Un centenar de personas se concentran en la plaza del Arenal para apoyar la liberación de 25 presos políticos de un campamento de refugiados saharauis.
"¡Mamá mira!", grita un pequeño a su madre mientras esta mece un carrito de bebé. El niño busca sorprenderla con su ingenio, se ha colocado la pancarta dentro del abrigo y ha conseguido tapar a la perfección su cara sin que tenga que sostenerla. El cartel es el rostro de cada uno de los 25 presos políticos saharauis del campamento Gdeim Izik después de que las fuerzas militares de Marruecos entraran a desmantelarlo por completo. El niño, de piel parda, corre, agita los brazos y busca a sus amigas para jugar a la peonza mientras un centenar de adultos se manifiestan en mitad de la plaza del Arenal por la liberación de unas personas encarceladas y condenadas por el régimen marroquí.
En octubre de 2010 se creó el campamento Gdeim Izik. No era un campamento más, como por ejemplo el refugio de Auserd, donde se crió Habiba Mohamed, saharaui empadronada en Jerez desde hace 15 años gracias al programa Vacaciones en paz de Amiraui. Gdeim Izik fue construido con un propósito, con el objetivo de sublevarse contra la miseria. Incluso hay algunos teóricos, como Noam Chomsky, que consideran que esta concentración fue el germen de lo que más tarde se conoció como las primaveras árabes. Este campamento, que llegó a concentrar a casi 28.000 refugiados saharauis, quería ser algo más que un asentamiento donde vivir. Se posicionaron a 15 kilómetros de El Aaiún (ciudad más importante del Sáhara Occidental) para llevar a cabo una protesta pacífica reclamando trabajo, pan y dignidad. Las tropas marroquíes no hicieron oídos sordos y se movilizaron para oprimir la marcha, la lucha sosegada del pueblo saharaui. El ataque de Marruecos produjo víctimas civiles de ambas fronteras, cobrándose la vida de once soldados marroquíes. Esas muertes son por las que a día de hoy, seis años después, todavía cumplen condena 25 personas de Gdeim Izik.
"Estamos aquí porque queremos que les juzguen de forma digna", expresa Habiba Mohamed, miembro del colectivo de jóvenes saharauis sumud (que en árabe significa firmeza), es una de las portavoces de la concentración por la liberación de los presos políticos en Jerez. ¿Por qué el caso lo lleva un tribunal militar marroquí? "Es el régimen de Marruecos", contesta con sorna, como si no hubiera forma de modificar el proceso judicial. ¿Hay alguna alternativa? ¿Algún atisbo de poder cambiar el rumbo de los condenados? "Ninguna parte quiere escuchar y Marruecos cierra el paso a cualquier comisión que quiera mediar", responde.
"La ONU mira a otro lado, y los gobiernos también; pero los ciudadanos no", vocifera Geli Sánchez, miembro de la plataforma Jerez con Palestina. Porta una mochila en la que aparece dibujada una mujer al lado del Estado del Sahara Occidental que grita: "38 años de lucha". La mochila se le ha quedado vieja. "Llevamos más de 40 años de lucha para liberar a nuestro país desde que se llevara a cabo la Marcha Verde", comenta Habiba. Una vez leído el manifiesto reparten carteles con las caras de los 25 condenados y pequeñas pancartas con diferentes lemas. "Todos somos presos políticos de Gdeim Izik", el más repetido. Se quedan quietos, paralizados mientras un móvil capta el acto, que brilla entre música árabe y rostros de solemnidad. "Uno de los objetivos es visibilizar sus caras y que este vídeo se contemple luego en los campamentos del S´shara", explica Habiba. "¡Que viva la lucha del pueblo saharaui!", corean tanto en español como en árabe.