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La fiesta en torno al nacimiento del vino, que cumple 70 años en 2017, ha ido perdiendo público año tras año. Ningún gobernante ha sido capaz de afrontar la reformulación del evento: Pelayo amagó hace cinco años y el PSOE por ahora no se atreve.

¿Ven esa foto? Tiene 55 años. El reducto de la Catedral es un auténtico hormiguero de personas. El lagar, escenario de la simbólica celebración, ocupa el espacio central de este entramado mediante al que se accede a la antigua Colegial. Desde entonces, nada ha cambiado en cuanto al desarrollo del evento. La escenificación, la figuración, los pasadobles, las fuerzas vivas... El modelo del acto de la Pisa de la Uva, que debería ser el acto central de una de las que deberían de ser las Fiestas de la Vendimia más importante de España, está caduco. Cada vez atrae a menos público, no sabe cómo reinventarse, y para colmo, raro es el año que no se ve deslucido por las protestas o por cualquier contratiempo. El año pasado faltaron las jóvenes vendimiadoras, cuya ausencia provocó un cisma entre los que normalmente acuden al evento —cada vez menos—, mientras que la banda municipal también estuvo a punto de no tocar Paquito chocolatero por los impagos del Ayuntamiento.

Hace cinco años, recién aterrizada con mayoría absoluta en la Alcaldía, María José García-Pelayo, anunció públicamente que el formato de la tradicional Pisa de la Uva cambiaría para 2012, previo consenso con una comisión ciudadana. “Este es el acto más relevante y el principal reclamo y motor de las Fiestas de la Vendimia ya que evidencia la cultura enológica y vitivinícola que caracteriza a Jerez”, descataba hace unos meses el actual responsable de Dinamización Cultural, Francisco Camas, quien el año pasado por estas fechas anunciaba como "novedad" para esta edición la recuperación de la suelta de palomas. “Queremos que este acto, el más especial y más singular y más sentido y un día importantísimo vuelva a ser lo que fue”, añadía el responsable socialista. Visto lo visto, aún falta mucho para eso.
El guión de la Pisa de la Uva se mantiene inalterable desde el origen de este acto, en 1947, y viene a escenificar la forma tradicional de molturar la uva, con una cuadrilla de pisadores que se ocupó de esta operación, con los arrumbadores sacando el mosto y vertiéndolo en la bota, y con vendimiadoras que portaron y depositaron la uva en el lagar. Otros elementos singulares que forman parte del acto son un carro tirado por mulas para el transporte de la uva y la música tradicional cañí de la banda municipal. El acto arranca con la llegada de las canastas de uva en un carro, rodeado por las vendimiadoras. Como es costumbre, el deán de la Catedral bendice en primer lugar la uva y después el nuevo mosto, ante la imagen de San Ginés de la Jara colocada al pie de la piquera. El himno de la vendimia señala el momento culminante del acto, que se remata con la presencia de venenciadores que reparten copas de vino entre los asistentes. El hecho de celebrar el acto en la Catedral tiene que ver con los lazos que unieron a esta con las bodegas durante su complejo proceso constructivo —unos 80 años—. Y es que la vieja Colegiata jerezana pudo levantarse en gran parte gracias los impuestos del negocio del vino.

La sociedad ha cambiado, el contexto no es el mismo, hasta la vendimia está mayoritariamente mecanizada... Hay voces que critican ese aire pueblerino y kitsch de este ritual que celebra el nacimiento del vino en el Marco de Jerez. Otros profundizan en mantener la tradición mientras vislumbran un acto más potente a nivel turístico y de promoción de la ciudad. Desde su primera edición, en 1947, no ha mutado, no ha hecho nada por detener la presencia de cada vez menos público. El año que viene se celebrará la Pisa de la Uva número 70. 70 años de una escenificación que necesita oxígeno para volver a pisar con más fuerza. ¿Será el momento? 

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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