la Cañada del Verdugo en El Puerto.
Vecinos del entorno de la Cañada del Verdugo en El Puerto. MANU GARCÍA
06 de diciembre de 2025 a las 20:12h

Los coches atraviesan una vía que se extiende por la zona norte de El Puerto. Una madre con su bebé en un carrito mira a un lado y a otro para poder cruzar. Cuando siente que puede hacerlo con seguridad, se lanza al asfalto. No hay ningún paso de peatones a la vista. El más cercano, queda bastante lejos y otro, está desgastado y a escasos metros de la entrada desde la antigua carretera N-IV. “Aquí te la juegas”, dice Araceli Cabrero desde La Cañada del Verdugo. Esta granadina acaba de presenciar una escena que se repite a diario en esta parte de la ciudad donde viven más de 3.000 familias.

La señalización vial no es la única preocupación de los vecinos, que una mañana cualquiera recorren las calles con lavozdelsur.es. Sus viviendas se encuentran en las inmediaciones de una vía pecuaria, competencia de la Junta de Andalucía. En Andalucía existen 5.202 vías pecuarias clasificadas, que se extienden a lo largo de más de 34.000 kilómetros de longitud, y sus pies pisan una de ellas.

Esta circunstancia ha marcado el desarrollo de este barrio actualmente dividido en una mezcla de comunidades de propietarios, casas particulares y terreno calificado como Áreas de Regularización (ARG), esas que ansían un hueco en el PGOU (Plan General de Ordenación Urbana).

El crecimiento de la zona comenzó hace más de 50 años con los conocidos pisos de los americanos y La Valenciana. Después, hace ya tres décadas, se inició El Tomillar, y las construcciones se fueron extendiendo hasta las últimas registradas, en 2010.

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Cañada del Verdugo, donde crece la vegetación.   MANU GARCÍA

"En tierra de nadie"

“El deslinde de la cañada tardó muchísimos años. Conserva la medida original pero luego se convierte en un embudo, las construcciones se la han comido. Como el deslinde ha tardado tantísimo tiempo en realizarse, pues esto se ha quedado como en tierra de nadie”, explica Araceli, que lleva viviendo en la zona más de medio siglo.

Ella es la presidenta de la asociación Altos de la Bahía, que recoge el testigo de los primeros movimientos vecinales del lugar, que surgieron en los años 70, sobre todo, para luchar por la regularización. “Ha pasado por distintos proyectos de urbanización, pero se han ido cayendo y ahora está paralizado”, dice.

A esta demanda, se suman otras muchas por las que los vecinos no se cansan de alzar la voz. Como adecentar las zonas verdes y darles un uso. “La vegetación prolifera, pero no se hace nada”, comenta.

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Vegetación que prolifera en las inmediaciones de las viviendas de la zona norte.   MANU GARCÍA

“Ahí tiras una colilla y sale todo ardiendo”, dice Chuchi Gago, que llegó a la zona en los 90, a uno de los bloques de los americanos en Urbaluz y, desde hace unos diez años vive en la última comunidad de propietarios construida cerca de la autovía. “En verano crece y crece y se seca. Hemos llamado varias veces al Ayuntamiento porque un día se va a montar”, comenta este portuense.

Para él, el barrio carece de accesibilidad. Como persona con movilidad reducida, se encuentra con numerosas dificultades para transitar. Suele hacerlo en silla motorizada o en muletas. “Nunca se acuerdan de que tiene que dejar el ancho de una silla de ruedas alrededor de los contenedores. Yo no puedo pasar por aquí, tengo que bajarme a la carretera”, explica el vecino señalando un contenedor que no puede utilizar. Está rodeado de vegetación y todavía conserva las lindes de antiguos recipientes que obstaculizan el paso. “Están en medio, estorbando”, comenta.

Para Chuchi es una odisea salir a pasear por su barrio. Según manifiesta, las aceras de las calles no tienen rebajes, y las que lo tienen, no están terminados. “Cinco centímetros para alguien que va con una silla de ruedas es insalvable”, dice. Además, hay aceras que no presentan el ancho reglamentario y, algunas, incluso tienen farolas. “Yo aprovecho las bajadas de las casas para desplazarme. Cuando voy hacia el Tomillar, tengo que meterme en la calle de la derecha a buscar el rebaje de un chalet para poder cruzar”, detalla.

Chuchi, frente al contenedor de basura.
Chuchi, frente al contenedor de basura.   MANU GARCÍA
Vallas arrancadas en el parque Alcalde Hernán Díaz Cortés.
Vallas arrancadas en el parque Alcalde Hernán Díaz Cortés.   MANU GARCÍA

Son muchas las incidencias que ha registrado en la plataforma El Puerto Funciona, sin embargo, las respuestas que recibe suelen ser negativas o inexistentes. “Aquí lo que falta es buena voluntad por parte de quienes gobierna, de quienes están en la oposición y de quienes gobernaron hace años. Les da exactamente igual”, sostiene.

Un parque vandalizado

El 30 de agosto de 2024 se inauguró el Parque Alcalde Hernán Díaz Cortés, parque urbano rústico seminatural que recorre los Altos del Paseo, perfilando la carretera del Juncal. En poco más de un año, ya ha sufrido vandalismo.

Una familia acaba de acceder por el hueco de las vallas robadas. Los vecinos suelen ir con sus perros a pasear, atravesando primero la vía sin pasos de cebra. “No se ocupan del mantenimiento, todo está bravío. Aquella torre de electricidad debería protegerse, algún día se sube un crío”, exponen los residentes, que también mencionan que han dejado fuera del recinto, y oculta, parte de los pozos de La Piedad del siglo XVIII.

Acerado deteriorado y falta de mantenimiento

Pepe Rodríguez es otro de los vecinos que lleva años luchando por la mejora de la zona. Este portuense, presidente de la comunidad de vecinos El Tomillar Tercera Fase, vive allí desde finales de los 90. “Se olvidaron del norte, nada más que conocen este, sur y oeste. El norte no existe”, lamenta.

Interior del parque inaugurado hace poco más de un año.
Interior del parque inaugurado hace poco más de un año.  MANU GARCÍA

Durante el paseo por el entramado señala una serie de problemas que se ha encontrado recientemente. Por ejemplo, en la calle Ébano, un seto ha cogido altura, ha crecido y ha invadido casi la mitad de la vía. “El ingeniero agrónomo de medio ambiente tiene constancia de esto. Pero estamos esperando el trámite desde el 4 de abril. Hemos ido varias veces”, dice mientras señala raíces que han destrozado el suelo.

“Cada vez que falla una farola, desaparece, ni la arreglan ni la cambian. Y cada vez hay más oscuridad”, añade. Los vecinos comparten en varias ocasiones han convocado reuniones entre los presidentes de comunidades y concejales. No obstante, “la primera vez no vinieron y la segunda vino un concejal preguntando que para qué le habíamos convocado”.

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Pavimento levantado por el crecimiento de los árboles.   MANU GARCÍA
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Acerado deteriorado en una zona de la Cañada del Verdugo.   MANU GARCÍA

Sus voces se unen de nuevo para que las autoridades escuchen sus peticiones. Solo buscan transformar su barrio en un espacio digno para la convivencia y el tránsito de forma segura para todas las personas. “La cañada está deslindada oficialmente. A quien corresponda, que ponga pasos de peatones, incorpore rebajes y evite que proliferen estas plantas”, pide la presidenta.

“Que si el Ayuntamiento, que si la Junta… Ya solo queda llamar a los Reyes Católicos que hicieron las cañadas”, culmina Chuchi desesperado.

Modernización de Urbaluz

El Ayuntamiento de El Puerto ha trasladado a este medio que está pendiente de esta zona y que tiene acciones de desbroce previstas. “Ya llevamos a cabo algunas acciones e incluso asfaltamos hace pocos meses”, recuerda.

Recientemente, ha anunciado que El Puerto da un paso clave tras el acuerdo alcanzado entre los vecinos y Apemsa para renovar unas infraestructuras hidraúlicas que llevaban más de medio siglo en servicio en Urbaluz, parte de la zona norte portuense.

Según explica el gobierno local, la intervención responde a una demanda histórica: unas conducciones interiores de fibrocemento, situadas en viales privados de difícil acceso —en las calles Lebrillo y Botijo—, que jamás fueron recepcionadas por el Ayuntamiento ni incorporadas a la gestión municipal y cuya vida útil estaba ampliamente superada, generando averías constantes y amenazando la estabilidad del suministro.

Con el nuevo convenio, Apemsa asumirá la ejecución de la obra con garantías técnicas y a un coste inferior al del mercado, asegurando un caudal y una presión estables para todas las viviendas.

La empresa municipal ampliará además la garantía de las nuevas redes hasta los diez años, periodo en el que se encargará del mantenimiento y la gestión de las conducciones, con un plazo de ejecución estimado de dos meses. El alcalde, Germán Beardo, destacó que este avance se produce tras varias reuniones con la comunidad de propietarios, representada por José Gil Caballero.

“Hoy damos un paso decisivo para atender una reivindicación vecinal largamente esperada. Urbaluz cuenta con un gobierno municipal comprometido, que escucha y actúa para revertir años de abandono y mejorar de manera real la calidad de vida del barrio”, afirmó el alcalde. Según el Ayuntamiento, este convenio abre una etapa de mejoras progresivas en la urbanización, orientada a reforzar los servicios básicos y modernizar una infraestructura que llevaba cinco décadas sin renovarse. Este periódico ha intentado contar con versión de la Junta de Andalucía, sin éxito.

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Patricia Merello

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