Thomas Gage, el dominico que fue de Jerez a Indias en 1625

A Thomas Gage, súbdito inglés, el vino de Jerez le pareció, más que una bebida exquisita, quizás un pasaporte a la fama vía evangelización

Ilustración de 'Los viajes de Gage'.
Ilustración de 'Los viajes de Gage'.

El convento de los dominicos de Jerez, en la Alameda de Cristina, jugó un papel importante en el envío de frailes evangelizadores asociados al proyecto político de las élites españolas que quisieron colonizar América en su beneficio, usando para ello el poder de la ideologización religiosa de las nuevas tierras. Uno de estos casos —muy poco conocido— fue el del fraile inglés Thomas Gage, que vivió en el convento de Santo Domingo de Jerez en el primer tercio del s. XVII. Su historia, la de un temprano viajero británico de algún modo atraído por nuestra cultura, merece la pena ser recordada.

Empecemos presentando aquí el contexto histórico que nos permitirá conocer la aventura, personal pero de algún modo también colectiva, del dominico jerezano Thomas Gage: "El encuentro con América vino a redimesionar las relaciones que, hasta entonces, tenían los reinos del Viejo Continente entre sí y con el resto del orbe. En este contexto entraron como especiales protagonistas España e Inglaterra, la primera como la nación "descubridora" del nuevo continente que se asomaba a los ojos europeos, y la segunda como el vecino europeo que, más tarde, se convirtió en el principal contrapeso de la política española en América. Desde entonces el Nuevo Continente fungió como uno de los principales bastiones de la riqueza española y por tanto, de su influencia política en un imperio ibérico que se ungía como universal. Lo que tropezó con la política de "equilibrio" que comenzaba a fraguar el reino inglés, para poner en la órbita británica el plan de colonización americana y de arrebato de la más preciosa perla a la corona española. En este entramado entró como especial sujeto el fraile viajero inglés: Thomas Gage, quien tuvo la rara y exquisita oportunidad de entrar en América, el territorio del que Inglaterra ansiaba noticias y del que se había visto excluida por una Bula Papal".

Una cuidada síntesis del libro que sobre sus viajes escribió el propio Thomas Gage se encuentra en la pág. 44, en un artículo de Eduardo Garrigós, del conocido tomo 7 de Enciclopedia de Historia de España, coordinada por Miguel Artola en 1993 (Alianza Editorial):

Thomas Gage, inglés católico, estudió en el colegio jesuita de Valladolid. Abandonó sus hábitos de jesuita y se hizo dominico en Jerez de la Frontera, de donde partió como misionero en 1625 hacia las islas Filipinas, vía América; pero finalmente se quedó en el virreinato de Nueva España, residiendo doce años en México y Guatemala. Su libro es una descripción aproximada de las tierras y provincias que poseía la Corona española en aquella zona americana, así como su forma de gobierno eclesiástico y político, su comercio, costumbres y etnias.

Desde Cádiz a Canarias, de allí a las islas, Deseadas, Galante, Santo Domingo y Guadalupe, de allí a San Juan de Ulúa o Veracruz. Desde Veracruz relata las villas y lugares que se encuentran en el camino al territorio de México. Describe la ciudad de Tlascala y su territorio, y prosigue el viaje por Puebla de los Ángeles y Guacocinco hacia la ciudad de México, de la que explica su situación en la laguna, su organización urbanística y edificios públicos notables, analizando su poder eclesiástico, civil y militar. De la ciudad de México viaja a Chiapas describiendo los lugares más notables, como Oaxaca, en su ruta hacia Guatemala. Describe también la provincia de los zocos, contigua a la de Chiapas. Realiza por último la descripción geográfica de las provincias de Guatemala y Nicaragua, de las ciudades de León y Granada, Panamá y Cartagena de Indias. Desde esta última partió hacia España, vía La Habana. Desde España, viajó a Inglaterra, donde se convirtió en pastor anglicano y publicó en 1648 este libro de su viaje a América. El objetivo de esta obra fue doble: por una parte proporcionar a sus compatriotas ingleses informaciones sobre los territorios americanos bajo dominio de los españoles, y por otra, intentar socavar el poderío español poniendo de relieve los enfrentamientos entre criollos y metropolitanos, así como los abusos con los indígenas”.

gage++
'Los viajes de Gage'.

Por nuestra parte, queremos destacar aquí que en un artículo de Carmelo Sáenz de Santa María, Los viajes de Gage en el siglo XVII hispanoamericano, se menciona la atención (aunque desdibujada por cierta traducción francesa, del XIX, de la obra de Gage a la que puede accederse hoy en la web de los fondos digitalizados del CSIC) que en su viaje por Hispanoamérica prestó el fraile viajero a los vinos de Jerez: “Mucho más grave es la intentada traducción al francés de todo aquello que nuestro fraile dejó en  castellano. Naturalmente el traductor castellano retradujo al castellano lo que en su original lo era. Un caso de muestra: nuestro fraile respondió a una dama que parecía excederse en su obsequiosidad y que le había enviado un castillo de frutas, con el siguiente verso: “fruta tan fría amor no cría”; vero que dejó en su original por razones obvias. El francés tradujo a su modo el gracioso final “n’a point d’effet”, y el español, siguiéndole, “no tiene virtud”.

Otro caso, en su deseo de caricaturizar a los hidalgos de Chiapas, Gage transcribe esta frase que parece sacada de la picaresca clásica: “Ay, señor y qué linda perdiz he comido hoy…!”. El español, siguiendo al francés, lo desfigura así: “Caballero tarde llega, y me pesa, que acabo de comerme una perdiz excelente…!”. Un detalle más: describe Gage los obsequios del prior de Chiapas y concreta que el vino era Spanish Pier Ximeny. El francés y su colega español dejan perder el importante dato histórico, que queda “aguado” con la simple mención del “excelente vino de Jerez”. Antes de partir a Indias, un día, en una celda del convento de Santo Domingo de Jerez un fraile, Antonio Meléndez, que debía haber bebido más de la cuenta vino de Jerez, le habló sobre evangelización y misiones… y Gage lo cuenta sin ambages: “El buen vino de Jerez, que no escaseó en este festejo, reanimó de tal modo el ardor de su celo apostólico, que no cesó de hablar en toda la noche de la conversión del imperio entero del Japón… En una palabra, Baco lo había convertido de teólogo en orador, enseñándole la elocuencia que manejaba a fuer de segundo Cicerón”.

A Thomas Gage, súbdito inglés, el vino de Jerez le pareció, más que una bebida exquisita, quizás un pasaporte a la fama vía evangelización, además de la oportunidad de explicar al mundo, en su libro de viajes, las riquezas que el continente americano, en su mayor parte en manos españolas, podía reportar a otras naciones ricas de Europa.

Sobre el autor:

Cristóbal Orellana.

Cristóbal Orellana

Licenciado en Filosofía (US), Diplomado en Geografía e Historia (UNED), Máster en Archivística (US), Máster en Cultura de Paz y Conflictos (UCA), de profesión archivero, de militancia pacifista, de vocación libertario, pasajero de un mundo a la deriva.

...saber más sobre el autor

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído