Cuatro décadas de coquineras en El Puerto: la ilusión por "darle vidilla" al concurso popular

El certamen que surgió en los ochenta, cuando "el Carnaval vivió su época gloriosa", es la primera vez que se cancela. La pandemia paraliza la fiesta pero no las ganas de relanzar la figura que representa a la mujer portuense

Los coquineros José Gilabert y Ana Pacheco frente a la fuente de Las Galeras de El Puerto.

Ser coquinera del Carnaval es algo más. Es el mensaje con el que se animaba a las portuenses a presentarse al concurso en 2016. Margarita de Austria, Cleopatra y hasta La Gioconda llevaban la banda tradicional en las imágenes que aquel año se difundieron por las redes sociales. La fiesta popular es imborrable del imaginario colectivo de la ciudad. Han pasado 40 años desde que el evento se asentó en El Puerto en una época de esplendor carnavalero en la que resonaban Los Majaras.

El concurso asomó la cabeza siguiendo el modelo gaditano de las ninfas. “Nosotros bebemos del Carnaval de Cádiz en todos los aspectos”, explica David Calleja, concejal de Fiestas y Patrimonio del Ayuntamiento de El Puerto. “Adoptamos la figura de la coquinera por emular un poco toda la trayectoria”, dice. El edil ha vivido en sus carnes la evolución del concurso llegando a participar como jurado hasta “por lo menos veinte veces”, y la primera, con apenas 15 años.

La fiesta destaca a esta figura popular que tiene presencia en el ámbito municipal. “La coquinera representa a la mujer portuense, no solamente en el periodo de tiempo del Carnaval, sino durante todo el año, en cualquiera de las fiestas”. Sentado frente al muelle donde paraba el añorado vaporcito, Calleja se remonta al final de los ochenta y principios de los noventa. “Tuvo un auge muy importante, hay que recordar que el Carnaval vivió una época gloriosa donde se presentaban cerca de 150 niñas. Realmente era un orgullo”, expresa.

David Calleja, impulsor de la asociación, junto a la presidenta, Silvia Sánchez, la secretaria Mónica Llopis y los jóvenes coquineros. Autor: Juan Carlos Toro

Con el paso de los años el Carnaval portuense se vio abocado a una decadencia que también arrastró al certamen. “Hay coquineras que en los últimos años han vivido una experiencia bastante regular, por la poca participación, porque el Carnaval apenas tenía recorrido ni vida”, comenta el portuense, que siempre intenta explotar al máximo su creatividad y animar a todo el mundo en cada fiesta.

La ilusión sigue viva, pero una vez se perdió. Y para recuperarla, Calleja movió cielo y tierra con tal de reunir a las antiguas coquineras y “reflotar el concurso”. No quería que quedaran en el olvido y se propuso crear una asociación. “Da igual como sea, lo que peses y la altura que tengas, todo el mundo se puede sacar el máximo provecho. Si el concurso de coquineras ayuda a que las personas se sientan mejor, a que la fiesta del Carnaval se fomente y a que tengamos una mayor repercusión, pues bienvenido sea”, expone el concejal.

Hace dos años y medio, cuando todavía no estaba en el cargo, llamó a Silvia Sánchez, la actual presidenta, y empezaron a trabajar pese a no tener constituida la asociación. La meta era “darle vidilla a la institución de las coquineras en El Puerto”. Y así lo hicieron. “El año anterior, 2019, de niños se presentó uno y el día antes no se había presentado ni cinco y este año, 2020, se presentaron cerca de 60 personas. La asociación ayudó sobremanera”, dice agradecido por el apoyo que recibió.

Desde que Silvia se convirtió en coquinera mayor en 1989, con 18 años, se involucró en la fiesta. Los recuerdos se apoderan de su mente, que viaja a aquella época en la que se celebraba un concurso de comparsas durante toda la semana en el cine moderno. “El año que me tocó fue impresionante, la coquinera tenía un papel muy especial porque desde que salía elegida, todo el Carnaval estaba en la calle. Tenías que ir todos los días vestida, conocía a mucha gente, íbamos a los pueblos de la provincia”, cuenta junto a Mónica Llopis, secretaria de la asociación.

“El año que me tocó fue impresionante, la coquinera tenía un papel muy especial"

Ella también disfrutó como dama de honor en 1994, cuando tenía 17 años y tampoco se ha desvinculado de esta fiesta, que tanto ellas como las nuevas generaciones, experimentan con intensidad. Las idas y venidas no han cambiado. “Es un no parar”. Ana Pacheco, de 24 años, logró el título de coquinera mayor 2020 en un año incierto en el que la pandemia se llevó por delante las fiestas. Aun así, para ella “fue una experiencia increíble, ser de El Puerto es un orgullo muy grande, me gusta muchísimo”. Las palabras de Ana están llenas de entusiasmo. A la joven le ha hecho una ilusión enorme poder volver a vestirse con el traje que David Calleja diseñó para esta edición.

“Desde chiquitita mis padres siempre han sido muy carnavaleros”, comenta. Cuando se presentó la primera vez, con 16 años, no pudo asistir a la gala, “me quedé un poco a medias y siempre tenía esa espinita ahí”. Con un traje azulado repleto de madroños y una banda luce con gracia este símbolo mientras anima “a todo el mundo, hombre, mujer, todo, presentaos porque ya no es solo el salir de coquinero, es la experiencia, la gente que conoces y los buenos amigos que haces”.

Las sensaciones de Ana son similares a las de José Gilabert, de 23 años, que se alzó como coquinero mayor con 19, hace cuatro años. Justo en 2017, cuando el concurso introducía por primera vez la participación de los hombres. “Se vio interés en algunos chicos, tienen el mismo derecho evidentemente”, añade Silvia que fija sus ojos en el traje del coquinero, diseñado por Salvador Egea. Unas caracolas y motivos del mar adornan la vestimenta que porta con orgullo. Él se mueve como pez en el agua alrededor de la fuente de Las Galeras encantado de posar frente al objetivo.

Ana y José se hacen un 'selfie' con David Calleja durante el encuentro con lavozdelsur.es. Autor: Juan Carlos Toro

“La gala fue el día de mi cumpleaños y es cuando salí, nada más me presenté una sola vez”, relata. Ya desde pequeño aspiraba a algún día representar al Puerto “pero siempre estaba la figura de la mujer, tuve la suerte de que a alguien se le ocurrió promocionar también al hombre”.

Para José el traje “es una reliquia”. Por lo general, los diseños se basan en los elementos característicos de la ciudad y varían de estilo según las manos que los confeccionen. El vapor, la Virgen de Los Milagros, el vino fino, el mar, las rayas. Cada detalle cuenta.

Pero para llegar a ser coquineros, los jóvenes han tenido que superar una serie de pruebas. La presidenta quiere dejar claro que, a diferencia de lo que piensan muchas personas, “la coquinera de El Puerto no es Miss Puerto, aquí no se coge a la más guapa sino a la mujer que esté más preparada”.

"Aquí no se coge a la más guapa sino a la mujer que esté más preparada"

Un mes antes de la gala, las personas mayores de 16 años, y sin límite de edad, pueden inscribirse al concurso. Y, posteriormente deben salir airosas de una entrevista personal, donde el jurado comprueba las habilidades sociales de la candidata; un examen escrito de cultura portuense, y, por último, el gran desfile. Ana recuerda que le preguntaron nombres de asociaciones y conventos de la ciudad. Para ser coquinera hay que conocer la ciudad que representa. “No solo porque vayas guapísima el día de la gala vas a ser la coquinera si no has pasado las otras dos pruebas con un notable”, advierte Silvia.

El concurso fluye, evoluciona y lucha por quedarse en un momento en el que, según Calleja, “la belleza es efímera, lo que a una persona le puede parecer una mujer muy guapa a otra no parecérselo”. Y, al fin y al cabo, las coquineras no solo son un rostro bonito, ellas valen por mucho más.

A pesar de los altibajos, el certamen ha sobrevivido las cuatro décadas y nunca se ha cancelado. Hasta este año, cuando el coronavirus ha estropeado los planes de los elegidos tanto en la categoría de adultos como infantil. De momento, se quedan reinando con vistas a que mejore la situación.

La celebración de este tipo de fiestas son un motor económico que se ahoga por culpa de la crisis. “Si ellas salen de coquineras, se venden más disfraces, las costureras trabajan, los que venden las telas también, es una cadena”, dice Calleja. Aunque lamenta que el concurso esté paralizado, no pierde la esperanza.” Si todos nos unificamos haremos el carnaval más grande”. Ya llegarán tiempos mejores.