La vida social de sus 3.000 habitantes gira sobre todo en torno al centro de barrio. El abandono de los solares, de los parques y el desuso de la sala de Las Delicias centran las quejas vecinales.

Hace medio siglo “todo era campo”, no era más que una extensión repleta de pequeñas fincas y parcelas próximas al núcleo urbano de Jerez, de ahí el nombre de la barriada: Pago San José. Casi de forma espontánea eran levantadas hace unos ochenta años sus casas, al principio ilegales. En la actualidad, después de tres fases de edificaciones, acoge a 750 familias, en total unas 3.000 personas.

Quienes residen allí casi desde su origen recuerdan cuando las autoridades pretendieron derribar sus hogares. “Don Sebastián – el cura de la iglesia Santa María de la Asunción- era el primero que se ponía delante de las máquinas y decía que no se tiraban y nunca llegaron a caer ninguna”, recuerda una de las vecinas. Pero pronto la problemática se fue solucionando con la venta de las fincas. “Cuando yo me casé hace 41 años mi casa ya tenía escrituras”, afirma Loli, residente en la calle Ciruelo. El vecindario, con sus más y sus menos, siempre ha sido una piña. “El acerado lo levantamos nosotros. A la calle Acerola, la mía, la bauticé como la calle del Infierno porque cuando llovía me llegaba el barro a la rodilla”. Sus habitantes presumen de haber comprado entre todos el solar donde se ubica el CEIP Ciudad de Jerez desde el año 1984.

Allá por los setenta, Pago San José atraía a personas de todo el entorno gracias a la apertura del Cine Delicias, uno de los grandes símbolos de esta zona –y prácticamente de la ciudad- . Llegó a convertirse en punto de encuentro de los jerezanos, lugar de ocio de jóvenes y mayores. En 1997 proyectó su última película, Star Trek. Los multicines –en la actualidad también de capa caída-  y otras formas de ocio también acabaron con este y otros cines de barrio como Jerezano, y Lealas. En la actualidad la sala es un edificio abandonado, colmado de pintadas, visitado por personas, algunas de ellas adictas. Forma parte del paisaje, ni tan siquiera molesta considerablemente a los vecinos. “Allí van a meterse droga, puedes encontrar jeringuillas”, pero no supone mayor problema, asegura la secretaria de la Asociación de vecinos Pago San José, Ana Moreno, también presidenta de la asociación de mujeres Pino Grande. La pena es su desuso, lamenta, “Los ayuntamientos expropian cuando quieren; es privado, pero si el dueño no le da utilidad…”.

El cerrojazo del Delicias, sin duda, supuso un antes y un después en la vida del El Pago. A la par que perdió protagonismo por ello el centro de barrio cobraba mayor relevancia. La actividad de los diferentes colectivos y movimientos asociativos -vecinal, de mayores y de mujeres- se desarrolla en sus instalaciones. Hasta allí se desplazan de otros distritos, incluso, para participar en las diferentes actividades que realizan: manualidades con material reciclado que son auténticas “maravillas” que suelen regalar a sus familiares, baile de salón, aeróbic, pilates, yoga-terapia, taller de pintura… Tantas que no disponen de espacio suficiente. Además, llevan años demandando una mampara para el porche del centro. “Hay muy mala acústica y aunque estemos dentro solo hablando un grupo ya molesta a los vecinos que viven cerca”, coinciden los usuarios.

En general, las quejas y las reivindicaciones del vecindario se centran en la falta de limpieza de los solares sin edificar, la dejadez a la que los sucesivos ejecutivos locales condenan los parques infantiles, y en el mal olor y las moscas con los que tienen lidiar los vecinos de las viviendas colindantes con el Club Nazaret.

Con respecto a este último asunto, las vecinas se preguntan por qué el Ayuntamiento y las administraciones hacen oídos sordos a sus quejas desde hace años. Junto al centro de barrio se encuentra la zona del club en la que cuidan a los caballos y se dan clases de equitación. Aseguran que cuando hace calor levantan polvo al realizar los ejercicios con las consiguientes consecuencias que genera en el vecindario, especialmente entre los alérgicos. “Son animales y el olor de las heces es insoportable y atrae a las moscas, no se pueden abrir las ventanas. El club dice que es una de sus actividades y que no la van a suprimir, que además de deporte es una terapia para sus socios, un reclamo para que la gente se apunte”, explica una de las vecinas perjudicadas.

“Animalitos” de mayor envergadura, las ratas, campan a sus anchas en ciertas épocas del año en varios solares sin edificar donde se hallan alojadas. Los hierbajos superan el metro y medio de altura. Cada año, dicen, sale ardiendo en dos o tres ocasiones. “Presentamos escritos en el Ayuntamiento que viene de vez en cuando a dar un repaso”. Pero no es esa la solución. La secretaria de la asociación secundada por el resto de los vecinos quiere que se inste a los dueños de estos terrenos a que sean ellos quienes se hagan cargo de la limpieza o en cualquier caso que paguen los servicios al Consistorio o a la empresa que la realice.

Pago San José cuenta con dos parques infantiles que en realidad solo sirven “para sacar a los perros”, dice una de las vecinas. El estado de uno de ellos es aceptable, aunque demandan máquinas específicas para que las personas mayores puedan practicar ejercicio; el otro “ni siquiera está inaugurado, no tiene ni nombre y han pasado ya tres alcaldesas por el Ayuntamiento”, afirma Moreno, “para que veas la atención que nuestros políticos le dan a la barriada”. 

Sobre el autor:

btJPX1dv_400x400

María Luisa Parra

...saber más sobre el autor

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído