La Junta, pese al acuerdo inicial en el pleno, desaconsejó revertir a uso industrial la pastilla de 12 hectáreas tras el fallido convenio urbanístico con Saint Gobain.

Todavía se ve algún coche estacionado en el aparcamiento entre la ronda de los Alunados y la avenida de Arcos. Las chimeneas se apagaron hace cinco años y medio tras más de un siglo escupiendo humo. Llegó a haber más de 800 trabajadores. Al final no llegaron a ser ni una quincena. Desde el pasado julio ya no queda actividad alguna en los 112.000 metros que ocupa la vieja fábrica de botellas de Jerez. La fuga de Vicasa Saint-Gobain —luego Verallia- del municipio es ya un hecho irreversible. Como está publicado, la multinacional incumplió el convenio urbanístico mediante el que invertiría 90 millones de euros en una nueva y moderna factoría en las afueras a cambio de una reclasificación en el nuevo PGOU de las 12 hectáreas de suelo que tiene casi en la primera corona del centro. Como el convenio se malogró, el Ayuntamiento aprobó a finales de 2009 la primera modificación puntual del referido planeamiento urbanístico y anunció que mantendría el uso industrial de los terrenos. Era el castigo a la empresa por la huida. No iba a haber nueva planta, no habrá pelotazo inmobiliario. El Ayuntamiento llegó a registrar el convenio en el Registro de la Propiedad y se ocupó de que el PGOU recogiera expresamente que el desarrollo inmobiliario y comercial solo era posible si había nueva fábrica. Saint-Gobain alegó y hasta ahora nada más se había sabido de aquella aprobación. Quedó en el limbo.

Como confirma a lavozdelsur.es el director de planteamiento del Consistorio jerezano, Benito García Morán, los técnicos de la Junta de Andalucía desaconsejaron dicha reversión de una jugosa pastilla de suelo que siempre se ha defendido que tiene “clara vocación urbana”. “Se hizo una aprobación inicial pero luego los compañeros de la Dirección General de Urbanismo de la Junta no pusieron buena cara. Lo frenaron de viva voz”, explica el alto cargo municipal, y añade: “Hicieron ver al equipo de gobierno de entonces —PSOE— que no era la manera de actuar. Volvemos otra vez a la anormalidad de nuestro sistema urbanístico. El urbanismo no puede ser una mano que te acaricia, la ciudad es la ciudad. ¿De verdad nos creemos que aquello puede ser un gran polígono industrial?”
800 pisos, un área comercial, zonas verdes y equipamientos —Ciudad de la Justicia incluida— era la apuesta urbanística para la zona. También se había proyectado la reordenación de toda esta enorme bolsa de suelo y su integración con el centro de la ciudad. En 2012, el entonces delegado de Urbanismo del gobierno del PP, el parlamentario andaluz Antonio Saldaña, aseguraba: Aun cuando con el hecho de llegar a un acuerdo en la recalificación el Ayuntamiento podría tener grandes expectativas de ingresos, eso no nos vale porque no le vale a la ciudad. Aquello se hizo con la intención de que hubiese una alternativa industrial en el municipio y eso es lo que seguimos esperando”. ¿Qué piensa García Morán? “Mi opinión es la que está en el pleno. Nosotros lo hicimos y yo no me voy a desdecir. La actividad económica se ha terminado, no nos gusta eso evidentemente, una chimenea parada es una tristeza siempre, pero se ha parado. Ahora mismo ese suelo es fundamental, si se tira un dardo en el plano de Jerez el 10 está en la fábrica de botellas".

Hoy los suelos, ya estériles, pertenecen a un fondo de inversión de riesgo de un magnate estadounidense que lo mismo compra ‘El grito’, de Munch, que la mansión de Tom Cruise en California

Recuerda las arduas negociaciones para nada. Al final, suelos estériles. Ya el entonces portavoz de IU, Joaquín del Valle, experto en esta materia y uno de los políticos más lúcidos de la ciudad, aseguraba lo que está a punto de ocurrir. En pleno ya expuso que la multinacional jugaría a aguantar el pulso. O suelos degradados en pleno centro, o pelotazo sin contrapartida industrial para Jerez. "Le echamos muchas horas, mucha pelea con los propietarios cuando hicimos el Plan, para intentar que al menos las premisas de ordenación fueran las más interesantes para la ciudad y pienso que lo mejor para la ciudad es desarrollar el Plan”, resume García Morán. La alcaldesa Mamen Sánchez aseguró que no daría facilidades a la multinacional, pero la opinión de su teniente de alcaldesa delegado de Urbanismo, Francisco Camas, es la de dar “un futuro” a los suelos para que “reviertan económicamente en la ciudad”. No están los socios de investidura, Ganemos e IU, muy por la labor de facilitar el pelotazo aunque a día de hoy la realidad es que el suelo está abonado para levantar torres de diez pisos de altura. La agrupación de electores lo tiene claro: “Hay que proteger a la ciudad de nuevos casos de especulación”.

Los terrenos en estos momentos ya no tienen nada que ver con el negocio del vidrio. Pertenecen a un fondo de inversión de riesgo, Apollo Global Management, que en 2015 se hizo con la vidriera Verallia. El propietario del fondo es el billonario neoyorquino Leon Black, que lo mismo compró El grito, de Munch, por 91,2 millones en 2012, que recientemente adquiría la mansión en Los Ángeles de Tom Cruise por 40 millones. “Los actuales propietarios de la difunta fábrica de botellas son dos fondos buitres, siendo el principal de ellos la agencia americana Apollo, presidida por un multimillonario conocido por comprar de todo. Entendemos que es un sinsentido poner la normativa urbanística municipal al servicio de los intereses de las familias más ricas del mundo”, se queja Ganemos. La formación apuesta por un gran espacio público en la zona. “Es una opción muy interesante”, aclara García Morán, pero advierte: “Eso hay que pagarlo. Tenemos que tener dinero para expropiar, urbanizar y mantener. Que no se nos olvide. Es una opción magnífica, claro, pero ¿dónde está el dinero?”

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Paco Sánchez Múgica

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