El 'simpa' del Mesón Lomopardo de Jerez no es aislado: "Piden un chuletón y se van"

El hostelero Juan Luis Terreño comparte que ya sufrió esta pérdida hace un par de años, cuando los clientes usaron el mismo 'modus operandi'

Las cámaras de seguridad grabaron a los individuos que hicieron un simpa en el Mesón Lomopardo de Jerez.
24 de septiembre de 2025 a las 17:16h

Ser víctima de un simpa es sinónimo de pérdidas económicas y un disgusto para todo el día. Es lo que sufrió Juan Luis Terreño el pasado domingo 21 de septiembre en el Mesón Lomopardo, ubicado en la avenida La Granja de Jerez. El dueño de este establecimiento con nueve años de vida compartió unas imágenes que han tenido más repercusión mediática de la que creía. En ellas, tres individuos identificados por su aspecto como “el de la gorra, el del moño y el de la camiseta blanca” se marchaban sin pagar una cuenta de 180 euros.

“Me pidieron una mesa para tres y uno de los camareros la preparó en el salón. Pero le dijo que no, que querían terraza. “Se pusieron en la parte más exterior posible porque saben a lo que van, a hartarse de comer y a salir por patas”, comenta este hostelero a lavozdelsur.es.

Según recuerda, uno salió por la puerta principal para ir arrancando el coche y, los otros dos, saltaron por encima de unos arriates. “Pidieron un montón de aperitivos. Con eso ya van comidos. Pero para no levantar sospechas pidieron un chuletón de ternera para compartir entre tres personas. El camarero se fue a la cocina a pedirlo y, en ese momento, se fueron, dejándome con el chuletón colgado”, detalla.

Juan Luis asegura que no es la primera vez que le ocurre una situación muy similar. Hace un par de años, unos comensales utilizaron la mista estrategia para marcharse sin pagar. De la misma forma, pidieron una mesa en la terraza desde donde pueden irse con mayor facilidad.

Momento del simpa en el Mesón Lomopardo.

El hostelero también fue víctima de otro simpa en la histórica Venta Lomopardo, que fundó su abuelo hace ya 57 años y está en manos de la tercera generación. “Allí no tenemos cámaras, pero igual, se han hartado de comer en la terraza y cuando nos dimos cuenta, ya no estaban. Había salido pitando”, expresa.

En esta última ocasión, ha podido conocer la procedencia de los responsables gracias a unos clientes que los han reconocido y que les han comentado que son de Chiclana. Aún así, Juan Luis ha decidido no interponer una denuncia ante las autoridades. “La verdad es que no merece la pena por 180 euros. Ahora te calientas, pones denuncia, pierdes toda la mañana. Es un follón”, explica.

Su reacción ha sido compartir el caso en sus redes sociales con el objetivo de que otros compañeros estén vigilantes. Como miembro de la asociación de hosteleros de Jerez, expresa que, para él, es importante denunciar públicamente para que el resto pueda actuar a tiempo.

No es un caso puntual

No es un hecho aislado. El hostelero conoce más casos cercanos. “Están acostumbrados a esto y lo hacen por toda la provincia. He hablado con compañeros y les ocurre también. Lo que pasa que algunos no tienen cámaras de seguridad y no lo publican, pero pasa”, sostiene.

Juan Luis comparte que los simpas están generalizados, sin embargo, muchos casos no salen a la luz porque los hosteleros no los publican en redes sociales. En su caso, prefiere compartirlo como medida de disuasión.

“Si ellos ven mis imágenes, dirán, no lo vamos a hacer más porque allí nos ven con las cámaras. Entonces, así evito yo que me hagan más simpas. Aquí hay cámaras por todos lados, en la terraza, en la entrada, en la barra”, señala.

Hacer un 'simpa' puede salir caro

Irse de un bar o restaurante sin pagar la cuenta no es ninguna broma. Aunque para algunos pueda parecer una travesura o una forma de “ahorrarse” la consumición, la realidad es que la ley lo considera un delito de estafa con consecuencias que van desde sanciones económicas hasta años de cárcel.

Según explica Legálitas, desde 2015 estos actos están tipificados como delitos leves de estafa siempre que la cantidad defraudada no supere los 400 euros. En esos casos, la pena suele ser una multa de entre uno y tres meses. El importe final dependerá de los ingresos del condenado y de los días-multa que determine el juez, a lo que se suma la obligación de devolver la cantidad estafada.

El problema se agrava cuando la cuantía sobrepasa los 400 euros o cuando se acumulan antecedentes. En esos supuestos, el simpa deja de ser un juego y pasa a considerarse un delito con castigos mucho más severos. El artículo 250.8 del Código Penal contempla para quienes reincidan con más de tres condenas previas una sanción de multas de 6 a 12 meses y prisión de 1 a 6 años. Y si el delito se considera continuado, la pena puede endurecerse aún más, llegando incluso hasta los ocho años de cárcel.

Sobre el autor

Patricia Merello

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