La Paquera de Jerez, la voz que marcó a fuego el cante flamenco

Muchos artistas recuerdan su legado estos días en la ciudad

La Paquera de Jerez, el poder expresivo del flamenco en su forma más cruda y directa.
29 de mayo de 2025 a las 06:23h
Actualizado a 10 de agosto de 2025 a las 14:45h

Francisca Méndez Garrido, La Paquera de Jerez, fue mucho más que una cantaora. Su legado artístico sigue presente en cada bulería que suena en Jerez. Nacida el 20 de mayo de 1934, en el barrio de San Miguel, su influencia trasciende el tiempo y se mantiene viva, tanto en el mundo flamenco como en los jóvenes artistas que beben de su escuela.

Porque La Paquera de Jerez no solo fue una voz singular; sino que ha sido, es y será, sin duda, una de las grandes maestras del cante flamenco. Un emblema jondo jerezano por derecho propio, cuya vida y trayectoria profesional estuvo profundamente ligadas a la cultura gitana y el cante que tuvo la dicha de tener cerca de ella desde la cuna.

Más de veinte años después de su muerte, su impronta sigue presente en cada cante flamenco que suena tanto en la ciudad que la vio nacer, como más allá de sus fronteras.

Y uno de los momentos donde cada año vuelve a vivirse de forma directa, su legado con mayor intensidad es durante la celebración de la Feria de Jerez.

Son muchos los artistas que recuerdan su herencia, a través de las letras que compusiera Antonio Gallardo Molina, en alguna de las casi 200 casetas que componen el Real que se instala cuando llega mayo en el parque González Hontoria.

Antonio Gallardo y La Paquera, en una imagen de archivo.

De Paquerita, a la Reina de la Bulería

Destacar algunos de sus hitos más relevantes y datos poco conocidos, es importante para conocer mejor la figura de La Paquera de Jerez, como artista y como persona. Quizás, el más singular y desconocido sea que su apodo proviene del diminutivo Paquerita, con el que la llamaba su abuelo, así como que desde joven comenzó a destacar en fiestas y reuniones flamencas locales, donde ya se vislumbraba la potencia expresiva de una voz que no tardaría en llamar la atención más allá de su tierra.

Dos temporadas de éxito rotundo en El Corral de la Morería la convirtieron en una imprescindible del panorama flamenco

 

Su irrupción pública llegó en 1953, año en que actuó en el I Festival de Primavera de Sevilla y, casi simultáneamente, grabase su primer disco. Aunque fue su debut en el emblemático tablao madrileño El Corral de la Morería en 1957. Ese año marcó un antes y un después en su trayectoria profesional. Y dos temporadas de éxito rotundo cimentaron su reputación como una artista imprescindible en el panorama flamenco.

A lo largo de su carrera, La Paquera construyó un repertorio versátil, pero fue en las bulerías donde alcanzó la excelencia. Su dominio era tal que fue también es conocida como la Reina de la Bulería, gracias a un estilo bravío y poderoso, pero con un fraseo melódico que sorprendía por su riqueza y modernidad.

Sin traicionar nunca sus raíces, a lo largo de su carrera dejó una amplia discografía con títulos como 'La Paquera de Jerez', 'Esto nuestro', 'Fandangos', o 'La Paquera por bulerías', donde tuvo mucho que ver la mano compositora de Antonio Gallardo Molina, y también participó en producciones cinematográficas como “Flamenco” de Carlos Saura, cuya salida por bulerías y su clásico alianda ha quedado para la historia, “Vengo” de Tony Gatlif o el documental “Por oriente sale el sol”, que retrató su vivencia japonesa.

Una de sus cualidades más admiradas fue la capacidad de renovar sin perder la esencia

En relación con el documental dirigido y guionizado por Fernando González Caballos, en el año 2002 realizaba su única gira por Japón junto a la bailaora Yoko Komatsubara y, en ese viaje, hubo un episodio quedó grabado en su memoria: el primer ministro japonés llorando tras escucharla cantar, cosa que ella interpretó como la prueba fehaciente de que el flamenco es un lenguaje universal.

La Paquera de Jerez, por bulerías, junto a su inseparable Parrilla de Jerez en el año 1990.

Una trayectoria profesional llena de reconocimientos

Los reconocimientos no tardaron en llegar. En 1971, el talento innato de La Paquera de Jerez la hacía valedora del prestigioso Premio Niña de los Peines en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba. Algunos años más tarde, en 1980, recibía el Premio Nacional de Cante de la Cátedra de Flamencología de Jerez, y en 2004, tras su fallecimiento, le fue otorgada la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, el mayor reconocimiento institucional a su legado, así como el reconocimiento a título póstumo como Hija Predilecta de la ciudad que la vio nacer, en la calle Cerrofuerte.

Compartió escenario con gigantes del cante como Camarón de la Isla, Fernanda y Bernarda de Utrera, Manolo Caracol o Lola Flores, y fue acompañada por guitarristas de primer nivel como Manuel Morao, Paco Cepero, Manolo Sanlúcar o Parrilla de Jerez, con quien mantuvo una colaboración artística duradera y fructífera desde 1969.

Hoy en día su figura permanece viva en la memoria del arte flamenco

Uno de los aspectos más admirados por críticos y aficionados fue su capacidad de renovar el estilo sin perder la esencia, aportando una energía casi salvaje que rompía con lo establecido sin dejar de ser ortodoxa. Su forma de atacar los tercios y dominar el compás fue estudiada y admirada por generaciones posteriores, consolidando un estilo propio, reconocible desde la primera nota.

Monumento a la Paquera de Jerez en la Plazuela.

El cante flamenco en su forma más cruda y directa

Aun cuando su voz se apagó para siempre a los 69 años en su Jerez natal, un 26 de abril de 2004, hoy en día su figura permanece viva en la memoria del arte flamenco, con monumentos, calles y homenajes que celebran su voz, su fuerza y su autenticidad, tanto en Jerez como el barrio madrileño en el que residió durante gran parte de su etapa profesional.

En una época en la que las mujeres tenían dificultades para abrirse camino en el flamenco más puro, ella se impuso por su arte, sin concesiones. Su voz, rotunda y visceral, hablaba desde el dolor, la alegría y la vivencia gitana.

Cada actuación suya era una entrega absoluta, una experiencia emocional que dejaba huella. Tan es así que, en palabras de quienes la escucharon, decían que La Paquera no cantaba: desgarraba el alma con su cante.

Más allá de los premios y reconocimientos, La Paquera encarnó el poder expresivo del flamenco en su forma más cruda y directa y, tanto en Jerez como más allá de sus fronteras, su figura es reverenciada como un patrimonio cultural.

De hecho, en el barrio de San Miguel se levantó una escultura en su memoria, y numerosas actividades culturales y festivales incluyen homenajes a su figura. Además, una calle lleva su nombre en la barriada de La Asunción, consolidando su estatus en Jerez como icono flamenco local y universal.

Sobre el autor

David Montes

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