La mejor victoria de Alejandro

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12 de febrero de 2014 a las 16:34h

La afición de Alejandro por el baloncesto surgió casi por casualidad, ya que su hermano mayor, Carlos, también jugaba y él no quiso ser menos. Pero esta temporada Alejandro, de 13 años de edad, vio cortada su proyección inesperadamente, ya que la Federación le impidió seguir jugando esgrimiendo el criterio de la edad para excluirlo, ya que jugaba con niños de 10 años. Alejandro tiene síndrome de Down y el viernes pasado volvió a jugar un partido oficial con su club, el DKV Jerez, después de varios meses de lucha de sus padres.

La carrera de este joven jerezano comenzó en 2010, cuando empezó a entrenar con el DKV, aunque pronto hubo que adaptar sus capacidades a otro grupo de edad, por lo que "buscamos un grupo de referencia y se incorporó con chavales de tres años menos", explica su padre, Francisco Contreras.

A principios de temporada, tras tres años jugando con el mismo grupo, la rigidez administrativa de la Federación impidió a Alejandro seguir haciendo lo que más le gusta: jugar al baloncesto. Los únicos criterios que contempla para establecer las categorías es la edad. A partir de entonces sus padres comenzaron una batalla de la que han salido victoriosos. Los propios padres del resto de compañeros recogieron firmas que entregaron al club y que a su vez llegaron a la Federación, aunque esta medida resultó poco efectiva.

Tras ver que pasaban las semanas y que Alejandro seguía sin poder jugar, Francisco se puso manos a la obra. Como comenta el padre, "era muy triste terminar de entrenar y tener que sacarlo del pabellón porque el resto de padres quedaban para salir en coche para los partidos... aunque evidentemente él se enteraba y preguntaba porqué no podía ir". Finalmente, Francisco decidió "coger por la calle de en medio" y creó una petición en change.org, que tuvo tanta repercusión que consiguió 48.800 firmas en apenas dos semanas. "No nos lo podíamos creer -comenta-, incluso cuando la cerramos había gente que nos escribía protestando porque querían firmar".

La Federación se puso en contacto con Francisco a la semana de crear la petición (cuando iban unas 1.800 firmas) para "estudiar" el caso y finalmente aceptó que Alejandro jugar en competición oficial. "Han hecho una apuesta valiente y arriesgada", comenta el padre, quien explica que "si se hacen ajustes razonables, las personas con discapacidad pueden realizar deporte en un entorno normalizado, eso es el deporte inclusivo y es lo que hemos conseguido".

El viernes pasado Alejandro volvió a enfundarse la equipación de su equipo y jugó en Algeciras. "Perdimos de 20, pero metió tres tiros, entre ellos un triple, y le pitaron dos personales", cuenta su padre orgulloso. "Está en el club no porque nadie le haya regalado nada, sino porque se esfuerza y lo hace bien. Si hacemos ajustes razonables podemos desarrollar sus capacidades, por eso estábamos empeñados en esta guerra, por la visibilidad, para que esto se empiece a hacer en otros lugares de España".

Francisco cree que el caso de Alejandro "servirá para que otras federaciones abran la mano y adapten sus reglamentos", ya que considera que "el deporte a estos niveles es algo más que competición: es diversión y compañerismo".

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Francisco Romero

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