La japonesa de San Mateo que imparte clases de bulerías por videollamadas

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Que en Jerez, una de las cunas universales del flamenco, se den clases de baile por bulerías no es nada raro. Que esta la imparta una japonesa, en directo a través de internet, a cuatro compatriotas suyas situadas a casi 12.000 kilómetros de distancia, ya es otra cosa bien distinta. Maki Iizuka es una cara medianamente conocida por estos lares. Vecina del barrio de San Mateo y una de las impulsoras de la moneda local el Zoquito, la nipona lleva 20 años establecida en Jerez, a donde llegó como otras muchas asiáticas, por el amor al flamenco y buscando la pureza de este arte universal.

El primer contacto de Maki con el flamenco lo tuvo, no obstante, en su Japón natal. Allí aprendió la técnica, pero reconoce que para conocerlo de verdad tuvo que venir a Jerez. Aquí llegó de visita y aquí se acabó estableciendo, donde siguió formándose y, a la par, comenzó a dar clases, sobre todo a compatriotas que venían a Jerez de visita, muchas de ellas durante el Festival. Pero no fue hasta hace un mes cuando se le encendió la bombilla. Si el mundo ya no tiene fronteras, si las distancias han desaparecido gracias a Internet y las redes sociales, ¿por qué no acercar el flamenco, la bulería y sus clases a sus paisanos que están a miles de kilómetros de distancia?

Dicho y hecho, Maki, a través de Facebook, de un newsletter y del propio boca a boca comenzó a anunciar clases de baile flamenco por bulerías a través de una aplicación de videollamadas por Internet. El resultado no ha podido ser más satisfactorio. Ya cuenta con treinta alumnas japonesas, que divide en clases de una hora tres veces a la semana. Por eso de la diferencia horaria —en Japón hay ocho horas más que en España— Maki se ve obligada a levantarse a las cinco de la mañana para comenzar sus clases a las seis. Luego imparte otras a las doce y media y a la una menos cuarto de la tarde.Obviamente, sus clases tienen limitaciones, algo que reconoce, porque no es lo mismo vivirlas in situ que a través de una pantalla. “Hago más compás, jaleo, palmas…”, explica desde el patio de su vivienda en San Mateo. A las 12 y media, hora en la que está presente lavozdelsur.es, tres alumnas ya están conectadas y dispuestas a comenzar una nueva clase. Pero, ¿qué es lo que lleva a una nipona, con una cultura totalmente diferente a la nuestra, a aprender un baile como la bulería de Jerez? “La sociedad japonesa es muy rígida y formal y a veces necesita expresarse, sentir libertad física y mental, y esto es una forma de liberarse”.

De vez en cuando, Maki se lleva una grata sorpresa, como recibir a una de sus alumnas virtuales en Jerez. Sachie Watanabe, de 60 años y residente en Tokio, lleva tres días en Jerez, donde permanecerá una semana. Conoció a Maki hace poco más de un mes, cuando comenzó sus clases por Internet, y ahora ha decidido hacerse más de 17 horas de viaje para reforzar sus enseñanzas de manera presencial. Sachie visitó Jerez hace más de un año, atraída por el flamenco, que ya conocía, y se quedó sorprendida de cómo simples espectadoras de una actuación flamenca se arrancaron a bailar. “Me gusta la pasión y el temperamento que hay aquí, y de alguna manera me gustaría expresar esos sentimientos”, señala.La clase de Maki se desarrolla de manera distendida y viendo las expresiones de sus alumnas, se nota que disfrutan. Sin embargo, la japonesa reconoce que le cuesta transmitir todo lo que representa el flamenco. “Yo, que llevo 20 años en Jerez, ya pienso como jerezana y como japonesa, pero mis alumnas no. El flamenco, la bulería, es todo un concepto muy diferente para ellas y tengo que hacerles entender todo lo que esto representa, porque además, aunque tiene una serie de conceptos que hay que aprender, la bulería no te ata. Al principio no tiene por qué cuadrar todo y ese romper las reglas es lo que les falta a mis alumnas”.

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Jorge Miró

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