Los trabajos en el histórico templo están a punto de finalizar casi once años después de su cierre. La empresa constructora, Tragsa, calcula que estarán listos a finales de abril o principios de mayo.

Ya no hay andamios en Santiago. La piedra luce limpia, radiante. En el interior del templo gótico el trasiego de obreros es casi mínimo, lo cual es una buenísima señal. Incluso el enorme cuadro del patrón ya no luce tapado con un plástico. Santiago ya no peligra y como una lejana pesadilla quedan esos años de incertidumbre tras la quiebra de la primera constructora que acometía los trabajos. La cuenta atrás para que vuelva a abrir sus puertas ya ha comenzado. Si todo marcha como debe, a finales de abril o primeros de mayo.

Para entonces se habrán cumplido once años desde que se cerrara en el ya lejano mes de abril de 2005. Apenas habían pasado unos días del último Miércoles Santo. Entonces llovió y la hermandad del Prendimiento se quedó sin poder salir. La bandas que acompañaban ambos pasos dedicaron unas marchas a los titulares de la cofradía. El tronar de los tambores, entre aquellas piedras gastadas y cicatrizadas por las grietas espantó a más de uno, entre ellos al arquitecto Miguel Ángel López.

Casi once años después acompaña a lavozdelsur.es al templo como miembro de la plataforma que se formó para luchar por su rehabilitación. Si bien no ha intervenido en la obra –los arquitectos han sido los sevillanos Alejandro Cobos, Emilio Yanes y Carlos Blázquez-, conoce perfectamente los problemas que padecía el templo y los trabajos que se han hecho para consolidarla.

Los males de Santiago han sido siempre sus graves problemas estructurales. “El primero es que la iglesia no es simétrica. De pilar a pilar las medidas no son las mismas, con lo cual, si el gótico se fundamenta en la estabilidad gráfica, aquí fallaba”, explica Miguel Ángel, que añade que hay una asimetría de cargas, debido a que un ala de la iglesia está más cargada que la otra, así como una asimetría de resistencia.La construcción a finales del siglo XVIII de la espadaña, adosada a uno de los muros del ábside, tampoco ayudó, puesto que afectó al sistema de fuerzas de éste al mutilarse los contrafuertes. A todo esto se le suma el pobre material con el que se construyó Santiago, piedra procedente de la sierra de San Cristóbal, muy fácil de trabajar para los canteros de la época, pero mala a la hora de resistir en condiciones el paso del tiempo. Además, la gran humedad que ha padecido el edificio no ha hecho más que afectar todavía más a esa piedra y, por lo tanto, a incrementar los problemas que ya de por sí tenía el templo y que lo han ido afectando a lo largo de su historia. De hecho, sólo en el siglo XX sufrió dos derrumbes, en 1905 y 1955.

Por todo ello, Santiago necesitaba una intervención completa, alejada de aquellas parciales que se le practicaron y que no hicieron más que parchear sus problemas. Y en este sentido, los trabajos que ha llevado a cabo la empresa Tragsa han sido quirúrgicos y novedosos. Nunca, ni en Andalucía ni en España -y posiblemente ni en todo el mundo-, se había hecho algo similar. La estabilidad se ha solucionado inyectando micro cemento en la piedra. Con una máquina prácticamente igual a la que se utiliza en minería se perforaron los pilares desde la cubierta para inyectar este material lechoso, con el objetivo de darle una resistencia homogénea a la piedra en toda la iglesia.

A su vez, a los pilares se les ha añadido una armadura tubular, de acero inoxidable, para reforzar su resistencia y se ha procedido a desecar la piedra inyectándole aire. “Los pilares sudaban”, explica Miguel Ángel. Arriba también se ha actuado. En las bóvedas se ha instalado una nueva solería y se han acometido trabajos para reconducir la evacuación de las aguas pluviales, puesto que hasta ahora se quedaba estancada en algunas partes, lo que afectaba a la piedra. Por último, se ha restaurado al completo el campanario, las campanas y la espadaña del reloj. Para el futuro, si se destina presupuesto para ello, quedará pendiente la restauración de las tres portadas y el arreglo de la sacristía y antiguas dependencias de la hermandad del Prendimiento. “El presupuesto iba encaminado a conseguir la estabilidad del templo, y eso sí se ha conseguido”, explica el arquitecto.

Actualmente se acomete la restauración de los pilares y pilastras hasta los seis metros de altura, unos trabajos que en principio no se iban a llevar a cabo y que a la postre van a ralentizar por unos meses la finalización de la obra. A la vez se están restaurando las puertas, instalando la iluminación –a cargo de Endesa- y para el final quedará la limpieza del baldaquino y la colocación de la solería, algo que no llevará más de dos semanas de trabajo, según informan desde Tragsa. Ya solo falta esperar al calor de la primavera para que las campanas de Santiago anuncien a los cuatro vientos su apertura. 

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Jorge Miró

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