La Asociación de Mujeres por la Igualdad y el Progreso, que reparte alimentos a 60 familias, pide un local "en el que se pueda trabajar".
“Queremos salir del zulo”, dicen las integrantes de la Asociación de Mujeres por la Igualdad y el Progreso, de Torresoto, que llevan un año instaladas en un pequeño local municipal de la plaza del Carbón, donde comparten espacio con las asociaciones Efecto huella y Racimo, y en el que cada mes reparten alimentos a más de 60 familias. Pero el espacio ya se les queda pequeño.
Latas de tomate frito, aceitunas, alubias, garbanzos, leche, aceite, arroz, azúcar, lenteja, atún, pasta… Más de 4.000 kilos recopilaron durante la última recogida, procedentes en su mayoría del Banco de Alimentos de Cádiz, y repartidos entre más de medio centenar de beneficiarios de toda la ciudad. Ellas mismas costean el camión con el que trasladan los alimentos desde Cádiz a Jerez.
En la plaza del Carbón cumplen un año en septiembre en la que es una ubicación provisional mientras le encuentran un local definitivo. Ellas quieren volver al centro de barrio de Torresoto, ocupado por una asociación que celebra comuniones y fiestas privadas, denuncian. Por eso vienen reclamando al Ayuntamiento que les busque acomodo, porque en el que están “no es un local digno para 50 mujeres”, que son las que componen la asociación y tienen que hacer sus talleres de manualidades en el pasillo del edificio. “Yo no vengo porque me agobio”, dice una de ellas.
La asociación lleva desde 2011 repartiendo alimentos, primero en un local de Hijuela de las Coles que tuvieron que abandonar el verano pasado y, desde entonces, en la plaza del Carbón, donde el espacio es muy reducido. “¿Cuántos metros tiene esto? 30 como mucho”, se preguntan entre ellas. “Lo que hacemos por los demás y a nosotros no nos hacen caso, más labor social que esta…”
Las miembros del colectivo tienen la sensación de que están “jugando al ping pong” con ellas y esperan encontrar acomodo pronto para atender con garantías a las familias a las que reparten alimentos. Jubilados que cobran 400 euros, trabajadores que no llegan a final de mes, mujeres sin prestación que se sacan unos euros limpiando casas para subsistir… el perfil es variado. “Una familia no vive con esto”, dicen las mujeres de Torresoto, “pero ayuda”.
“Una vez me vino un hombre y me dijo: ¿Te acuerdas de mí? Me ayudasteis hace unos años, ahora trabajo y traigo a mi familia a que haga gasto a vuestros actos”, recuerda una integrante del colectivo, que cuenta que con su labor han creado una cadena solidaria y que colaboran con ellas cada vez más personas. Su reclamación es clara: “Lo único que queremos es un local en el que se pueda trabajar”.
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