La Hermandad del Desconsuelo ha convocado un cabildo extraordinario para el próximo lunes con un asunto clave sobre la mesa: la tercera restauración del Señor de las Penas. La cita, programada para el 7 de julio a las 20 horas en la casa de hermandad, pondrá a consideración de los hermanos la intervención sobre esta histórica imagen atribuida al imaginero Ignacio López, de la escuela sevillana de los Roldán.
Durante la asamblea se detallarán el presupuesto, el tipo de actuación, el profesional encargado, las formas de pago y el informe técnico previo. Aunque la hermandad no ha revelado oficialmente quién ejecutaría el trabajo, diversas fuentes apuntan al reconocido restaurador Pedro Manzano, quien ya ha trabajado con éxito en otras imágenes de cofradías jerezanas.
Pedro Manzano, posible encargado de la intervención
Manzano está en el foco del mundo cofrade en estos momentos tras ser propuesto por la Hermandad de la Macarena para reparar la polémica restauración de la Esperanza que ejecutó Arquillo. De ser finalmente aprobado por los hermanos del Desconsuelo, esta sería la tercera intervención sobre el Señor de las Penas, 17 años después de la última.
La imagen fue restaurada parcialmente en 1984 por José Guerra Carretero, quien fijó algunas piezas sueltas del montículo y selló fisuras. Más tarde, en 2008, el jerezano Agustín Pina llevó a cabo la segunda y más relevante restauración, resolviendo “grandes grietas que peligraban la fisionomía de la talla” y recuperando su segunda policromía, según recoge la hermandad en su web.
Además de la restauración del Señor de las Penas, la junta someterá a aprobación el arreglo de los candelabros de cola del paso de palio, unas piezas originales de Gabella Baeza que vienen generando serios problemas técnicos durante las salidas procesionales. En el cabildo se expondrán los detalles de la intervención, el orfebre propuesto y el coste estimado.
El dilema sobre qué hacer con los faldones del siglo XVIII
En esta ocasión, no se abordará la intervención sobre los valiosos faldones del palio, confeccionados a partir de paños bordados del siglo XVIII que pertenecieron al palacio Puerto Hermoso. Estas piezas formaban parte de la decoración del dormitorio principal de la Casa de Braganza y fueron transformadas en faldones en 1946 por las Carmelitas de la Caridad, en un taller de bordado instalado en un colegio de la ciudad.
El deteriorado estado de conservación de los faldones ha generado un prolongado debate interno. Las opiniones de los hermanos se mueven en dos direcciones: restaurar las piezas originales o realizar una réplica fiel y conservar los faldones históricos en el museo de la cofradía.
Para tomar una decisión definitiva, se están solicitando informes a expertos en conservación textil. El principal dilema gira en torno al riesgo que implicaría trasladar los bordados antiguos a un nuevo terciopelo, una operación que podría comprometer la integridad de estas joyas patrimoniales si no se ejecuta con las máximas garantías.
