Habla la víctima de la agresión homófoba: "En las redes he llegado a sentir más odio que en la estación"

Jerelesgay hace pública una carta escrita por la víctima de la agresión verbal sufrida en la estación de Jerez hace unos días

La estación de tren de Jerez, en una imagen reciente. FOTO: MANU GARCÍA
La estación de tren de Jerez, en una imagen reciente. FOTO: MANU GARCÍA

Jerelesgay denunció hace unos días una agresión LGTBI+ en la estación central de tren de Jerez por parte de cuatro taxistas que esperaban la llegada de clientes. Tras la condena unánime de la Asociación Jerezana de Taxi y las líneas de colaboración abiertas entre los dos colectivos para erradicar estos comportamientos, la asociación comparte un texto escrito por la propia víctima:

Si de algo me ha servido esta doble exposición, en la calle y en redes, y esta situación conflictiva que he vivido es para percibir el abismo mediático y el impacto que se genera tras una denuncia sobre un malestar. No me quiero ni imaginar la exposición, el dolor y las ganas de desaparecer que debieron sufrir otras personas: como la chica superviviente de los “actos” de La Manada, o la mujer cuya intimidad fue expuesta por la empresa Iveco.

En las redes he llegado a sentir más odio incluso que en los comentarios desafortunados y absurdos que recibí en la estación: se ha ninguneado mis palabras, se me piden pruebas sobre la veracidad de su condición, grabaciones de los insultos, nombres de los agresores, confirmar que realmente estuve en la estación a esa hora, ubicación de las personas, y mil datos más. Se ha dudado sobre mi propia persona. Se me ha exigido una denuncia inmediata ante la Policía, se me ha exigido que hubiera llamado a la Policía en el momento de la agresión, se me han exigido muchas acciones que hubieran estado posiblemente bien hacerlas, pero que no las hice en ese momento, bajo esas circunstancias y en esa posición de vulnerabilidad.

Ahora puedo entender por qué en toda Europa en el año 2019, según el informe europeo de delitos de odio y personas LGTBIQA+, sólo se denunciaron el 11% de los delitos de odio registrados. Quizás tenga que ver con el hecho de ir contra la persona agredida en vez de ir contra las personas que cometen la agresión, contra las leyes que lo permiten y contra la falta de un protocolo de actuación en caso de un delito de odio.

Esta situación y todos los comentarios vertidos me hacen plantearme muchas cuestiones en mi historia de odios: Si en el año 2001, cuando Jerelesgay empezaba a andar y yo estaba siendo acosado, humillado, violado, vejado, herido, maltratado, aislado y torturado hasta dejarme a un paso del suicidio, si hubiese acudido a Jerelesgay y hubiera denunciado públicamente el acoso homofóbico que estaba sufriendo, ¿qué hubiese ocurrido? Si en los seis años posteriores de ese mismo bullying o los coletazos del mismo una vez había crecido y asumido que esto iba a ser así siempre… si hubiese denunciado, ¿qué hubiese ocurrido?

Si cuando me han insultado en la calle, o se han reído de mí, o se me han quedado señalando, o me han puesto cara de asco, o me han hecho comentarios insidiosos en las calles de Jerez, Rota, El Puerto, Sevilla, Madrid, Toledo… si hubiese denunciado entonces ¿qué hubiese pasado? Si cuando en una discoteca (o varias), de cuyos nombres no quiero acordarme, personas del colectivo (hombres aparentemente) se me ha ultrajado, tocado sin consentimiento, acosado, perseguido, y llevado al sentimiento de repugnancia más absoluta… hubiese denunciado, ¿qué hubiera ocurrido al ser una denuncia “intragénero” (supuestamente según mi DNI)?

Posiblemente, se me hubieran exigido pruebas en todas esas situaciones y muchas más, pero… ¿qué pruebas? La sensación de asco al verte ¿es una prueba?, la vergüenza al recordar ¿es una prueba?, el ardor al tocarte o que te toquen ¿es una prueba?, no querer que nadie te mire ¿es una prueba?, sentir que se te vuelca el estómago ¿es una prueba?, aislarte y no querer existir ¿es una prueba?, huir de cualquier intento de contacto hasta de personas cercanas ¿es una prueba?, el dolor mental del recuerdo ¿es una prueba?, querer no vivir y no tener esperanza en el futuro ¿es una prueba?... ¿Qué es una prueba y qué se admite como una prueba cuando esta misma violencia está institucionalizada en todos los niveles de esta sociedad?

No nos damos ni cuenta, en redes y en la calle, de lo que nuestras palabras y nuestras exigencias para con las demás pueden causar en esas personas, palabras y exigencias vacías pues nadie conoce la vivencia de otra persona, ni cuántas veces ha pasado por lo mismo o parecido, ni por qué ahora ha estallado y antes no lo hizo. Hay una pregunta y una exigencia que la mayoría se han hecho y que creo que esa sí ya puedo responderla sin romperme: ¿Y por qué no denunciaste en la Policía?

No pensé en denunciarlo porque, ¿cómo pensar en eso en aquel momento? Y me explico. Las palabras “maricón” y “travelo” dejaron de ser insultos para mí, sino que son lo que soy, lo que he sido y lo que seré. Esas palabras son mis descriptivos, es mi forma de ser, mi realidad, mi libertad ganada a pulso con la vida. No son esas palabras lo que pueden doler o afectar a mi integridad; a fuerza de escucharlas y de limpiarlas del odio las he integrado y estoy orgullose de ellas. Son las intenciones de odio burlón detrás de ellas lo que me hizo paralizarme y querer huir. No he tenido a bien denunciar en un primer momento, ni me lo planteé que fuera posible, porque la burla absurda “¿Ahora viene el circo a buscarte? ¿A cuánto las entradas?” evidentemente no llega al nivel de: que te peguen, te escupan, te violen, te hieran, te persigan, te atormenten, te roben y te amenacen, y todo a la vez a diario durante todo un trayecto escolar de seis años. Y si entonces no denuncié porque no pensaba, ni sabía, que fuera posible ¿cómo se me va a ocurrir denunciar por una mofa ridícula, por un cuñadismo a destiempo?

¿Y por qué lo has contado ahora, entonces? Cuando lo conté en Jerelesgay lo hice con la boca chica, lo conté como algo que me había molestado y amargado el día, lo conté porque me dolió, en el mismo centro de mí, el que mi pareja se hubiera ido de la ciudad preocupado sobre si yo iba a llegar al coche cuando él se fuera o no, lo conté porque necesitaba respirar, lo conté porque me hacía bien liberar la ira acumulada, lo conté porque sueño que algún día estas cosas no ocurran y lo conté porque ya es suficientemente horroroso que toda una calle con más de cien personas habitualmente se te queden mirando, comentando, riéndose, o dándose codazos por ir de la mano con tu pareja, o por ponerte tal complemento (que no se ajuste al género que la gente me asigné ese día), o por ponerte tal o cual cosa en el pelo, o por ser visible al fin y al cabo… como para que encima personas asociadas a un sector de la sociedad que yo hasta ahora percibía como un espacio seguro, alguien a quién recurrir si la violencia en la calle se desmadraba, gente con la que contar si algo iba mal y no tenía medios para librarme yo sole, sean ellos quienes infrinjan ese miedo y ese odio en base a comentarios absurdos y palabras muertas.

¿Quería yo culpar a las personas por ser taxistas? No. ¿Eran taxistas y cómo lo sabes? Desde luego que sí, como comenté hice tiempo en la estación, en ese tiempo los vi subirse y bajarse de sus taxis y renovarse las personas que estaban esperando a clientes. Cuando “fue seguro” volví a salir. ¿Quería que con mis palabras se atacara a todo un gremio o se entendiera como un ataque a todo un gremio, como sucedió en las redes sociales? Desde luego que no. ¿Qué solución ves posible? Sin duda educación y sensibilización para con la diversidad, algo para todo el mundo y en todos los lugares.

Tras las declaraciones del sector del taxi condenando la agresión que me causaron, siento que estoy muy contente, muy orgullose de mí misme por haber tenido el valor de hablar (por una vez en la vida) a tiempo y que siento que este es el camino para solucionar los problemas del mundo: a través de la comunicación, a través del querer entender por qué se hacen las cosas. Decirle al gremio que estoy también muy orgullose de que no se hayan contentado con las declaraciones institucionales, que se hayan rebelado contra la opresión y que hayan marcado los pasos para que los taxis, Jerez, Andalucía y el mundo sean lugares seguros para todas las personas. Espero que se lleguen a acuerdos beneficiosos entre la asociación y el mundo del taxi para que quede firmemente claro que esto no puede volver a suceder y que la libertad y la diversidad tienen que formar parte del cuentakilómetros.

Finalmente, me gustaría dar las gracias a todas esas personas que han dedicado sus esfuerzos en las redes para apoyar la diversidad, para hacer visibles la empatía, la ilusión y el amor, aún sin conocerme. Dar también las gracias a Jerelesgay por el apoyo infinito y por hacerme ver que no hay agresión pequeña y que todo suma en esta lucha por alcanzar la libertad real. Gracias por enseñarme la verdad tras la frase: si nos tocan a une, nos tocan a todes.

Un abrazo compañeres gracias por luchar por todas las personas del colectivo LGTBIQA+ y por hacer del mundo un lugar mejor. Infinitamente orgullose de todes vosotres y de vuestro amor y libertad.

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