Antonio López Ramírez es uno de los pocos imagineros jerezanos de la actualidad con tallas en la Semana Santa de Jerez. "Si es difícil ser profeta en tu tierra, aquí mucho más", lamenta.
La Semana Santa no solo son siete días de procesiones al año. Afortunadamente son muchos meses más para los artesanos que directamente viven de ella. Profesiones, además, que prácticamente habrían desaparecido si no llega a ser por esta fiesta, caso de los orfebres o doradores, cuyo principal sustento son, precisamente, los numerosos encargos que reciben de las hermandades no solo de Andalucía, sino de toda España.
Otro sector que también se ve beneficiado de la semana de pasión es la del escultor-imaginero. Antonio López Ramírez (Jerez, 1972), es uno de esos profesionales de la madera que se gana la vida con la gubia. El artista, que regenta un pequeño taller en la barriada de Olivar de Rivero, se inició en este mundo tarde. Se formó en la Escuela de Arte de Jerez y tras pasar por el taller de varios imagineros para seguir aprendiendo el oficio, afirma que su maestro es el sevillano Darío Fernández.
Antonio se inició en la imaginería religiosa prácticamente por accidente. Trabajaba el barro cocido, pero un ofrecimiento de la hermandad jerezana del Cristo del Amor, para que sustituyera a los dos romanos que figuran en su paso de misterio, le animó a trabajar la madera. “Vi que no tenía nada que perder”, señala. Así que, tras presentar un boceto a la corporación del Martes Santo, comenzó a tallar las dos imágenes, que estuvieron listas en 2011, estrenándose en la Semana Santa de aquel año. “Estoy muy contento con el resultado, porque se integran bien en un conjunto escultórico que aglutina obras desde el siglo XVII hasta principios del XX”, señala Antonio López, que explica que huye de la imaginería hiper realista que algunos nuevos escultores están imprimiendo a sus obras. “Me identifico más con la obra de los clásicos, como La Roldana, Martínez Montañés, Pedro Roldán o Gregorio Fernández”.
A diferencia de otras profesiones ligadas a la Semana Santa, donde quizás no es imprescindible ser católico, Antonio considera que para tallar imágenes religiosas es necesario tener fe para “transmitir lo que sientes por Jesús y María”. Y si bien afirma que “siempre transmito mucho amor y tiempo a mis obras”, explica que durante el largo proceso creativo suele pasar por diferentes estados de ánimo que le imprimen a sus imágenes un toque personal. “Yo siempre digo que para que una obra quede bien hay que ofrecer sudor y lágrimas”.