La factoría naval anunció en marzo del año pasado que iba a dar luz verde a los trabajos de ingeniería de este buque una vez que se difuminó la posibilidad de colaborar con el astillero francés Chantiers de l´Atlantique en la construcción de cruceros. Sin embargo, el proyecto se paralizó debido a la inestabilidad política que ha sufrido España en los últimos dos años, con presupuestos prorrogados desde 2018 y una sucesión de elecciones generales.
El futuro BAM-IS se incorporará a la nueva familia de submarinos S-80, que Navantia fabrica en el astillero de Cartagena con un notable retraso. De esta forma, el buque sustituirá al Neptuno, un barco construido en 1975 y que se encuentra al final de su vida útil, en la función de operar como buque de salvamento y apoyo en las operaciones de rescate de submarinos.
Ante la obsolescencia del Neptuno, la Armada anunció la necesidad de construir un barco con estas características en noviembre de 2017, incluso avanzó que el proceso se encontraba en “fase de diseño y de elección del astillero”. Una decisión que sorprendió a Navantia, que entonces ya había presentado una oferta por el BAM-IS, debido a que hasta el momento todos los encargos de la marina española habían sido asignados a la empresa mediante consignación en los Presupuestos Generales del Estado.El rumbo que tomó la nueva adjudicación desató las críticas de los sindicatos y de la Junta de Andalucía, en manos entonces del PSOE, a la decisión del Ministerio de Defensa, dirigido en ese momento por María Dolores de Cospedal. “La opción preferida es la construcción en Navantia, con quien tenemos experiencia, compartimos instalaciones y tiene un proyecto que cumple los requisitos demandados”, señaló la Armada pocos meses después. El proyecto siguió adelante con el cambio de gobierno y la llegada de Margarita Robles al Ministerio.
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