Tatuadores sordos de todo el mundo se reúnen en Jerez para celebrar la IV International 'Deaf Tattoo Convention' en la bodega La Plazuela.
Desde la bodega La Plazuela resuena música 'hip hopera'. Está presente para crear ambiente social, aunque la mayoría del público está incapacitado para escuchar las letras. Un cartel negro que reza IV International Deaf Tattoo Convention sobrevuela los portones de madera del establecimiento ubicado en Madre de Dios. La gente se arremolina en la entrada. Nadie habla, solo se escucha el sonido y las vibraciones que producen los altavoces desde el interior. Un Cadillac verde restaurado, una fila de motos del club Sureños 11408 y dos grafiteros soltando tinta sobre unos paneles en vez de dibujar la piel, son las "atracciones" que se encuentran los visitantes en el patio principal de la bodega. En el interior, una peluquería, un mercadillo con esculturas de madera o con merchandising de Lubaabä, y puestos de tatuadores internacionales. No es un encuentro del tatuaje cualquiera, tiene un toque especial, se trata del cuarto encuentro mundial de tatuadores sordos y Jerez, entre todos los países del mundo, ha sido la ciudad escogida para celebrar la edición de este año desde el 28 al 30 de octubre.
Entre tanto tatuador extranjero se encuentra el jerezano Alejandro Ortiz, uno de los tatuadores sordos más consagrados en el panorama internacional. Alejandro nace en el barrio de San Telmo un 9 de febrero de 1978. Sus amigos le llaman Zordo. Se abre la camisa y muestra el tatuaje que corrobora su alias entre más de 50 tattoos que tiene por todo el cuerpo. Cuenta que antes de cumplir dos años la alergia a una vacuna provoca que pierda el 100 y el 90 por ciento de audición, respectivamente, en sus oídos. Esto no le supo grandes dificultades. Se cría en una familia grande y entre ellos se va formando, mientras él aprende a parlotear y a leer los labios. Es más: acaba sus estudios con normalidad y realiza varios cursos de Formación Profesional.
En 1996, mientras estudia Artes Gráficas, un empresario observa algunos de los trabajos que Alejandro lleva a concurso y le ofrece un puesto para dibujar cómics en su empresa. Así es como poco a poco Alejandro va introduciéndose en el mundo del arte. Lleva en el mundo del tatuaje desde hace unos ocho años y a día de hoy regenta el estudio Tatoo & Barber South Side 11408.
Alejandro es un tatuador sordo, pero él no es fundador de las jornadas internacionales. Colabora desde la primera edición, la que se llevó a cabo en Berlín en el año 2013. Explica que el alemán Bjorn Blumeier, alias Bobby, es quien idea dicho evento. "Él tenía un encuentro de misses sordas y como también le gusta el tatuaje, decidió crear una convención de estas características", comparte el tatuador jerezano. Habla lenguaje de signos, pero también puede expresarse con destreza en una conversación hablada.
Alejandro cuenta que lo habitual es que en la misma ciudad del encuentro se vote el próximo destino de la edición. Dice que durante la edición de Varsovia, en 2015, la gente escogía entre Suecia y España y que finalmente nuestro país ganó a Suecia por goleada. Primero se pensó realizar la convención en Valencia. No obstante, la propuesta no salió adelante y Pedro Jesús de la Vega, presidente de la Asociación de Personas Sordas de Jerez (Apesorje) impulsó desarrollarla en la localidad.
Los tatuadores presentes en el evento vienen desde América, Alemania, Rusia, China o Italia para mostrar su arte y dibujar con tinta a muchos que vienen preparados con cita previa. No son unas jornadas exclusivas para sordos, pero la gran mayoría de los asistentes padecen esta afección. Personas sordas de cualquier punto del mundo visitan Jerez para disfrutar unos días que giran en torno al tattoo. Holandeses, suecos, noruegos, tailandeses, estadounidenses y daneses, entre otros, se reúnen en la bodega para pintarse la piel, conocer a gente y descubrir una nueva ciudad. 
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