La sesión más corta del concurso se caracterizó por su escaso nivel, a excepción del coro de Nandi Migueles y la chirigota de Los Molina como únicos atractivos de la noche.

Hay noches que son interminables como un punteao de Perico, amargas como la última pipa del paquete, incómodas como una final en el gallinero, imposibles como aprenderte un estribillo de Nandi Migueles, largas como un popurrí de coro, difíciles como meterle el relleno a la funda nórdica. Son como unas sábanas de esparto lavadas sin suavizante, como andar por la arena seca en agosto a las tres de la tarde sin chanclas, como comerse una tortilla en Los Lances con levante de tres palitos. Son un auténtico coñazo, como una vecina a la que le guste Camela, como las reuniones de los lunes, como buscar aparcamiento en Cádiz. Hay noches que son aburridas como una ensaladilla sin picos, como un moscatel sin papelillos, como una tortillita sin camarones o como una sesión chunga de preliminares. 

El diablo se viste de coro. Los niños regresan con fuerza tras el parón del año pasado. Una presentación potente y vistosa, piano incluido, donde las voces no pudieron destacar demasiado sobre la instrumentación. Una preciosa falseta precede al tango, sencillo y melodioso. La primera letra para rememorar sus 30 años componiendo. La segunda, un bonito y emotivo homenaje de Nandi Migueles a su mujer, "la que aprieta mi mano allá donde esté". Cuplés de coro. Así, como término y unidad de medida. El estribillo puede ser más largo que el popurrí perfectamente. En la última pieza volvieron a resentirse las voces, desafinadas en algunas partes del popurrí. Destacar la selección de músicas para las cuartetas que lo amenizan bastante.  

Unos meridenses desconfiados se han colado en el teatro Por si las moscas. Y para ser de Mérida, esta chirigota está mejor que algunas de las gaditanas que han pisado el Falla este año. Aunque eso, después de los pierrots rosas, no es un gran halago. Intentan imitar a Selu en el tono humorístico de los pasodobles. Como si eso fuera algo fácil. El primero se lo dedican a la independencia de Cataluña. La segunda letra es para sus madres. Bueno para concursar en infantiles. Tienen dificultades para cogerse con los pitos antes de los cuplés. Igual no estarían mal si se los hubiesen aprendido. El segundo arranca la carcajada del público cuando se despegan los coloretes imitando a El perro andalú. El público se entrega en el popurrí. No sé cuántos autobuses han podido venir de Mérida un martes. Mañana la gente de Mérida trabajará. Vamos, digo yo.  

Alhaurín el Grande. Podría ser el nombre de una comparsa y que vinieran disfrazados de moros. Pero no, sólo es el nombre de la localidad malagueña desde la que llega La travesía. No cantan del todo mal, aunque sobran voces en la cuerda de agudos. Un primer pasodoble al machismo y un segundo de presentación. Sí, el segundo era el de presentación. Cuplés malos, incluso para ser de comparsa, acompañados de otro estribillo kilométrico. El popurrí "ni fu ni fa". Más fu que fa, tal vez. ¿No os había dicho antes que la chirigota de Mérida estaba por encima de algunas de Cádiz capital? Pues Los que se mueren por su barbi es una de ellas. Estos hipsters con barbitas llegan con una presentación muy cortita y con serios problemas de interpretación, ya que no entran todos a la vez ni a la de tres. Pasodobles muy, pero que muy planos en letra. Nada destacable tampoco en la música. Además de los dos cuplés reglamentarios, han cambiado el popurrí por una ristra de siete cuplés más. Maravillosa iniciativa, si los cuplés fueran graciosos, claro. Hasta luego, barba.  

Vientos es una comparsa joven, que le pone ganas pero a la que aún le queda mucho camino por delante. Sus voces se acercan más a juveniles que a adultos. También la pluma del autor, indescifrable en los pasodobles. La agrupación estaba descalificada antes de salir a cantar, ya que lo hicieron sin punteao. Van a necesitar mucho más que ganas para llegar a un nivel aceptable. Un milagro, diría yo. El plato fuerte de la noche es, igual que los chicharrones, de Chiclana. La chirigota de Los Molina viene como Los sirenitas, un tipo sencillito como es habitual en este grupo. Estos conductores de ambulancia mantienen el corte clásico. El pasodoble suena a otros años, un poco reiterativo el soniquete. En la primera letra el autor recuerda el accidente que tuvo el año pasado y cómo la ilusión del Carnaval le hizo seguir adelante. La segunda letra la dedican a la víctima de la manada. Cantaron dos cuplés de relleno, por cumplir el protocolo. Con el popurrí consiguen animar a un público que, tras haber recibido tan poco durante la sesión, se entrega por completo.  

Sobre el autor:

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Estefanía Escoriza

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