La voz de Jerez es José Marín Carmona. Un malagueño del 1 de junio de 1936 al que todo el mundo conoce como Pepe Marín. Modesto, risueño, afable, y demás adjetivos positivos que se ha ganado a lo largo de su carrera profesional en las ondas, es valorado por los jerezanos como un símbolo de identidad de la ciudad. No obstante, Marín, en los múltiples discursos y presentaciones que hoy todavía protagoniza, utiliza una voz castellanizada, lejos de ese "deje" andaluz del que todos, desde Despeñaperros hacia abajo, están orgullosos. Confiesa que no tuvo más remedio. "Era impensable que en 1960 pudieras interpretar a Lope de Vega hablando en andaluz". Se vio obligado, durante su paso por los Salesianos y por la Escuela de Árte Dramático de Málaga, a modificar su timbre y su acento. Pero cuando la lectura se lo permite, como el álbum Voz de poetas, donde entona poemas de Rafael Duyos o Miguel Ramos Carrión, sí hace gala de su andaluz más intrínseco.
Quedamos con él en el Centro Andaluz de Documentación del Flamenco, en la plaza San Juan. Llega con unos quince minutos de antelación y cuando entramos, se encuentra en la biblioteca. Al rato, y tomándose su tiempo, baja por las escaleras. A sus 80 años, su cuerpo le vence, va despacio, nada que ver con su mente. Una mente prodigiosa que recuerda minuciosamente cada calle de España por la que ha transitado. La entrevista transcurre en una mesa redonda, justo al lado de una sala donde una bailaora imparte su clase de flamenco a las cursillistas del Festival de Jerez. Flamenco. Un arte que Pepe Marín ha ensalzado con sus programas Flamenco a la una, en Radio Popular, donde entrevistó en profundidad a un sinfín de grandes artistas del arte jondo, y A Compás, en Onda Jerez RTV. Sin embargo, Marín no nace en un barrio flamenco. Es más. No siente los quejíos y no conoce el lenguaje de las manos hasta que abre Radio Popular en Jerez, en 1968, a sus 32 años.
Nace en la malagueña calle Carretería un mes y medio antes del estallido de la Guerra “Incivil”, como la denomina él. "A mi padre, en aquella época, lo movilizaron con 21 años y mi madre se quedó sola en Málaga conmigo". No concreta en qué bando participó su padre, y por lo que cuenta, tampoco le interesó mucho. “Esas cosas no las contaba nunca y tampoco nosotros teníamos una clara conciencia sobre lo que estaba pasando”. Dice que no llegó a conocer a sus abuelos paternos, que ambos fallecieron a temprana edad, casi con 30 años. Pero que desde pequeño mantiene un vínculo especial con su abuelo materno, ya que este invita a que tanto él como su madre se trasladen al barrio de Capuchinos, en Málaga, barriada en la que finalmente se asienta su familia y en la que, más tarde, con el regreso de su padre, nacen sus tres hermanos. "¿Mi niñez? No hay ni recuerdos. No era niñez, era nada. No tenías donde asirte, dónde llamar… Hambre, hambre, hambre. Siempre hambre", reitera con los ojos vidriosos.
"Yo hice de la Virgen María en la 'Pasión de Cristo' con 14 años"
Relata que su familia se desplaza con urgencia al campo, a una zona de Málaga antiguamente conocida como Mangas verdes. "Nos fuimos porque mi hermana nació muy débil. Eran mellizos y toda la fuerza y el poder se las llevó el varón". Su padre en aquella época construye, con la ayuda de su familia, una casa desde cero en dicho terreno. Recuerda que incluso el gobierno de Franco le dio a su padre un premio por aquella edificación. Sin embargo, pasan los años y Marín debía ir al colegio. "¿Qué hacía yo allí con las cabras?". Venden la casa y regresan al barrio de Capuchinos. Allí ingresa en los Salesianos, colegio donde, gracias a la tradición teatral del centro, comienza a dar sus primeros pasos en el mundo del espectáculo. "Yo hice de la Virgen María en la Pasión de Cristo con 14 años. Me vistieron con todos su avíos, e interpreté una escena en la que hice a una virgen de las Angustias y sujetaba a un Cristo fuerte, un cachalote; joven, pero de cuatro puertas”, ríe. Especifica que las funciones con las que trabajaba eran obras adaptadas por José María Pemán para hombres, "ya que en aquella época no se podían hacer obras mixtas". Confiesa que siempre soñó con ser actor, un deseo que ve materializado durante su adolescencia, pero que llegaría a profesionalizar diez años más tarde.
José Marín accede al mundo laboral casi sin darse cuenta. En la década de los cincuenta, su tío, por parte de madre, regentaba muchos bares en Málaga. Cada noche este se encargaba de cerrar las puertas de sus locales, ya que a las altas horas de la madrugaba sus negocios se convertían en clubs de alterne. Y cada mañana, el abuelo de José Marín, era el que debía abrir los bares para servir los desayunos. Marín, al acompañar a diario a su abuelo, se va incorporando, casi sin quererlo, a la plantilla del comercio y empieza a trabajar en el bar, codo con codo, con su abuelo. "Hasta que un día dije que a mí lo del bar no me pegaba nada". Quiso dejarlo, continuar con la actuación... "Pero no pudo ser. En aquel momento había problemas, había que trabajar para comer. No había dinero. No había nada. Ni los que tenían dinero podían comer mucho, porque no había nada", cuenta sobre lo que vivió durante la posguerra.
Sale del bar para trabajar en una empresa de perfumería, oficio que pausa durante unos meses para llevar a cabo el servicio militar en Madrid. Dice que escoge la capital con el objetivo de seguir formándose como actor, ya que cada día, al finalizar sus jornadas, asistía como oyente a la Escuela de Arte Dramático de Madrid. Cuando termina la Mili empieza a trabajar en una pequeña empresa de transportes. “Ni sé cómo llegué allí”. Y luego decide volver a Málaga. Regresa a la empresa de perfumería, pero esta vez trabaja en la oficina. Puede ser que el hecho de que se llevara tanto tiempo sentado, provocase que Marín quisiera formalizar sus inquietudes dirigiendo su propia agrupación de teatro, ya que por aquel entonces compagina su puesto en la oficina con su grupo Talía. “Fíjate qué original, Talía, la musa del teatro”. Recuerda que hacían comedias de los Quintero, de Pedro Muñoz Seca… ¿Su primera función? ¿Quién me compra un lío?, de José de Lucio. Obra con la que recorre varios pueblos de su provincia con tan solo 22 años. Volver a los escenarios le produce un apetito voraz de personajes, por ello también se involucra con la agrupación: Amigos de la Zarzuela.
No obstante, para él el teatro seguía siendo una mera afición. Todo cambiaría, de pronto, cuando una señora, Ángeles Rubio Argüelles, condesa de Berlanga de Duero -que había estado en Hollywood con Buñuel- crea en su ciudad natal el teatro ARA, conocido popularmente como la Bombonera de Málaga. Es entonces, por fin, cuando José Marín abandona la oficina y entra a trabajar como actor en dicha sala de martes a domingo. En Jerez, Marín es conocido por estar siempre pegado a un micro, pero las tres primeras décadas de su vida las dedica, casi al completo, al mundo de la escena.
José Marín -como era conocido por aquel entonces- trabaja en la compañía del teatro ARA hasta 1965, año en el que se inaugura la emisora Radio Popular en Málaga, la actual COPE. En España, las emisoras parroquiales empiezan a florecer en la década de los cincuenta gracias al acuerdo entre la Santa Sede y la Conferencia Episcopal. No estaban unidas bajo un mismo mandato -eso llegaría después, tras la muerte de Franco-, sino que iban formándose según la voluntad de los obispos. Durante una de las muchas actuaciones de Marín, el padre José Miguel Azpiroz, director de Radio Popular en Málaga, se queda prendado de su voz, y le pide que se una a ellos; que tenía madera de locutor. Y tanto que la tenía. Cuenta que deja aparcado su sueño -ya materializado- de ser actor, por cansancio y porque "quería un sueldo todos los meses".
En los 60, Manuel Fraga Iribarne crea los Festivales de España, programas culturales en los que los grupos de teatro, como el suyo, se recorrían la geografía entera de España. "Hoy estabas a lo mejor en San Sebastián y mañana en Almería". "Yo he llegado a dormir en una bañera en Cuenca. Y también en los toldos de lona de los camiones, de los decorados". Con el cuerpo molido y la mente saturada de tanta interpretación diaria, se plantea: "¿Yo voy a seguir así todo el rato?". Dice que había otra alternativa, echar raíces en Madrid, como hicieron muchos de sus compañeros. Pero, como él mismo cuenta, venía de "una casa de pobres". Él, el mayor de cuatro hermanos, tenía que ayudar a sus padres. "Y no te vayas a pensar que la gente del teatro se hace rica. Eso es mentira, es un cuento".
"He llegado a dormir en una bañera en Cuenca. Y también en los toldos de lona de los camiones"
Finalmente, suelta el batín sobre el perchero, agarra un micro, unos auriculares y se zambulle en la pecera malagueña. Se inicia en las ondas hablando sobre música negra, programas de toros o con algún que otro consultorio, como el emblemático de la SER, el de Elena Francis. Después de tres años en Radio Popular de su ciudad natal, el director le ofrece como incentivo -gracias a su grandísima aceptación entre los oyentes- abrir una nueva emisora de carácter eclesiástico en Jerez. Marín, que solo había pisado la ciudad gaditana con su compañía de teatro, acepta pero con una condición: "Pasar a Madrid cuando se inaugurasen los estudios de la capital". Trato hecho. Dice que cuando se abrió la emisora en Madrid, los párrocos cumplen con el acuerdo, pero que a él ya no le interesaba. Que se enamoró de Jerez, o más bien, de una jerezana.
Ya establecido en la ciudad bodeguera, comienza a entonar prensa informativa por las mañanas. "Poca cosa". Pero luego habla con mimo sobre Club de amigos, un programa que tuvo una resonancia bárbara entre el público. Dice, con ilusión en la voz, que le llegaban regalos de sitios recónditos: Casablanca, Huelva, Málaga... debido al gran alcance que tenían las ondas medias. "A día de hoy hay gente que todavía me manda cartas y que me para por la calle para decirme que se casaron gracias a mi programa". Y recupera, además, un espacio en la radio para ir intercalando música negra con canciones populares. Explica que los sonidos de Aretha Franklin, en parte, están en sintonía con el flamenco. "Hay una conexión entre el mundo gitano y el mundo negro. Una cosa te lleva a la otra". Y que finalmente le engulle, casi por imposición por la ciudad en la que se encontraba, el cante jondo. "Pero es que en los años 60-70, no había nada en Jerez". Como una persona cercana y familiar que es, explica que nunca le ha gustado estar en el estudio con el micro, que prefiere estar rodeado de gente, al lado del oyente. Por ello, Marín, en el ámbito cultural, se tiene por una persona con la que siempre se puede contar, y él subraya que le gusta esta idea. Le encanta que Jerez tire de él para lo que haga falta. "Un día estuve presentando un desfile de moda en el club Nazaret, luego actué en una función de teatro en la Escuela San José, El padre Pitillo, de Arniches, y más tarde, en Cuatro Caminos, en una fiesta de jóvenes. Todo en un mismo día". Compagina su labor en la pecera con la de organizador y presentador de "mil eventos: exposiciones de pósters, pintura, flamenco, coches, carnaval...". Además de las numerosas exaltaciones y pregones que ha realizado, regalando su voz eufónica y rotunda a eventos tan pintorescos como el pregón del marisco. Marín, además de continuar con el teatro en Jerez, participa durante un tiempo en el mundo del doblaje e interviene en la película Chantaje a un torero, entre otros largometrajes en la que aparece junto a figuras célebres como la actriz Gemma Cuervo.
Quizá, todo lo que viene después es más conocido, más comentado entre sus vecinos. En 2012, ingresa como académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras. En 2014, el Ayuntamiento le otorga el título de hijo adoptivo de Jerez... Pero es que también es la voz del espectáculo Cómo bailan los caballos andaluces de la Real Escuela del Arte Ecuestre. Pepe Marín está en cualquier rincón de Jerez, lo sienten los ciudadanos... Se prejubila en 1993, pero no se desvincula de los actos culturales que se desarrollan frecuentemente en la ciudad que le acogió con los brazos abiertos. Acude allá donde requieran de una voz profunda y contundente. Una voz que mueva el corazón de esa ciudad donde, como él asegura, quiere morir.
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