Abril cierra con una espectacular bajada del paro en Jerez, 845 desempleados menos en el último mes y un total en 30.069.

"Yo un día de levante no vengo a la Feria", confiesa David Beato, carpintero desde hace más de 20 años. El viento sopla fuerte, pero eso no impide que los arquitectos de la Feria del Caballo continúen con su trabajo. Algunos, como David, llevan un mes erigiendo una "señora caseta" de madera. Otros, como Alejandro Alvarado, ayudante de oficial, llevan solo dos días en el parque González Hontoria. "Esta es la primera vez que trabajo, pero cuando termine, volveré al paro", lamenta este joven jerezano de tan solo 22 años que se inicia en el mundo laboral gracias a la Feria. Hace poco abandonó el grado de Publicidad y Marketing en la Universidad de Cádiz. "Me aburrí", admite, lo que no quita sus ganas de conseguir un oficio. "Por más currículos que entrego, pocas son las opciones de trabajo". Logró el puesto en una empresa de montaje gracias a un familiar. "Aquí ayudo a los oficiales, carrilleo...". ¿Y después, qué salidas de futuro...? "¿Futuro? Ninguno", interrumpe. 

Jerez ha cerrado el mes de abril con un espectacular recorte a la lista del paro en 845 desempleados, para dejar la cifra total en 30.069. Buena culpa de ese descenso, que representa un 2,73 por ciento frente al mes anterior, lo tiene el empleo eventual que ha generado la Semana Santa y, en general, el movimiento propio de la temporada alta jerezana, unido también a los nuevos contratos motivados por los planes temporales de empleo del Ayuntamiento y la Junta. Ahora, en "preferia", algunos aprovechan para ganarse unos euros en el montaje de las casetas. Pero para David Beato, levantar una con estructuras de madera es un encargo más. Le parece atractiva la oferta, sobre todo por ese cambio de aires, y por trabajar codo con codo con Luis Rodríguez, natural de Cuartillos y técnico de mantenimiento desde hace más de 30 años. "Para nosotros es un trabajo más, pero agradecemos el poder salir de la oficina para trabajar al aire libre. Lo hacemos por gusto, por diversión", comenta. "Quieras o no, aquí te despejas y la Feria engancha", incide David. "Es un empleo extra, pero en tiempos de crisis es algo fijo", agrega.Dos casetas más arriba trabaja Miguel Amarillo, pintor jerezano de 38 años. Trabaja para una empresa de la ciudad, y es uno de los encargados de montar y pintar la caseta de la hermandad de El Huerto, trabajo que lleva realizando desde hace cinco años. "Lo hago en horas de trabajo. Esto no es nada complementario. Es más, incluso hacemos horas extras de trabajo que se lleva la hermandad". De familia de pintores, Miguel lleva 22 años "coloreando" casas. Dice que no le falta el trabajo, que el sector está al alza. A día de hoy reside en el barrio de San José Obrero, pero creció en San Telmo, sin duda, una de las barriadas más devastadas por la crisis de 2008. "Ahora está más levantaíta la cosa", expresa. "Sí, pero hay mucho paro todavía", espeta un compañero suyo mientras baja con un camión grúa una de las placas que van a colocar.

David no piensa lo mismo. Él es autónomo y no dispone de una plantilla de trabajadores. Las grandes superficies compiten con fuerza. Precio más bajo y un producto de peor calidad. Echa un vistazo a su alrededor y dice que en la Feria pocas son las casetas que tienen buenos materiales. Escayola, pladur... Nada que ver con su caseta de tres módulos de contrachapado y suelo de madera. "Antes las casetas se gastaban más dinero. Pero ahora con la crisis, pocas son señoras casetas. Hay poca inversión y no escatiman en seguridad", expone. David ha tenido meses flojos de trabajo, sobre todo en 2015, pero dice que no ha parado "gracias a Dios". Alejandro lo tiene más crudo. Comparte que si no encuentra algo en la zona, probablemente emigre a Escocia con su pareja. Luces, tablas, chapa y pintura, son los ingredientes previos para que la Feria del Caballo sea todo un éxito. Una oportunidad, al mismo tiempo, para escapar al temido paro.

Sobre el autor

claudia

Claudia González Romero

Ver biografía

Lo más leído