La revista internacional de viajes Traveler recomienda la ciudad como destino para pasar un fin de semana viviendo "la 'dolce vita' andaluza elevada al cuadrado".
Uno puede pensar que 48 horas en Jerez, apenas un finde, darían para muy poco, pero claro, depende de cómo se afronten. La revista internacional de viajes Traveler recomienda despedir el verano abandonándose a los placeres de pasar un fin de semana en la capital del vino, "viviendo la dolce vita andaluza elevada al cuadrado". Nada más aterrizar en el aeropuerto —se supone que el viernes por la tarde—, la redactora del artículo nos lanza a una ruta de vinos y tapas por el centro, desde Plateros hasta algunos de los muchos tabancos del corazón de la ciudad. "Entónate con un fino y una mijita de carne mechá, unas tortillitas de camarones o un montadito de pringá. Con un poco de suerte algún espontáneo con arte se lanzará por bulerías animando el ambiente", relata. La primera tarde-noche se completa con el regreso al hotel, divisando la muralla iluminada del Alcázar.
Mañana de sábado. Temprano arriba. La propuesta de esta revista insta a desayunar en la Alameda del Banco: mollete con jamón, tomate y aceite bajo la sombra del ficus centenario. Luego, directamente a Bodegas González Byass, las más visitadas de Europa y la que cuenta con muchos tesoros por descubrir, especialmente, una de las calles más bonitas del mundo, el cielo de parras de la calle Ciegos. Para comer, buen pescado o unas alcachofas en la Pescadería Vieja, junto al Arenal. Al caer la tarde, los sábados hay flamenco en directo en la zona. Pero no es plan de entretenerse.
El recorrido exprés por Jerez nos lleva ahora a poner rumbo a la Cartuja de la Defensión, de la segunda mitad del siglo XV. Está catalogado como Monumento Nacional desde el 31 de julio de 1856, cuando apenas una docena de monumentos tenían esta consideración en todo el país. Desde su portada renacentista de Andrés de Ribera hasta el retablo mayor, realizado por Juan de Oviedo de la Bandera, todo en conjunto es una maravilla digna de visitar. Para terminar el día, Traveler propone cenar en la zona hotelera de la avenida Álvaro Domecq, con buenos restaurantes, o algo más informal en el entorno de Rafael Rivero, en pequeñas tascas junto a palacios señoriales como el de los condes de Garvey, el de los Pérez-Luna, o el de Petra de la Riva.
Para la mañana de la segunda jornada en Jerez, la revista propone dos opciones: jugar al golf en algunas de las instalaciones disponibles, como las municipales del campo de Sherry Golf, o disfrutar del espectáculo de la Real Escuela del Arte Ecuestre. Otras opciones son pasear por el entorno del mercado de abastos y "descubrir la gracia de las vendedoras de tagarninas y ortiguillas, los cucuruchitos de camarones...". Si se trata de un domingo, obviamente no habrá nada de esto operativo en la Plaza, por lo que muy cerca de allí, puede dejarse caer por la Catedral y descubrir sus tesoros: la capilla de las Ánimas, la del Cristo de la Viga, la de la Inmaculada y la del Sagrario. Y obras de arte como La Virgen niña, de Zurbarán, y las de Juan Rodríguez El Tahonero. Esta ruta de los templos puede continuar con visitas a San Marcos, San Mateo y Santiago. Para cargar pilas, recupérate con una tapa de papas aliñás en alguno de los bares de la plaza de La Asunción, y disfruta del bellísimo entorno arquitectónico. De esta manera, concluirán prácticamente las 48 horas disfrutando de algunos de los muchos atractivos de Jerez. Y tú, ¿qué otros planes propondrías?
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