Una familia británica intentó embarcar en un vuelo comercial desde el aeropuerto de Málaga con destino a Gatwick, en Londres, con el cuerpo sin vida de una mujer de 89 años, según ha informado el diario británico Daily Mail. Los familiares aseguraron al personal aeroportuario y de la aerolínea que la anciana se encontraba cansada y dormida, lo que permitió inicialmente que el proceso de embarque continuara con normalidad. El vuelo, operado por la compañía easyJet, terminó sufriendo un retraso de 12 horas tras descubrirse el fallecimiento de la pasajera poco antes del despegue.
De acuerdo con diversos testigos presenciales, la mujer fue trasladada hasta el avión en una silla de ruedas y asistida por cinco de sus familiares. Durante el embarque, estos indicaron a los empleados de la aerolínea que la anciana no se encontraba bien, pero que estaba viva. Según relatan las mismas fuentes, algunos miembros de la familia aseguraron ser médicos, lo que contribuyó a convencer al personal de que la pasajera estaba en condiciones de volar y no presentaba un problema grave de salud.
Una vez dentro del avión, el cadáver fue empujado hasta los asientos asignados a la familia. Allí, los cinco familiares levantaron el cuerpo para acomodarlo, siempre según el testimonio de otros pasajeros. Fue en los instantes previos al despegue cuando la tripulación advirtió que la mujer había fallecido, lo que activó los protocolos correspondientes y obligó a interrumpir el vuelo, que quedó finalmente retrasado durante varias horas.
La versión de la aerolínea
Una portavoz de easyJet explicó al Daily Mail que la pasajera contaba con un certificado médico que la declaraba apta para volar y que, en el momento del embarque, estaba viva. La aerolínea no ofreció más detalles sobre las circunstancias exactas del fallecimiento ni sobre las medidas adoptadas posteriormente, más allá de confirmar el retraso prolongado del vuelo.
Entre los pasajeros se encontraba una joven de 19 años que declaró haber sospechado desde el primer momento que la mujer había muerto. Según su relato, la anciana llevaba un collarín y su familia intentaba despertarla repitiéndole frases como “¿me oyes?” mientras trataban de darle algo de beber. La testigo añadió que ninguno de los familiares mostraba signos evidentes de angustia o conmoción, y que se comportaban con aparente calma mientras se comunicaban con los médicos presentes.
