Rosario del Rey Alamillo es profesora de Psicología en la Universidad de Sevilla, y una de las personas que más ha estudiado la violencia escolar desde su ámbito. Actualmente, es presidenta del International Observatory for School Climate and Violence Prevention, que estudia la violencia en las escuelas, y se encuentra organizando unas próximas jornadas mundiales desde el 2 de octubre en Sevilla: el IX Congreso Mundial sobre la Violencia en la Escuela y VIII Congreso Estatal de Convivencia Escolar. Colabora, además, con instituciones como el Ministerio de Educación.
Preguntada respecto a los hechos ocurridos en la mañana de este jueves en un instituto de Jerez, con tres docentes y dos estudiantes heridos por un alumno de 14 años que acudió al centro con dos navajas, hechos como este esconden toda una realidad invisible. Es, como poco, "indicio de que alguien no está satisfecho con su propia vida, con poco sentimiento de pertenencia a un contexto que sí es relevante para él, y tiene esa forma de comunicar que algo le hace sentir mal". En principio, sintomático de que "ha demostrado no tener habilidades sociales para mostrar su insatisfacción de otra forma".
En estos casos, en psicología se considera que autores de hechos como los ocurridos en Jerez "no regulan cognitivamente, no regulan su ira. No solo por estos hechos, sino por otras situaciones del día a día, como ver limitada, por ejemplo, las horas con acceso a internet. Ante cualquier malestar, no saben controlar".
De forma previa, existe un trabajo importante para evitar que se den agresiones extremas como las de este jueves. "Podríamos decir muchas cosas que hay que hacer, pero es que algunas de esas se hacen y no es garantía de que nunca ocurra algo. Donde tenemos que trabajar es en la educación emocional y social. Necesitamos que los chavales se esfuercen por lograr sus objetivos, contar con estrategias para un mayor fortalecimiento emocional".
En ese sentido, añade que "lo emocional no es emocionarse ni ser sensible, sino saber controlar, regular, situaciones como estas. Debemos identificar a ese alumnado en riesgo, a través de protocolos como el del acoso escolar". Y, con todo, subraya, "no impide una agresión puntual". "Creo que todos tenemos que aprender como familias a afrontar situaciones que nos pongan en el lugar de los demás".
Ahora, lo prioritario, explica, "es trabajar y proteger a las víctimas, no solo de secuelas físicas, sino también emocionales. No solo los agredidos, sino todo el centro y el entorno del chico agresor". Y, al ser menor, "como a todas las personas, hay que reinsertarlas. Porque agredir significa no saber comunicar que no se siente bien en su vida y hay que ayudarle".
La violencia entre menores, dice, "no hay que normalizarla. Existe. No es que sea una plaga, pero sí debemos desnormalizar. Lo vemos en indicadores como los que afirman que ha aumentado el nivel del juego rudo. Significa hablarse mal aunque sea de broma. Si normalizas la violencia diaria, el salto a la violencia grave, como este caso, es menor".
En situaciones de bullying, afirma, de forma silenciosa, se acaba "culpabilizando a las propias víctimas. Y al respecto de la violencia entre menores, todos debemos reflexionar: puede pasar en cualquier lugar". Así, hace un llamamiento a la responsabilidad de "familias, docentes, entorno, y hasta medios de comunicación, youtubers y la sociedad en general. Hay que desnormalizar la violencia entre menores".
El caso ocurrido en la zona Norte de Jerez no casa con los prejuicios de que estos hechos ocurren con más frecuencia en zonas etiquetadas como conflictivas. "Es una falsa creencia eso de que solo pueda pasar en algunas zonas. El nivel sociocultural del entorno en el que está el centro no hace que difieran las cifras de violencia. Lo que sí cambia es la forma en que se produce la violencia".
A nivel de administraciones, Del Rey indica que "se llevan a cabo muchos programas, tanto desde la Junta como desde el Ministerio de Educación, programas para evitar el acoso escolar y la violencia, y hasta jornadas como las que organizamos estos días en Sevilla para que los profesionales podamos reflexionar juntos sobre cómo actuar. Se dan pasos. Pero la verdadera efectividad está en sostener estos programas. Formar al profesorado con más inversión para que se sienta competente ante las situaciones que se dan, y reforzar luego su trabajo. El profesor debe sentirse apoyado en esa tarea, y las familias debemos ser sensibles a ello", remacha la especialista.