Arrancan por todo lo alto ocho días de celebración con el masivo encendido del alumbrado. Luz a una escenografía única en el mundo y a diferentes universos que conviven en el Real, generalmente, en armonía.

Eran las 8 de la mañana del sábado en Atocha y ya se veían preflamencas con sus vestidos envueltos en fundas caminito de Jerez. Peinetas barrocas, volantes imposibles y flores de pego para dar color a la fiesta. Despedidas de solteras con claveles cosificados. En el aire sobrevolaba una letra con melodía… que la Feria del Caballo llega en mayo como flor de primavera… Ya son las diez de la noche. En el templete municipal pulsan el botón por unanimidad. Más de un millón cien mil puntos de luz, 200 casetas, cacharritos, tómbolas, puestos de turrones y garrapiñada, cacharrería en la Rosaleda, papas asadas y la Tere con su tartana. Albero perfectamente asentado por los chaparrones previos. Nubes de farolillos. Jarras de rebujito y catavinos de fino. La escenografía, intacta un año más. Tortillas de patatas (a menudo congeladas) y pimientos fritos. Jamón y queso. Pinchitos morunos con extra de picante. Gazpacho si aprieta la calor. O para el calor que te da el gorrón o la gorrona de turno, un clásico de todos los años que aparece con solo rozar el tapón de una media botella. Millones de lunares y miles de trajes de flamenca. La interminable cola en los baños de las casetas y luego anegadas y casi siempre sin papel. Papeletas para jugar a las carreras de camellos a cambio de un peluche ortopédico o papeletas para que te multen los ‘guardias’ si coges el coche en lugar de esperar el autobús en la Avenida ya bien entrada la madrugada. La Feria es mejor vivirla de día y hasta que el cuerpo aguante, te dice siempre el cuñado de guardia.

Avenidas de visitantes por los cuatro costados del González Hontoria. Estalló el Real, dicen este domingo los eternos titulares. La gente mira al cielo, gira la cabeza, tuerce el cuello… Ohhhhh… La esperada sorpresa de todos los años en mayo. Fuegos artificiales, brindis por la Feria, celebración del encendido del alumbrado como si del Año Nuevo se tratase. Besos y abrazos. Exaltación de la amistad. No faltan las uvas, aunque estén ya vendimiadas, pisadas, fermentadas y criadas con velo de flor. No faltan las flores. Ni la Lola. Selfies van y vienen. ‘T spero n l tmplt’, que traducido a román paladino significa ‘no te encuentro ni harto de vino’. ‘Si me queréis, ¡venirse!’… Todo atestado de gente, abriéndote paso a machete en ese hormiguero de feriantes que dan la típica vuelta de reconocimiento al Real. Todo repleto de carritos de bebés rompetobillos en la pole position de la Feria que recién comienza. Todo hinchado de enormes globos del muñeco de moda. First dates en el Hontoria en esta Feria de sábado a sábado y bebo porque me toca. El Ayuntamiento pide vivir la celebración “con los cinco sentidos” y de forma “saludable”. ¿Una caseta para veganos, rebujito zero? Todo el mundo le reza al WhatsApp para que no se caiga en este momento. Qué sería de la Feria actual sin el WhatsApp ni las redes sociales.Me gusta, me encanta, me divierte, me asombra, me entristece, i like it… Mírala cara a cara que ha colgado foto en el Facebook. Cada uno cuenta la Feria como le va. Y la Feria va bien, como España. Aunque sea mentira. Van a ser ocho días de autoengaño y lo sabes. De verlo todo bonito cuando también hay cosas feas; de pensar que podemos mantener el tipo una horita más cuando, en realidad, sabemos que la resaca será convalecencia; de bailar la primera pensando que sabemos bailar sevillanas y acabar dando un traspiés tras los cuatro giros definitivos de la cuarta; de subir con el niño al Kanguro pensando en las cosquillitas que nos provocaba de niños y acabar con una toniquita para la fatiga… Pero el niño no se cansa y a ti a estas horas el claxon estridente de los coches tropezones (coches-choque, si eres de Madrid) te taladra el cerebro. Quieres pero no puedes. Te gustaría pero sabes que es mejor dejarlo para mañana.

En la Feria todo es mentira envuelto en una gran verdad que nos concierne a todos. En la Feria todos los gatos son pardos aunque sea a plena luz del día. Si es de noche, ni te cuento. La Feria es como la película que ves antes de morir en la que pasa toda la vida ante tus ojos a cámara rápida. Es nacer y morir en ocho días (o cada día) con la certeza de que estamos en este mundo para celebrar la vida y aparcar las penas todo el tiempo que sea posible (y el que nos dejen). "Feliz Feria", te van diciendo a uno y otro lado. A izquierda y a derecha. No hay color ni moción de censura. La Feria tiene cielo y tiene calle del infierno. Otra copita. Pide croquetas y una ración de chocos fritos... Como si no hubiera un mañana. Mírala cara a cara que ha subido una foto a Instagram. Todo puede ir a peor, keep calm. Botellona en El Bosque, gitanilla con claveles en el paseo de Las Palmeras, cañas rocieras, tabaco de contrabando, engominados y perroflautas, moteros y canis, hípsters y trajeados, folklóricos modernos, podemitas y peperos… Juntos pero no revueltos. O sí. Da lo mismo. Resiliencia. Universos en el recinto ferial. Microcosmos de buen rollo, conviviendo con toda la armonía que permite esta celebración perfectamente cronometrada. Con un decorado único en el mundo y unos actores que hacen de sí mismos como si fuesen otros por unos días. A la Feria la amas, o la odias. Esto acaba de empezar y puede pasar de todo. Vayamos des-pa-ci-to… que son muchos días. Sean bienvenidos. 

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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