San Agustín, el centro de negocios semivacío de ZFC donde "solo dan la cara los conserjes"

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Zona Franca no devuelve la fianza y exige una penalización a un empresario que abandonó el complejo cansado de que "me dieran coba". Ahora estudia demandar al consorcio estatal.

Carlos Sánchez fue uno de los primeros empresarios que se instaló en el que estaba llamado a ser el gran centro de negocios para emprendedores del corazón de Jerez. La primera obra de estas características que ha promovido el consorcio estatal Zona Franca de Cádiz (ZFC) en la ciudad, después de varios proyectos fallidos, estaba llamada a ser un gran revulsivo para relanzar la economía local y revitalizar el centro. Por ahora, año y medio después de su apertura, no es más que un gran espacio "semivacío" costeado con dinero público y en el que "solo dan la cara a sus inquilinos el servicio de conserjería". Después de haber dejado su oficina a finales de mayo pasado, este jerezano puso una hoja de reclamaciones por los incumplimientos encontrados durante su estancia en el centro y, a pesar de que ZFC decidió penalizarle con 496,8 euros, "tampoco me han devuelto la fianza; nadie ha hablado conmigo ni antes ni ahora", se queja a este medio. Unos 22 meses duraron las obras de rehabilitación del edificio, en las que se invirtieron unos 6 millones de euros, y otros doce se tardó en poner en funcionamiento las instalaciones tras un conflicto con la licencia de primera utilización coincidiendo con el cambio de gobierno municipal. 

Zona Franca anunciaba la puesta en servicio con una jornada de puertas abiertas y asegurando que el compleo empresarial y el edificio anexo Las Caballerizas "pone a disposición del tejido empresarial jerezano un total de 55 despachos con superficies que oscilan entre los 15 y los 94 metros cuadrados que se adaptan a las necesidades de empresas y profesionales liberales". Pero, visto lo visto, las necesidades han ido siendo otras. "Fui de los primeros en entrar, en octubre de 2016, y cuando me lo enseñó el comercial, lo primero que me dijo es que iban a ponernos unos vinilos, ya que las oficinas son un escaparate, no hay intimidad ni privacidad, y aquello no es un coworking", relata. Y abunda: "Pasó el tiempo y me fueron dando coba, llegué a buscar yo presupuesto porque me lo pidieron, y luego me marearon con que lo buscaban ellos, pero al final nada. Hay bastante gente cabreada con el tema, porque no lo pusieron en el contrato y por ahí se agarran, pero lo curioso es que ahora una empresa gorda iba a coger la parte de abajo y a los dos días ya tenía los vinilos puestos". Igualmente, cuenta, "anunciaban wi-fi gratis en la publicidad pero luego lo que hay es internet de cortesía que no funciona".

"El sitio es muy bonito y bien ubicado pero el trato de ninguneo es pésimo para los emprendedores. Me dijeron que en otros espacios de ZFC cuando ha habido problemas con algún cliente, se le ha devuelto la fianza y adiós, pero a mí me quieren cobrar más y estoy esperando a que me llegue la notificación para poner una demanda judicial". Tras todos los encontronazos y de haber recibido "solo respuestas por mail", este emprendedor decidió dejar la oficina, pero su sorpresa llegó cuando  le comunicaban que se le aplicaría la penalización máxima por incumplir el contrato y haber recibido bonificaciones para el alquiler (de 200 euros por 14 metros cuadrados). "Mi contrato era de 12 meses y me aplican una penalización máxima por un contrato superior a 12 meses, no me han devuelto la fianza (410 euros) y me penalizan con 496,80 euros. Lo más fuerte es que ni me llamaron para una entrega de llaves ni nada, sigo teniendo las llaves de acceso al edificio", explica.

El complejo, al que el Ayuntamiento pretende dotar de nuevos usos culturales (aprovechando su riqueza patrimonial y su bello patio que sirve de eje al claustro) más allá de su utilización como espacio para emprendedores, permanece ocupado "como mucho al 30%", pese a que hace un par de meses Zona Franca informaba en una nota de prensa que la comercialización ya había cubierto el 50% de las oficinas disponibles. Carlos argumenta que "ha llegado una empresa a la zona de abajo, pero te das un paseo y aquello estará como mucho al 30%; lo único bueno que funciona es el servicio de consejería, que dan más la cara los conserjes que la propia Zona Franca, ya que enseñan los módulos cuando vienen clientes y están atentos a que los que quedan al menos puedan trasladarles sus quejas. Yo, desde luego, he salido de allí escamadísimo".

El Centro de Negocios de San Agustín, que integra igualmente el edificio de las Caballerizas, cuenta con una superficie de 4.500 metros cuadrados y 55 despachos y espacios de uso común. Las instalaciones, con tres plantas, rodean el claustro de lo que era la antigua iglesia, edificada en 1624 y derribada en 1919. San Agustín posteriormente pasó a ser cuartel de infantería y luego de la Guardia Civil hasta su abandono, de ahí el lamentable estado que presentaba y el mérito de unos trabajos que han obligado a construir 17 nuevos arcos y restaurar otros nueve con piedra traída de la cantera de la sierra de San Cristóbal, así como la reconstrucción de 16 bóvedas y la rehabilitación de 14. Los trabajos han permitido igualmente sacar a la luz el aljibe del subsuelo, fechado en 1690.