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Grafito de Bohemia, actual República Checa, Inglaterra e incluso México. Así eran los lápices que se fabricaban en la pionera fábrica de lápices de Jerez, una industria que no existía en la época en el resto de España y que abrió el visionario Juan Vicente Vergara.
Corría el 5 de octubre de 1910 cuando la fábrica de lápices, que incluía una sala de encolado y de montaje para hacer estos lápices, abría de la mano de su propietario junto a la familia Vergara.

La factoría se encontraba en la calle Cartuja, cerca de la estación de trenes, al final de la calle Ferrocarril, en lo que se conocía por aquel entonces Huerta Pintada, que hoy da nombre a una calle de Pío XII. Las materias primas que se utilizaban eran maderas de todas partes de España, algunas "especiales florosas", que se trataban en la misma fábrica como se muestra en una de las fotografías adjuntas a este artículo.
Primera fábrica de España, décadas después de Faber-Castell
Juan Vicente Vergara Lassaletta era de origen vasco y quiso montar esta industria en la ciudad, siendo la primera fábrica que se conoce en este ámbito en España.
El lápiz tiene su origen moderno en la ciudad alemana de Nuremberg, donde Lothar Von Faber de Stain utilizó por primera vez las técnicas modernas para hacer del lapiz un instrumento de fácil fabricación y uso por todos los escolares. Von Faber dio así nacimiento a la empresa Faber-Castell, conocida por tener los mejores lapices en el ámbito del dibujo.
La familia Vergara, que venía de El Puerto, trajo máquinas para la fabricación de lápices desde Alemania, haciendo durante años de un próspero negocio en la ciudad.


