El nuevo intercambiador de transportes de El Puerto apenas lleva dos meses funcionando, desde el 18 de agosto, y ya ha desatado una ola de quejas entre los usuarios. Varios pasajeros denuncian las largas esperas bajo un sol abrasador, sin sombra ni zonas adecuadas para resguardarse. “De vergüenza, una cola de dos horas y personas mayores a pleno sol. Hemos agotado las hojas de reclamación. Tercermundista”, protestan varios afectados a lavozdelsur.es tras transmitir su indignación de forma oficial.
La nueva infraestructura, situada junto a la estación de ferrocarril —entre el antiguo Monasterio de la Victoria y las vías del tren—, fue presentada como una apuesta moderna y eficiente para mejorar la movilidad en la ciudad. El intercambiador centraliza desde agosto las paradas de las líneas M-250, M-251, M-260, M-902 y M-904, mientras que el resto de las rutas metropolitanas continúan con sus recorridos habituales.
Sin embargo, este avance histórico tras más de tres décadas de espera ha generado cierto malestar. Los usuarios aseguran que el espacio no está cumpliendo su propósito básico: ofrecer comodidad y refugio.
Más de un millón de euros de inversión
Durante estos días de octubre, en los que el calor se resiste a marcharse, muchos pasajeros se han visto obligados a esperar fuera del intercambiador, expuestos al sol durante más de una hora.
El proyecto buscaba fomentar la intermodalidad y facilitar la conexión entre autobuses, trenes, bicicletas, taxis y vehículos eléctricos o patinetes. Además, supuso una inversión de más de un millón de euros, cofinanciada con fondos europeos Feder y ejecutada por la Junta de Andalucía sobre una parcela municipal.
El nuevo intercambiador ocupa una superficie de 3.985 metros cuadrados y cuenta con cuatro dársenas cubiertas. Además, dispone de un recinto cerrado con servicios básicos y una zona de espera para los usuarios, con el objetivo de ofrecer mayor comodidad y seguridad frente a las antiguas paradas dispersas por la ciudad. La apertura de este espacio forma parte de un plan más amplio de transformación del entorno del Monasterio de la Victoria, destinado a revalorizar este patrimonio histórico y crear un nuevo punto de convivencia en la ciudad. La integración entre transporte y urbanismo aspira a cambiar la imagen de esta zona clave de El Puerto.
