Madres divorciadas, trabajadoras y sin plaza en el aula matinal para sus hijos

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Noelia García y Noelia Fernández tienen a sus hijos en el CEIP La Unión y han visto cómo se han quedado fuera de las listas.

“Estamos en el limbo”, dice Noelia, madre de un pequeño de siete años. Julio, ajeno a la conversación, corretea alrededor de la mesa buscando algo con lo que entretenerse. Este año se ha quedado sin plaza en el aula matinal y en el comedor escolar de su centro, el CEIP La Unión. ¿El motivo? Su madre está divorciada, trabaja por las mañanas y lo cría ella sola, pero para el colegio, que elabora las listas, no está considerada como una familia monoparental, algo que da puntos para estar dentro. A pesar de haber entregado documentación de la empresa donde trabaja, el certificado de empadronamiento del padre del niño –que vive en Canarias– y la sentencia de divorcio, Julio no tiene plaza en el aula matinal, un servicio que realiza actividades con los menores antes del comienzo del horario lectivo.

El comedor no le gusta mucho a Julio. Niega con la cabeza casi avergonzado cuando se le pregunta. Pero a su madre no le queda más remedio que tenerlo ahí porque su horario laboral no le permite otra cosa. Es trabajadora social, de 8:00 a 15:00 horas está en la oficina. Se divorció el año pasado y este es el primer curso que ha figurado como tal a la hora de ir a solicitar que su hijo tenga plaza en el aula matinal de La Unión. En junio salieron las listas provisionales, y al ver que su hijo se quedó fuera, presentó un escrito al centro. Cuando se publicaron las definitivas, Julio estaba incluso más abajo en la lista. Noelia pide conocer qué baremo se ha seguido en el proceso, algo que desconoce. “Me tengo que creer que mi niño tiene menos puntos que los 211 que han entrado”, dice.

Momentáneamente ha contratado a una chica para que lleve a Julio al colegio, aunque espera que se resuelva pronto su situación, ya que sus ingresos no le permiten seguir así todo el curso. Ya ha comunicado su situación al Ayuntamiento, al Defensor del Pueblo Andaluz, ha presentado recurso de alzada a la Junta… Pero sigue sin respuesta. Sin solución. Con ella está otra Noelia, Fernández, madre de dos hijos de siete y ocho años. También se han quedado fuera del aula matinal y del comedor. Fernández, como su compañera, es madre divorciada y trabaja por las mañanas. Es vendedora de la ONCE y su horario es de 9:00 a 16:00 y de 17:00 a 20:30 horas. “He pedido autorización para que mis niños salgan por la puerta de enfrente, ya que ahí vive mi madre”, cuenta. Es lo máximo que ha conseguido por ahora.

El año pasado estuvo en la misma situación, pero recurrió y le concedieron plaza. Este no ha tenido tanta suerte. “Estamos desamparadas totalmente”, dice. Como ellas dos, al menos una decena de madres de La Unión se encuentran en la misma situación. “Somos madres trabajadoras, nos instan a dejar de trabajar y pedir ayudas, ¿no?”, se pregunta retóricamente Fernández. El padre de sus hijos, que “se desentiende totalmente”, no le echa una mano. “Es como si no existiera”, explica.

“A efectos de fiscalidad sí somos familias monoparentales, pero a efectos de escolaridad, no”, se queja Noelia García, que no descarta emprender acciones de protesta llegado el caso. Ya están recogiendo firmas en la plataforma change.org. Ya no saben qué hacer, adonde acudir. “Me estoy planteando ir a Cádiz –a la delegación de Educación–“, dice Noelia Fernández, que como su tocaya, asegura que no va a parar hasta hallar una solución a su “injusta” situación.

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