La "Sanjurjada" en Jerez de la Frontera, feudo tradicionalista en la provincia de Cádiz

Este era el ambiente que se respiraba en Jerez de la Frontera en las semanas previas al 10 de agosto de 1932: se conspiraba para derrocar a toda costa a la República

La "sanjurjada" en Jerez de la Frontera, feudo tradicionalista en la provincia de Cádiz.
La "sanjurjada" en Jerez de la Frontera, feudo tradicionalista en la provincia de Cádiz.
06 de agosto de 2025 a las 09:24h

El miércoles 10 de agosto de 1932, el teniente general de Infantería José Sanjurjo, entonces Director General de Carabineros, viajó a Sevilla para encabezar una sublevación militar contra la Segunda República que fue neutralizada en pocas horas. Se desarrolló en Madrid por los generales golpistas Fernández Pérez, Cavalcanti y Emilio Barrera, y en Sevilla por los generales Sanjurjo y García de la Herrán (este último en la reserva). Además, estaba respaldada por una trama civil de destacados monárquicos alfonsinos (partidarios del ex-rey Alfonso XIII) y carlistas tradicionalistas (partidarios del pretendiente Carlos Alfonso de Borbón), que pocos meses antes habían pactado colaborar para destruir a la República. En otras ciudades y capitales de provincia el golpe ni siquiera llegó a producirse, como es el caso de Cádiz, donde el coronel de Infantería doblemente laureado José Enrique Varela Iglesias, que debía encabezarlo, y futuro Ministro de la Guerra del gobierno de Sanjurjo si la sublevación hubiera triunfado, fue encarcelado horas antes en el Castillo de Santa Catalina de la ciudad al ser advertido el Gobernador Civil Joaquín García Labella de sus planes sediciosos.

La otra ciudad importante en la que sí se produjo el intento de golpe de estado fue Jerez de la Frontera, donde, aunque es conocido que los principales jefes militares del golpe fueron el coronel del 28 Tercio móvil de la Guardia civil cuya cabecera estaba en Jerez, Arturo Roldán Trápaga, y el teniente coronel Pedro Romero Basart, del mismo cuerpo armado, ambos a las órdenes del general Sanjurjo cuando éste había ocupado la Dirección General de la Guardia Civil desde los tiempos de la Dictadura de Primo de Rivera, la trama civil tenía una considerable extensión, principalmente de conocidos terratenientes, bodegueros y aristócratas carlistas y ultracatólicos de la Comunión Tradicionalista-Integrista o Partido Católico Nacional, que desde hacía muchos meses venían haciendo una abierta y descarada labor de enfrentamiento al régimen republicano, como ahora veremos.

Una vez que el 28 de enero de 1930 dimitiera el dictador jerezano Miguel Primo de Rivera, y se adivinara con el gobierno del general Dámaso Berenguer un cambio político y quizás dinástico, el Partido Católico Nacional (o Partido Integrista, o Comunión Tradicionalista-integrista), dirigido por Juan de Olazábal Ramery, jefe del Partido tras la muerte del fundador Ramón Nocedal Romea, y por Manuel Senante Martínez, director de El Siglo Futuro (Madrid) -diario católico, verdadero órgano del Partido-, procedió a reorganizarse y a prepararse para la nueva etapa que se avecinaba en España. Por eso, el 12 de octubre de 1930 se celebró en Jerez un acto de los adheridos al «Partido Católico Nacional» para constituir una nueva Junta Directiva que impulsara su labor entre las derechas jerezanas, siendo elegido el rico bodeguero Javier Vergara Gordon como Presidente, y el también bodeguero y co-propietario de las bodegas «Palomino y Vergara» Juan José Palomino Jiménez como Secretario. En el mismo acto fue nombrada la Directiva de la «Juventud Integrista» recayendo la presidencia en el joven abogado y profesor, y futuro capitán de la Falange Española y Tradicionalista, Cándido Nocedal Vergara, que también había sido elegido Vocal de la Directiva del Partido. A dicha reunión asistieron los dirigentes regionales Manuel Fal Conde, abogado sevillano, y Francisco López Meneses, director-propietario del diario regional integrista El Observador (Cádiz-Sevilla).

En realidad este acto había sido preparatorio para la Asamblea Regional del Partido Integrista que se celebró en Sevilla unos días después, el 18 de octubre de 1930, con asistencia del Jefe adjunto del Partido a nivel estatal, el abogado Manuel Senante, y a la que acudió «una brillantísima representación de Jerez», encabezada por su presidente Javier Vergara Gordon. En dicha reunión se acordó publicar una Hoja regional de propaganda en El Siglo Futuro, y en el Comité de Redacción encabezado por Fal Conde, se encontraba el jerezano Cándido Nocedal. En ese acto es cuando se nombró a Manuel Fal Conde como nuevo Secretario General del Partido Integrista en Andalucía. También se acordó celebrar un primer gran acto regional de propaganda del Partido en Jerez de la Frontera. Ese es el significativo peso que tenía la ciudad en el organigrama del Partido Tradicionalista a nivel andaluz.

Así fue. Un mes después, el 23 de noviembre de 1930 se celebró en el Teatro Eslava de Jerez un acto regional de propaganda del «Partido Católico Nacional», con el fin de conseguir nuevas adhesiones de todos los «buenos católicos y monárquicos» que había en Jerez. Es curioso que la prensa El Guadalete del día 25 subrayara que entre la concurrencia se vieron «no pocos sacerdotes y religiosos de distintas órdenes». No por casualidad el arzobispo de Toledo, Cardenal Primado de España, Pedro Segura Sáenz, había llamado el 27 de febrero anterior a los católicos a «actuar en política», «para defender a la Iglesia y también para obligar a la política a mantenerse en su terreno y no ocuparse de la Iglesia sino para darle lo que le es debido». Ese acto estuvo presidido por el Presidente del Partido Integrista de Jerez, Javier Vergara Gordon, y en el estrado, junto a los oradores, también se sentó el joven abogado y procurador Pedro María Lassaletta y Muñoz Seca, dirigente de la «Juventud Integrista» de Jerez, quien presentó a los intervinientes: el médico Marcelino Agea Lama (dirigente del Círculo Tradicionalista de Sevilla), y los ya conocidos Manuel Fal Conde y Manuel Senante, y desarrolló «brillantemente» los tres lemas del Partido Integrista: «Dios, Patria y Monarquía».

Muy pronto se convocaron las elecciones municipales de abril de 1931, y en la «Coalición electoral gremialista» de Jerez, que agrupaba a los aristócratas, propietarios de tierras y bodegueros conservadores de la ciudad, ligados a la Asociación Gremial Agraria, la Asociación Gremial de Exportadores y criadores de vinos, la Cámara de Comercio o el Ateneo Nacional, van a incluirse dos dirigentes tradicionalistas de Jerez: el secretario del Partido Integrista, Juan José Palomino Jiménez y el abogado, terrateniente y criador de caballos José García Barroso, que se convertirán en activos concejales de la ciudad.

Ya proclamada la Segunda República y convocada las elecciones constituyentes del 28 de junio de 1931, doce días antes se celebró en el Teatro Villamarta de Jerez una reunión electoral de las derechas jerezanas presidida por Carlos Rivero Gordon, decano del Colegio de Abogados y Procuradores de Jerez, y que había sido Juez municipal y Secretario del Ayuntamiento durante la Dictadura de Primo de Rivera. En el estrado estaban, entre otros, Juan J. Palomino, Fal Conde y Francisco Mier Terán Jaime-Barrero, únicos que tomaron la palabra en el acto además de la intervención final del presidente. Al final de la misma se designó una candidatura derechista provincial con el nombre de «Derecha Independiente» para la que fueron elegidos candidatos a diputado por la provincia de Cádiz los tradicionalistas Manuel Fal Conde y el jerezano Francisco Mier Terán y Jaime-Barrero, terrateniente, presidente de la Asociación Gremial Agraria de Jerez y que se convertirá después en miembro de la Junta Regional Tradicionalista de Andalucía Occidental. También se nombró para dicha candidatura al industrial vinatero y propietario jerezano Enrique Fernández de Bobadilla y Ragel, muy poco conocido políticamente en la ciudad.

Cuando el día 21 de junio se proclamaron los candidatos a diputado en la Audiencia Provincial de Cádiz, además de los anteriores -Fal, Mier y Fernández Bobadilla-, también fueron proclamados los jerezanos tradicionalistas Juan J. Palomino, José García Barroso y Javier Vergara Gordon, y como Apoderados de la Candidatura derechista por La Línea de la Concepción se publicaron los nombres de Mier, Fal y García Barroso.

Los dos que realmente participaron en la contienda electoral con posibilidades de conseguir algún resultado positivo fueron Fal Conde y Mier Terán, pero con los algo más de 1.800 votos que obtuvieron en Jerez de la Frontera -su verdadero feudo-, muy lejos de los más de 10.000 votos de los candidatos de la Conjunción Republicano-Socialista, como Moreno Mendoza o Roma Rubíes, no consiguieron acta de diputado, a pesar de sus protestas por haber sido perjudicado por el gobernador civil de Cádiz, González Taltabul, que según denunciaban había impedido algunos de sus actos de campaña y detenido a algunos de sus apoderados en varios pueblos de la provincia.

Un mes después, el 31 de julio de 1931 quedó constituido en Jerez el partido «Unión de Derechas Independientes», donde se pretendía unir a todas las derechas jerezanas, pero que estaba impulsado por los tradicionalistas-integristas, que ejercieron el control total de la misma. De hecho, en el acto inaugural, la mesa presidencial estaba ocupada por Carlos Rivero Gordon, Francisco Mier Terán y Jaime-Barrero, Juan Luis Durán Moya, Juan José Palomino Jiménez y José García Barroso, que actuó de secretario, siendo Mier Terán el que explicó las labores realizadas por el Comité Organizador, y defendiendo sus ideales que eran «Religión, Orden, Familia y Propiedad». La Junta Directiva quedó constituida por los ya conocidos Carlos Rivero Gordon y Francisco Mier Terán como presidente y vicepresidente, respectivamente; Luis Ysasi González (terrateniente y de familia bodeguera) como Tesorero, y como Secretario el médico Juan Luis Durán Moya, que había sido teniente de alcalde y presidente del Ateneo durante la Dictadura; fueron vocales los dirigentes tradicionalistas José García Barroso y Juan J. Palomino, entre otros.

El 15 de agosto de 1931 se firmaba en Sevilla un Manifiesto dirigido «A la opinión católica» para fortalecer y extender un partido político católico como el Tradicionalista-integrista, llamando a la masiva afiliación o a la simple adhesión sin tener que militar en el mismo. Por la provincia de Sevilla encabezaban las firmas Manuel de la Calzada Alonso, jefe tradicionalista sevillano y Manuel Fal Conde, y por la provincia de Cádiz el gaditano Gabriel Matute, pero seguido de los dirigentes jerezanos Javier Vergara Gordon y Juan J. Palomino Jiménez. Se añadían cuatro firmas más por cada una de las provincias de Huelva y de Córdoba.

Tras las graves protestas de los sectores integristas monárquicos, incluida la Iglesia católica, por las medidas laicistas y de separación de la Iglesia y el Estado -ciertamente tibias- que se estaban aprobando en el anteproyecto de Constitución republicana, y que llevó a la suspensión de una docena de periódicos tradicionalistas en el País Vasco y Navarra, mientras el Cardenal Primado Pedro Segura seguía con una orden de expulsión de España y exiliado en Bayona, el 18 de octubre de 1931 se fundaba en Jerez la «Asociación Pro-religiosos», impulsada por Diego Zuleta Queipo de Llano, terrateniente y ex-conde de Casares, que fue su primer presidente, siendo otros miembros de la Junta Directiva los tradicionalistas García Barroso (vicepresidente 1º) y Luis Ysasi González (vicepresidente 2º). Esta asociación fue otra herramienta más que el tradicionalismo integrista jerezano utilizó para ensanchar su influencia entre la derecha más conservadoras de la ciudad.

La actividad tradicionalista fue incesante y el 22 de noviembre de 1931 se constituyó legalmente en Jerez de la Frontera la «Juventud Tradicionalista» de la ciudad, resultando elegido Presidente de la Junta Directiva, Pedro María de Lassaletta, y además se nombraron presidentes honorarios a Juan de Olazábal, a Manuel Senante, a Manuel Fal Conde y al ex-vizconde de Almocadén, es decir, al jerezano Manuel Domecq y Núñez de Villavicencio.

En las próximas semanas van a visitar Jerez los principales «caudillos» del tradicionalismo e integrismo. Primero, el 11 de diciembre de 1931, fue José María Lamamié de Clairac, diputado católico agrario por Salamanca, el que pronunciaba una conferencia en el Teatro Eslava organizado por la Juventud Tradicionalista Integrista (carlista). Ocupó la presidencia del acto Manuel Fal Conde, y en el estrado presidiéndolo se encontraban, entre otros, Carlos Rivero Gordon, Diego Zuleta Queipo de Llano y Pedro de Lassaletta y Muñoz Seca.

Dos semanas después le tocó el turno nada menos que al Conde de Rodezno (Tomás Domínguez Arévalo), importante terrateniente de extensas fincas en Extremadura y Navarra, presidente de la Junta Suprema de la Comunión Tradicionalista y diputado a Cortes por Navarra, quien el 6 de enero de 1932 daba una conferencia en el Teatro Eslava de Jerez organizada por la Juventud Tradicionalista Integrista de Jerez. Hizo la presentación del Conde de Rodezno el concejal José García Barroso, y estaban presentes, además de Manuel Fal Conde, la flor y nata de los tradicionalistas jerezanos: Javier Vergara Gordon, Pedro de Lassaletta y Muñoz Seca, el presidente de la Asociación Pro-Religiosos Diego de Zuleta Queipo de Llano, Francisco Mier Terán, Juan J. Palomino Jiménez, etc, etc.

Para la semana siguiente se anunciaba otra conferencia en el Teatro Eslava, esta vez del controvertido diputado católico tradicionalista, y presidente de la Minoría Vasco-Navarra del Congreso, Joaquín Beunza, acto también organizado por la Juventud Tradicionalista de Jerez. A pesar de la enorme expectación, la conferencia fue aplazada en el último momento por tener que viajar con urgencia a Madrid para intervenir en el Congreso de Diputados.

Quién sí llegó a Jerez el domingo 17 de enero de 1932 para participar en una conferencia fue el ex-conde de Vallellano, Fernando Suárez de Tangil, que había sido alcalde de Madrid durante la Dictadura de Primo de Rivera, dirigente del partido católico «Acción Nacional» y monárquico partidario de Alfonso XIII, pero también impulsor del entendimiento con los tradicionalistas (carlistas) para unificar las dos familias monárquicas. A la estación de ferrocarril fueron a recibirle los más influyentes dirigentes tradicionalistas de Jerez (Luis Ysasi, Mier Terán y Juan J. Palomino). Su conferencia titulada «La posición de las derechas en el momento actual» tuvo lugar esa misma tarde en el Teatro Eslava, siendo acompañado en el estrado por elementos de la «Unión de Derechas Independientes», de la Asociación Pro-Religiosos y del Partido Tradicionalista. En la presidencia del acto estaban los tradicionalistas Vergara Gordon, Lassaletta Muñoz Seca, Francisco Mier Terán y Francisco Merry Ponce de León, general de brigada retirado que había sido Gobernador militar de la plaza de Jerez durante la Dictadura de Primo de Rivera. Hay que recordar que el ex-conde de Vallellano también participó en el intento de golpe de estado del general Sanjurjo en el mes de agosto y se exilió en París.

Este era el ambiente que se respiraba en Jerez de la Frontera en las semanas previas al 10 de agosto de 1932: se conspiraba para derrocar a toda costa a la República; la muy católica y muy tradicional España estaba en peligro.

Según señala Gil Honduvilla (1) después de consultar el Sumario incoado por las acciones subversivas del 10 de agosto, los propios jerezanos detenidos manifestaron que redoblaron su actividad teniendo varias reuniones del Partido Tradicionalista en los meses de julio y agosto de 1932, que, aunque no reconocieron que se celebraran con ánimo de desestabilizar el Régimen, la proximidad de la intentona golpista hacía sospechar lo contrario. Además, reconocieron que una de ellas tuvo lugar la tarde-noche del 9 de agosto (¡unas horas antes de la intentona!) en los locales de la «Unión de Derechas Independientes» (UDI), en la calle Duque de Almodóvar, donde entre otras asociaciones derechistas se encontraba el local de los tradicionalistas jerezanos. Allí se reunió la Junta Directiva de la UDI presidida por Carlos Rivero Gordon y a la que también acudieron, entre otros, los dirigentes tradicionalistas Francisco Mier Terán Jaime-Barrero, Juan J. Palomino Jiménez y Luis Ysasi González. Según declararon, solo duró una hora, hasta las 9 de la noche, y únicamente se trataron asuntos administrativos internos: ¿alguien lo puede creer cuando esa misma madrugada comenzó la sublevación?

También asegura este autor que el general Sanjurjo visitó Jerez unos días antes del 10 de agosto. Sanjurjo conocía a los jefes de la Comandancia de la Guardia Civil de Jerez, y especialmente al coronel Roldán Trápaga del 28ª Tercio Móvil, pues había servido a sus órdenes en Madrid en los días de la proclamación de la República, y en sus declaraciones al juez del Sumario por los sucesos del 10 de agosto en Jerez, el teniente coronel Romero Basart reconoció que sí se produjo una entrevista de «solo unos 20 minutos» entre Sanjurjo y los Jefes y oficiales de la Comandancia y Tercio Móvil de la Guardia Civil de Jerez, a pesar de que ya no era Director General de la Guardia Civil. Tampoco trascendió el contenido de esa reunión, pero el hecho de que sucediera unos días antes del 10 de agosto también es muy significativo.

Todas las fuentes consultadas (3) confirman que los verdaderos directores de la trama civil del movimiento sedicioso en Jerez de la Frontera fueron, sobre todo, los políticos tradicionalistas Diego Zuleta Queipo de Llano, Juan José Palomino Jiménez, José García Barroso y Luis Ysasi González, quienes a primeras horas de la mañana y en sus propios vehículos particulares recogieron de los cortijos cercanos a las parejas de la guardia civil que estaban allí en previsión de protestas de jornaleros, y a otras parejas que se encontraban en el Cuartel de la Comandancia de la calle Empedrada, y se dedicaron a detener a concejales republicanos y socialistas y a dirigentes obreros, principalmente anarcosindicalistas, llevándolos a los calabozos del cuartel del Tercio de la Guardia Civil situado en el antiguo de los Lanceros de Villaviciosa. Posteriormente, fueron al Ayuntamiento para apoyar al coronel Roldán Trápaga que quería tomar posesión del mismo en nombre del general Sanjurjo, presidente del «nuevo Gobierno constituido». Tras el fracaso de la intentona, fueron detenidos una decena de civiles, todos ellos monárquicos tradicionalistas que habían participado activamente, pero, como escribiría Francisco Guerra Tenorio, director del «semanario popular socialista» La Razón y uno de los obreros detenidos, debieron ser muchos más, pues «apenas se iniciaron las detenciones de concejales y obreros, el Ayuntamiento fue asaltado por numerosas personas cuyas ideas reaccionarias son bien conocidas», por «una turba desenfrenada presa de un insano afán de barbarie y dominación», y denunciaba que muchas de esas personas no fueron detenidas, demostrando este hecho una evidente «debilidad y tolerancia por parte de nuestras autoridades».

Por eso, Guerra Tenorio en su artículo titulado «Jerez no está conforme», exigía medidas más contundentes contra los que habían conspirado en secreto contra el gobierno republicano legalmente constituido, denunciando públicamente asociaciones y lugares que en Jerez eran «nidos de conspiradores», y que debían ser castigados y clausurados, expresando su malestar por la poca acción justiciera de las autoridades municipales. En concreto citaba al Círculo de Labradores y al Círculo Lebrero (dedicado al mundo del caballo) «que son de conspiración permanente y merecen ser clausurados a perpetuidad», pero también el Casino Nacional, el Círculo «La Peña» y el Casino Jerezano, «donde tiene su feudo el elemento albiñanista», es decir, partidarios del Partido Nacionalista Español, monárquicos, herederos de la Unión Patriótica de Primo de Rivera. Por último, y como ya hemos comprobado el componente ultracatólico del movimiento golpista, denunciaba que se debían clausurar las Iglesias de San Pedro y de Santiago, y las capillas de las Reparadoras, de los Remedios y de las Atarazanas, «donde es de todos conocido que se reúnen significados elementos derechistas para conspirar, mejor que a rezar a Dios por sus crímenes y maldades».

Por último, Guerra Tenorio, en su artículo «¡Justicia, estricta justicia!» enumeraba las acciones más contundentes que los gobernantes debían dictar para quienes habían conspirado contra la República, y que algunas de ellas, tibiamente, se cumplirán semanas más tarde. Según él, y «como no creía en la pena capital», podía imponerse la deportación, pues había obreros que la sufrían por menos motivos, y por tanto el que ahora la sufrieran los aristócratas y sus cómplices era hacer justicia. También solicitaba trabajos forzados, pues así «esos aristócratas que, por no trabajar nunca, piensan constantemente en la rebelión, encontrarían una ocupación más digna», y por último proponía la confiscación de bienes, pues «los que siempre disfrutaron de las ventajas de la propiedad experimentarán alguna vez las tristezas de la escasez...». En el caso de los golpistas jerezanos, sí fueron deportados a Villa Cisneros (Sáhara Occidental) seis de ellos: los ya citados Diego Zuleta, Luis Ysasi, Francisco Mier Terán Jaime-Barrero y Juan José Palomino, además de Juan Jácome y Ramírez de Cartagena, -ex-conde de Villamiranda y capitán de corbeta-, y el rico labrador Ángel García Riquelme. También fueron incautadas varias fincas rústicas: la finca «Buena Vista», propiedad de Diego Zuleta; la finca «La Parrilla», propiedad de Ángel García Riquelme, y a José García Barroso le fue confiscada una tercera parte indivisa del cortijo llamado «San José de Prunes», también conocido como «Cortijo Nuevo», de 416 hectáreas de extensión.

El director de La Razón pedía justicia contundente y ejemplarizante, y que se tomaran medidas eficaces para que en el futuro no se repitieran esos intentos de derrocar a la República, pero ya sabemos que no fue así. Los golpistas y fascistas sí aprendieron la lección: de los detenidos el 10 de agosto de 1932, muchos volverán a ser detenidos en los días posteriores al 18 de julio de 1936 y ahora asesinados por pelotones de fusilamiento formados por falangistas, requetés y militares: así fue el caso de los concejales republicanos Juan Taboada Jiménez (litógrafo), Rafael Orge Mejías (pintor), Diego Gómez Serrano (maestro agrónomo) y Vicente Castilla Flores (tonelero) y los obreros Sebastián Oliva (jornalero anarcosindicalista), José Arantave Ortegón (albañil de la CNT), su hijo Manuel Arantave López-Cepero (también albañil de la CNT), Francisco Guerra Tenorio (periodista y Secretario General del Radio Comunista de Jerez en 1936), Francisco Fernández Alcón (obrero barbero de la CNT, presidente de la Asociación de Inquilinos), Miguel García Román (dependiente de escritorio de la CNT) y Manuel Calle Camas (anarcosindicalista).

Por su parte, los cabecillas carlistas que se sublevaron el 10 de agosto en Jerez de la Frontera pronto volvieron a sus vidas de ricos terratenientes, siguieron siendo concejales del Ayuntamiento e incluso diputados, y continuaron conspirando contra la República:

- José García Barroso, el único golpista que consiguió llegar a Gibraltar sin ser detenido, y que volvió de su exilio en noviembre de 1933, a tiempo de intervenir activamente en la campaña electoral a favor del Frente de Derechas, se convertirá tras el golpe militar del 18 de julio de 1936 en el Delegado Provincial del Requeté de Cádiz (los Requetés, o «boinas rojas», eran las milicias armadas de la Comunión Tradicionalista).

- Diego Zuleta Queipo de Llano estuvo preso en la cárcel de Cádiz y después fue deportado a Villa Cisneros, hasta que en febrero de 1933 regresó a la península y fue puesto en libertad condicional. Sin embargo, ante el riesgo de que fuera condenado a cadena perpetua, semanas antes de que el 29 de abril de 1933 se cerrase el Sumario por los sucesos del 10 de agosto se refugió en Gibraltar y solo regresó a Jerez en abril de 1934 cuando el gobierno de Lerroux aprobó una amplia amnistía para los sediciosos de la Sanjurjada. Tras el golpe del 18 de julio de 1936, Diego Zuleta se convirtió en Jefe del Requeté en el Campo de Gibraltar, y más tarde Comisario de Guerra Carlista y Secretario de Falange Española Tradicionalista y de las JONS en Málaga. Al frente de los Requetés del Campo de Gibraltar luchó junto al Tabor de Regulares de Larache, conquistando Málaga en febrero de 1937.

- Juan José Palomino Jiménez, tras ser puesto en libertad después de volver de su deportación en Villa Cisneros, se convirtió en diputado tradicionalista por la provincia de Cádiz en las elecciones de noviembre de 1933 dentro del Frente de Derechas. Fue Jefe de la Junta Regional Tradicionalista de Andalucía Occidental, y candidato del Partido Tradicionalista en la «Candidatura Contrarrevolucionaria» en las elecciones de febrero de 1936, obteniendo más de 54.000 votos, y quedándose a falta de 5.000 de conseguir nuevamente el acta de diputado. Tras el golpe del 18 de julio de 1936 se convertirá en Jefe del Requeté de Jerez de la Frontera.

Estas deberían ser algunas lecciones de la Historia...

NOTAS:

(1)- «Los sucesos de Jerez de la Frontera en la sublevación del 10 de agosto de 1932: el 28 Tercio Móvil de la Guardia Civil», de Joaquín Gil Honduvilla, en Revista de Historia Militar n.º 121 (2017):13-50.

(2)- Ejemplar de La Razón consultado gracias a la generosidad del profesor Diego Caro Cancela.

(3)- A la anterior fuente, hay que añadir la crónica del corresponsal Pareja de El Liberal de Sevilla del 13 de agosto de 1932, aunque con algunas erratas y errores, y que era coincidente con el informe del alcalde Germá Alsina entregado al Gobernador civil y luego publicado en el periódico madrileño Luz del día 15 de agosto.

** Además de lo anterior, para confeccionar este trabajo se han consultado centenares de ejemplares de El Guadalete (Jerez), El Noticiero Gaditano (Cádiz), Ayer (Jerez), El Siglo Futuro (Madrid) y Boinas Rojas (Málaga), principalmente.

Sobre el autor

Manuel Almisas.

Manuel Almisas Albéndiz

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