Paco Poyato, tras más de 45 años en el oficio, explica que "antes se arreglaban diariamente 15 o 20 relojes y ahora tres".

"Estoy como un Longines" es una expresión que solo queda en la memoria de aquellos que portan canas y pasean cabizbajos. Antiguamente la relojería era un tema puntero, artesano y prestigioso en una sociedad todavía sin digitalizar. Estar como un reloj era sinónimo de salud, de alegría y de vida. Pero en el siglo XXI los relojes de pulsera son olvidados en el fondo de los cajones o abandonados en las mesitas de noche cuando las manecillas dejan de girar. Hace años, en la relojería Pinto, un muchacho robaba con la mirada el arte de la relojería. Paco Poyato, quien más tarde se hace con el pequeño local de la calle Larga, se lleva años estudiando al lado de Francisco García Espinosa un oficio que a día de hoy solo dominan cinco personas en Jerez.

Poyato nace en el año 55. Es jerezano, pero de padre cordobés. Cuenta que su infancia la pasa en la ciudad califal, donde pasa las tardes dándole al balón en el Patio de los Naranjos, años en los que aún se encontraba abierto al público. A los once años se muda para establecerse definitivamente en la tierra que lo vio nacer. En el verano del 69 dice que le entra "el gusanillo de aprender la relojería", profesión que contempla en una joyería donde antes de ponerse con ello trabaja la platería. "Me entra más curiosidad por los relojes", confiesa Paco Poyato, por lo que decide dejar a un lado la platería y dedicarse de lleno a arreglar esos objetos que encierran el tiempo. Cuenta que se independiza para ser el aprendiz de García Espinosa, quien le enseña todo lo que sabe. Una vez formado, se constituye como relojero junto a Paco Pinto, relojería en la que trabaja hasta 1986. 

Con 31 años, casado, con una hija en el mundo y entrenando al Xerez juvenil -sin haber jugado bien en su vida al fútbol-, Poyato da un paso más al apropiarse del local en el que trabajaba en calle Larga; negocio que regentaba su jefe, Paco Pinto. "Él se queda con la relojería de Merca 80, y yo con la del centro", relata. 20 años de vivencias en las que Poyato es el relojero de muchos jerezanos. "Yo no tengo un abogado, pero puedo decir que tengo un relojero", indica algún que otro cliente habitual. Eran años en los que le llegaban relojes buenos, de alta calidad y en los que él se tomaba su tiempo para repararlos minuciosamente. Hoy ya no. "Antes se arreglaban diariamente 15 o 20 relojes y ahora tres", asegura.

En 2006 la propietaria del edificio decide doblarle el alquiler, lo que hace que Poyato eche el cierre y se desplace un poco más arriba, hacia la calle Lancería. Allí, dentro del centro comercial, mantiene su negocio hasta abril de 2009, porque afirma que los "centros comerciales en Jerez nunca funcionan, son una ruina". En ese mismo año cierra una tienda de bisutería de la calle Corredera. Al desayunar todos los días en la misma calle, le echa el ojo y decide instalarse allí. A día de hoy las rejas de su local las flanquean las gemelas de MasterChef 4. "Son mis ahijadas", indica con orgullo. "Además del fútbol también soy un cocinillas", admite, y señala que todos los años trabaja en las cocinas de una caseta ayudando a Raquel, mientras que Virginia "es la que ordena y manda".

"Yo no arreglo un reloj de oro desde hace bastante. Hoy en día el 80% son relojes basura, son de imitación"

"Se prohíbe hablar mal de mis amigos", anuncia un cartel de madera de esos antiguos que ya no quedan. Lo tiene bien cerca, al igual que las fotos dedicadas de Mercedes Ruiz, Ismael Jordi y Paco Cepero, enmarcadas en la pared. El relojero que nace en el barrio de San Juan de Dios apunta que "por las circunstancias, por la crisis… antes la gente tenía Rolex, Hamilton, Omega… pero ahora la mayoría están en la tienda de compraventa de oro", y confiesa que a la semana le pueden llegar solo cinco relojes buenos: "Yo no arreglo un reloj de oro desde hace bastante. Hoy en día el 80% son relojes basura, son de imitación, réplicas que luego son difíciles de arreglar porque se nota la mala calidad". Con cerca de 45 años de oficio recuerda a compañeros de la profesión que ya no están como Rafael Allosa, Paco Núñez y Antonio Morón. Y también se permite nombrar a otros que todavía sobreviven rodeados de engranajes y piezas pequeñas: Ramón Grela, Torres, Juan Pedro, José María Galisteo... 

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Claudia González Romero

Periodista.

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