Manuela, la rehén que intentó tranquilizar al resto en el atraco de La Caixa en Jerez: "No eran agresivos"

La clienta se encontraba haciendo gestiones cuando irrumpieron los ladrones frustrados. "Me asustó cuando se quitaron el pasamontañas, pensé que tenían todo perdido"

Manuela, frente a la oficina donde fue rehén en un atraco. FOTO: MANU GARCÍA
Manuela, frente a la oficina donde fue rehén en un atraco. FOTO: MANU GARCÍA

Manuela llegaba para hacer unas gestiones a La Caixa de Puertas del Sur, en Jerez, a eso de las 13:40 horas. Se sentó en una mesa con una empleada y dos personas enmascaradas con trajes de protección ante pinturas irrumpieron en la oficina. "Esto es un atraco", dijo uno de ellos en buen castellano con una pistola en la mano. "Nos quedamos inmóviles", rememora Manuela a las puertas del banco un día después.

Esta mujer es propietaria de un establecimiento cercano. La empleada no se había enterado de primeras qué era lo que pasaba. "No te muevas", le dijo Manuela, para que no tocara el ordenador. Poco después salió el director de su oficina y los atracadores pidieron que abriera el cajero automático por dentro para coger el dinero.

Primero, el director, según explica Manuela, mandó a una empleada. No lo consiguió. Luego, a una segunda. Para entonces, ella, junto al resto de rehenes, estaba en la oficina del director. En esa segunda ocasión, pasada más de media hora, consiguieron hacerse con un botín. Trataron de salir, pero se encontraron de bruces con la polícía. "Pidieron que si había una segunda puerta por detrás, el director les dijo que no, pero creo que ellos quitaron un techo para intentar escapar. Y viendo ellos que lo tenían todo perdido, se quitaron el antifaz y demás y dijeron que se iban a entregar".

Manuela sufre de subidas de tensión, pero en esos instantes no sintió malestar. Por su "forma de ser", lo que hizo fue intentar tranquilizar a la gente que estaba con ella. Al menos dos personas fueron atendidas por ataques de ansiedad. Una de ellas, una trabajadora que en cuanto pudo salir tras la detención, lo hizo llorando según relatan testigos.

"Hablar como hablar entre nosotros, no. En esa hora lo poco era intentar calmarlos. Es mi forma de ser. Yo la subida de tensión me la curé ya fuera". En el transcurso del atraco, Manuela pensaba, sobre todo, en "lo que tenía fuera, en mi casa". Nadie mostró arrebatos de valentía. "A qué te enfrentas, para qué, si lo que hay que intentar es salir. Es problema del banco, de la policía si los detiene. Lo que quieres es salir. A mí no me pusieron una mano en lo alto. 'Póngase allí', es lo que me dijeron, y yo lo hice".

Hubo un momento en el que Manuela sí sintió miedo de verdad. Fue después de asumir que no tenían escapatoria, después de hablar por teléfono con el negociador de la Policía. "A mí me asustó cuando se quitaron el pasamontañas. Eso sí. No es que tuvieran mal aspecto, pensé que esta gente lo tiene todo perdido". Pero la disposición fue a entregarse. Entre medias, pidieron tabaco a los rehenes.

Entre los detalles de todo lo que pasó allí dentro, Manuela destaca que, en efecto, uno de los atracadores, el mayor, de 51 años según la policía, no era de aquí, pero hablaba muy buen español. Al otro le costaba más, recuerda Manuela, que no sabría decir si entre ellos hablaban un idioma u otro.

El otro detalle es que el atraco parecían tenerlo previsto "a medias". Previamente a entrar en La Caixa, habían merodeado el Banco Santander, vestidos con trajes de pintor y mascarillas, lo que llamó la atención. Lo hicieron armados, con una mochila al hombro, una riñonera y un táser. La moto no se encontraba en buen estado, como se pudo apreciar in situ, y había sido robada en Sanlúcar una semana antes.

Y, además, "pienso que eran unos mandaos. Por lo que dijo uno de ellos, el que estaba pendiente a nosotros. Dijo que iban a ganar poco dinero y que iba a salir como una mierda. Eso no es de profesional".

Manuela ha abierto con normalidad su establecimiento este martes, menos de 24 horas después de un suceso que nunca olvidará, que contará a sus nietos, dice. "He ido pensando a La Caixa que estaría abierta. No lo está". Y Manuela aún tiene que hacer sus gestiones.

Sobre el autor:

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Pablo Fdez. Quintanilla

Licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria periodística en cabeceras de Grupo Joly y he trabajado como responsable de contenidos y redes sociales en un departamento de marketing antes de volver a la prensa digital en lavozdelsur.es.

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