Una hazaña en 45 días: "Ha habido muchos momentos de flaqueza"

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El jerezano Juan Meira logra cubrir con su bicicleta plegable los casi 3.000 kilómetros que separan Jerez de Roma, una experiencia que define de "brutal" tras luchar contra el calor, el frío, el viento y la lluvia. 

Una experiencia “brutal”. Así define Juan Meira Otero lo que han sido estos 45 días de viaje entre Jerez y Roma en una bicicleta plegable para dar visibilidad a la fibrósis quística. Se marcó el reto de llegar a la capital romana la primera semana de octubre y lo ha conseguido con creces. Eso sí, no sin esfuerzo. Su cuenta kilómetros marca casi 3.000 kilómetros de calor, frío, lluvia y viento por tres países. Cuestas que se hacían interminables, carreteras en las que había que tener mil ojos ante la irresponsabilidad de más de un conductor y algún que otro percance, como aquella caída en Valencia, en la que se clavó la barra del remolque de su bici. “Es difícil quedarse con algo. Lo que más me ha sorprendido es ver que hay personas con la enfermedad —fibrosis— que se han preocupado más por mí, por dónde iba a dormir, que por ellos mismos”, señala el joven jerezano.

Buena parte de culpa de que Juan haya emprendido esta inédita aventura se la debe a Pedro, su amigo cubano que lo ha estado acompañando desde Barcelona. “Si no lo hubiera conocido hace unos años, haciendo el Camino de Santiago, seguramente hoy no estaría ni montado en una bicicleta”, afirma tajante. Su manera de ser y de afrontar la vida le cautivaron, y eso acabó desembocando en una amistad que perdurará para siempre. “Él ha viajado mucho en bici y a cualquier problema le saca algo bueno. Lo que para alguien puede ser un día de mierda, con Pedro es una aventura increíble”.

El viaje de Juan y Pedro ha sido totalmente improvisado, como ya avisó el jerezano antes de partir. Normalmente se han estado levantando antes de salir el sol, para huir del calor y de las horas centrales del día. Luego ha tocado buscar un sitio donde dormir, a veces bajo techo, gracias a la solidaridad de la gente, otras en la tienda de campaña e incluso al raso. “Dormir en un bosque, abrir los ojos y ver cómo las estrellas se te caen encima, ver una luna enorme… Son cosas que te las regala esta experiencia y que no tienen precio”.Pero el camino también ha dejado momentos duros. Juan reconoce que más de una vez ha estado tentando de bajarse de la bicicleta y replantearse las cosas. “Ha habido muchísimos momentos de flaqueza. No soy capaz de describir lo que significa pedalear con esta bicicleta. Es muy duro. Tener que ponerte de pie para subir una rampa durante horas, doliéndote todo el cuerpo, las manos… Si tuviera todo el tiempo del mundo hubiera sido diferente. Ha habido momentos de pensar que no merecía tanto la pena, pero luego recuerdas los mensajes que te mandan las personas con fibrosis, las llamadas de teléfono, y se te pasa todo”.

La última noche la han pasado en un camping, a 14 kilómetros de Roma. Esta etapa será corta, a modo de homenaje, como el que reciben los ganadores del Tour o la Vuelta a España. El objetivo es llegar al mediodía. Allí los recibirán los padres y la hermana de Juan. Su amiga Paz Bononato, que tantas ganas tenía de recibirlo en la capital italiana, no ha podido viajar finalmente por motivos de trabajo. Pero la aventura del jerezano no acaba aquí. El sábado, cuando su vuelo de regreso a España lo deje en Málaga, no tomará un coche, ni un tren, ni un autobús hacia Jerez. A modo de epílogo, se montará de nuevo en su bicicleta y recorrerá los más de 200 kilómetros que separan ambas localidades. "Lo quiero hacer a modo de reflexión, para pensar en todo lo que he vivido, al igual que hacen muchos peregrinos cuando tras llegar a Santiago de Compostela, prefieren terminar su aventura en Finisterre. Serán unos días sin móvil, sin la necesidad de grabar vídeos. Unos días para mí".

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