Los Claustros se convierten en foco de excursiones culturales durante cinco días. Mientras los escolares disfrutan de los cuentacuentos y se quedan embobados por las ilustraciones de las novelas infantiles, los libreros lamentan la falta de público adulto. 

"¿Qué se diceeee?", pregunta una profesora. "¡Bueeeeenos díaaaaas!", responden los escolares de Infantil a su paso por uno de los puestos de una de las librerías instaladas en los Claustros de Santo Domingo con motivo de la Feria del Libro. Es mediodía. El sol no llega, pero el viento caluroso penetra sin hacer distinciones. Los pequeños, con ropa veraniega y con una mochila de la Patrulla Canina más grande que sus propios cuerpecitos, recorren la gran galería en fila india. "Seño, ¡mira, animales!", grita uno mientras señala el dibujo de una nutria. A los pocos segundos, otro niño que porta un avión de papel azul llora a su maestra: "Me están diciendo que no es un avión". Lagrimea, gimotea y su compañero ríe.

"¿Tenéis un libro álbum?", pregunta un escolar a Francisco Román, dueño de la nueva librería Alavera, ubicada en el corazón de Luz Shopping. "Esta es la historia de Topito, un lobo muy nervioso, pero muy listo", incide Román que al instante encuentra un cuento ilustrado entre su expositor repleto de novelas. "Este es el primer libro que trata la hiperactividad en los niños", le comenta el librero a la maestra. Más abajo, los niños llevan a cabo otra conversación: "A mí ese no me gusta", dice un pequeño. "¿Cuál?", duda su compañero de fila. "El del lobito. Me da mucho miedo", le contesta angustiado. "Pues a mí no", le devuelve el otro con cara seria. Justo al lado de ellos tres amigos discuten quién es más fuerte, si Batman o Spiderman. Son un libro abierto. Los niños no tienen filtros, expresan lo primero que se les viene a la cabeza. Escucharles una conversación sorprende. Los adultos estamos limitados, repletos de prejuicios y pudores. Ellos son naturales, espontáneos y nunca sabemos con qué argumento o comentario van a saltar. Algo parecido ocurre con los libros, con la literatura. Cuanto más pura, crítica e impredecible, más nos gusta. 

"Aquí venimos a decir que las librerías están, existen y a fomentar la lectura"

Mientras los pequeños disfrutan manoseando cubiertas, los libreros lamentan la bajada de público de esta nueva edición de la Feria. "Aquí no hay mucha afición a la lectura", señala Ana García, librera en Planeta Zocar. "Sí, viene muy poca gente. Pero también es que nos ha tocado un fin de semana muy malo, entre el Rocío y la Champions...", estima el propietario de la librería Alavera. "Aunque bueno, aquí venimos a decir que las librerías están, existen y a fomentar la lectura. Y para que los más pequeños vean que los libros no son como los de Harry Potter, que no pegan bocaos", agrega. Pocos visitantes en horario de mañana. Los Claustros, a pesar de ser un enclave mítico y de lujo, queda recluido, escondido en el extramuro del casco histórico. Pocos son los aventurados que se acercan a cruzar sus puertas. Y los casi 40 grados tampoco acompañan. No obstante, los pequeños no vacilan y asisten, como si no existiese calor, a la excursión cultural.Rompen la fila, corretean, se escabullen con el mínimo descuido... "Topito está corriendo, saltando", continúa relatando Francisco Román. Más tarde saca otro "libro álbum" y les muestra El Duende Pepín, de la jerezana Raquel Díez, un cuento que trata los trastornos infantiles en la alimentación de una manera pedagógica y lúdica. Cuando Pepín entra en escena los niños se quedan embobados. "Fruta, fruta, yo como mucha fruta", chilla uno mientras da saltos de alegría. Y luego llega un cuento que versa sobre la lectura, de cómo un dragón aprende a leer porque su madre está agotada de contarle cuentos a su hijo noche tras noche. Los peques no le quitan ojo al libro. Por un instante, desaparecen los berrinches y las huidas. A los infantes les invade el placer de la lectura. En sus cabezas comienzan a hacer cavilaciones de qué le ocurrirá al dragón de escamas verdes. ¿Aprenderá a leer? ¿Fallará y lo volverá a intentar? Con poco, en ellos comienza a florecer la imaginación, una de las propiedades principales de la lectura. Si bien son pocos los adultos que merodean por la Feria del Libro jerezana, qué mejor público que las futuras generaciones. 

Sobre el autor:

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Claudia González Romero

Periodista.

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