La caseta más bonita de la Feria... y la más internacional

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Se está en una caseta que sabe a viña. En la entrada, palmeras doradas; las cortinas, rojas y blancas, con el color corporativo; las letras del emblema de la casa con bombillas y esparto; y, detrás de la barra, enormes figuras con el emblema de Tío Pepe completan la decoración de la que fue la caseta más bonita de la Feria en el pasado 2017, según el concurso que organiza el Ayuntamiento. Pero cada año logra superarse.

El lugar que ocupa es privilegiado. El templete del Paseo de las Palmeras, uno de los dos con los que cuenta el Hontoria —el otro lo ocupa la caseta municipal— lleva más de 15 años acogiendo a la firma que, como no podía ser de otra forma, fomenta especialmente el consumo de los vinos de la tierra. Hasta los mismos camareros pierden la cuenta de las medias botellas de Tío Pepe que despachan cada día. Francisco Javier Moreno es el jefe de barra y calcula de memoria: “En el congelador caben siete cajas de 24 medias botellas cada una, se venden otras 30 de botellas enteras…”. En total, se consumen en torno a unas 1.000 diarias. “La frase más repetida es: ¿cuántos catavinos quieres?”, dice Moreno, que lleva seis ferias con González Byass, pero trabajando en ella desde que tenía 18 años. “Esta es la caseta más importante de la Feria”, señala.

Un detalle de la decoración.

El encargado de que todo salga según lo previsto es Paco Gandón, venenciador de la bodega, y encargado de la atención a los clientes durante la Feria. Nada menos que 35 ediciones lleva a sus espaldas, 27 de ellas con González Byass, por lo que recuerda cuando las casetas aún eran privadas —este año se cumplen 30 desde que se abrieron al público—: “Lo veo bien, para que no haya diferencia de estatus, todo el mundo nos podemos divertir”, señala Gandón, que no para durante la semana que dura la fiesta. “No he visto una Feria como ésta, siempre estamos llenos, cuando abrimos a las 13:30 horas ya hay gente en la puerta esperando para entrar”.

Chicas Tío Pepe.

La caseta tiene unas cuatro actuaciones diarias, por supuesto, algunas de ellas de flamenco. “Lo esencial de la Feria es que se escuche flamenco y que se beba vino”, apunta Gandón, que es quien organiza las reservas que tienen durante la fiesta. “Viene gente de Madrid, Barcelona, Holanda, de países asiáticos…”, enumera, la mayoría de ellos clientes de la bodega que regentan restaurantes u hoteles, y que pasan varios días en la ciudad disfrutando de la Feria. “Los traemos para promocionar los vinos, están varios días y hacen visitas a la bodega, catas…”, dice, y añade que buena parte de la recaudación se destina a Afanas, la asociación para la atención de personas con discapacidad intelectual.

La plantilla de la caseta la componen 25 personas, entre camareros y cocineros, a los que dirige Juan Manuel López Cintado, jefe de cocina de González Byass. ¿Y qué se puede comer en la caseta? Además de los típicos platos de Feria, destaca los tacos de buey, el pulpo frito, las gambas con bechamel o la tortilla rellena de jamón. “No paramos, pero el ambiente es estupendo, somos una familia”, destaca Juan Manuel, quien empezó a interesarse por los fogones en su casa, viendo cocinar a su abuela y a su madre. “Como no te guste no duras mucho en esto, pero es una alegría ver que la gente se va a gusto”. Raro es quien no lo hace.

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