Dulce Nombre Dorado Velasco, jerezana de adopción, nació en 1915, y es la persona homenajeada en la Semana del Mayor. "Hace honor a su nombre", afirma su hijo.
“Mi abuelo no le pudo poner un nombre que le viniera mejor”, asegura Paco, uno de los tres hijos de Dulce Nombre Dorado, jerezana de adopción. Nació en Alcalá del Valle el 12 de abril de 1915, era la benjamina de siete hermanos. En la actualidad, sus seres queridos siguen disfrutando de ella a sus 101 años. Por este motivo, por ser una de las personas más mayores que residen en la ciudad, tras sobrevivir a dos guerras mundiales, una civil y a varios periodos de crisis es homenajeada en la Semana del Mayor de 2016. Para la bisabuela y sus familiares es, sin duda un reconocimiento muy emotivo, aunque ella no se siente mayor: “Cuando le decimos que vaya a la misa de las personas mayores, ella dice que allí no va, que la gente es muy vieja”, cuenta con sorna Paco.
La centenaria no tiene estudios superiores, sin embargo, aún hoy goza del placer de la lectura en su sillón, donde también hace croché para lo que sí ha perdido cierta habilidad. Hasta el 2015 presumía de una letra “preciosa”, escribía cómo pasaba los veranos y relataba acontecimientos señalados de su vida. No es un diario porque no lo tenía oculto. Su hijo barajó la posibilidad de encuadernarlo, incluso, pero finalmente ha decidido no hacerlo porque es algo “muy de ella”.
Años atrás le fue extirpada la vesícula, “y con la pelvis estuvo fastidiada un par de años, imposibilitada totalmente, pero lo superó con mucha resignación”. En casa se permite caminar sola de una habitación a otra con cuidado porque “se le cruzan los pies”. Un oído lo tiene perdido y hay que hablarle bien alto en el otro para que oiga, pero la cabeza la tiene casi intacta. “El día que estuvieron en casa para decirnos que el Ayuntamiento le iba a hacer el homenaje, ella dijo que vinieran y le trajeran a ella el ramo a casa”, recuerda su hijo como prueba del desparpajo de Dulce. Sin embargo, su hijo Paco no pasa por alto las zancadillas del tiempo: “Como hijo me da mucho coraje verla con los achaques de la edad. Hace tres años estaba bien y ha ido deteriorándose”.
En 1943 contrajo matrimonio con un Guardia Civil, lo que le obligó a residir en diferentes localidades hasta que aterrizó definitivamente en Jerez hace 56 años. Uno de los reveses más duros lo sufrió en el 68 cuando su marido sufrió una trombosis cerebral de la que le quedaron grandes secuelas. A partir de entonces dejó de cumplir servicio en el Cuerpo para convertirse en conserje, primero de la Escuela de Arte y Oficio y más tarde en el instituto Álvar Núñez. Y Dulce, “una luchadora nata” como la define su hijo, se convirtió en las manos y los pies de su esposo, tanto en su trabajo como en casa, hasta 1989 cuando falleció. Tras enviudar, Dulce cayó en una depresión profunda de la que logró sobreponerse hasta hoy.
Los mejores momentos de sus más de cien años de vida los vivió cuando se convirtió en abuela y en bisabuela. La llegada de sus nueve nietos y doce los biznietos y verlos crecer ha sido la mayor alegría de Dulce Nombre Dorado, mujer que según sus allegados, hacía honor a su nombre y “todo lo ponía al servicio de los demás”.
